Los ETRUSCOS: Influencia en Roma.
LOS ETRUSCOS: Su influencia en el pueblo romano.
Antes de la llegada de los romanos a la península italiana existía un pueblo, de origen desconocido, aunque probablemente autóctono de Italia, que tenía una cultura muy superior a la de los romanos en sus comienzos.
Aquí voy a recordar algunos aspectos de esta cultura etrusca y su influencia en el mundo romano.
Etruria, también llamada frecuentemente, en textos griegos y latinos, “Tyrrhenia” o “Tirrenia”, fue una antigua región histórica situada en el centro de Italia, en las regiones de Toscana, Lacio y Umbría. El topónimo deriva de los etruscos o tirrenos, los pobladores que se asentaron allí creando una poderosa confederación, la llamada “dodecapolis etrusca”, un conjunto de doce ciudades-estado etruscas que, según la tradición, constituyeron en Etruria una poderosa alianza de carácter económico, religioso y militar.
Etruria fue dominante en la península itálica desde el año 650 a. de C. Su expansión incluyó el valle del río Po, y se extendía hasta las colonias griegas situadas al sur de Italia.
Los reyes etruscos conquistaron y dominaron Roma por un siglo, hasta que en el año 509 a. de C. fue expulsado el último rey etrusco Tarquinio el Soberbio y la República romana fue establecida.
Se considera que los etruscos son los responsables de transformar Roma de un pequeño pueblo a una gran ciudad. También son responsables de crear la primera gran “vía” de Roma, la “Vía Sacra”, así como templos y mercados.
Los etruscos influyeron en gran medida en la difusión de la cultura griega en Roma, en los dioses del Olimpo y en el alfabeto latino.
También influirían notablemente en el marcado carácter “supersticioso” del pueblo romano.
A partir del siglo IV a. de C., Etruria fue gradualmente absorbida por la República romana y, los etruscos, al igual que todos los demás itálicos, fueron federados por los romanos, volviéndose definitivamente parte integrante de la Italia romana.
Los etruscos eran llamados Τυρσηνοι (tyrsenoi) o Τυρρηνοι (tyrrhenoi) “Tirrenos” por los griegos, y “tusci” o luego “etrusci”, por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos “rasenna” o rasna (Rasenas).
Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo occidental (dieron el nombre al mar Tirreno), lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega.
Sin embargo, hacia el siglo V a. de C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida al tener que afrontar, con el mismo tiempo, las invasiones de los celtas, desde el norte, y la competencia de los cartagineses para los comercios marítimos, desde el sur.
Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que los etruscos nunca formaron un Estado sólidamente unificado, sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño.
En cierto modo fueron predecesores de Roma y herederos del mundo helénico.
Fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales.
Y sus técnicas militares superiores, hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la península itálica desde el siglo VIII a. de C. hasta la llegada de Roma.
Respecto al origen de los etruscos surgieron tres teorías:
1. “La teoría orientalista”, propuesta por Heródoto, que cree que los etruscos llegaron desde Lidia (Asia Menor) hacia el siglo XIII a. de C.
Para demostrarlo se basa en las supuestas características orientales de su religión y costumbres, así como se trataba de una civilización muy original y evolucionada, comparada con sus vecinos.
2. “La teoría autóctona”, propuesta por Dionisio de Halicarnaso, que consideraba a los etruscos como oriundos de la península itálica.
Para argumentarlo, esta teoría explica que no hay indicios de que se haya desarrollado la civilización etrusca en otros lugares y que el estrato lingüístico es mediterráneo y no oriental.
3. “La teoría de origen nórdico”, defendida por muchos a finales del siglo XIX y primera mitad del XX.
Se basaba sólo en la similitud de su autodenominación (rasena) con la denominación que los romanos dieron a ciertos pueblos celtas que habitaban al norte de los Alpes, en lo que actualmente es el este de Suiza y oeste de Austria: los “raethii” o “réticos”; tal origen, basado sólo en “parofonías”, está ya descartado.
Sin embargo, las modernas investigaciones sobre el origen de los etruscos han llegado a la conclusión de que, genéticamente, el origen de los etruscos corresponde a la segunda teoría, esto es, a la de Dionisio de Halicarnaso, por medio de un estudio de ADN mitocondrial, es decir, que los etruscos eran oriundos de la península itálica.
Políticamente, Etruria se conforma en federaciones de doce ciudades por lazos estrictamente religiosos, lo que es llamado “dodecapolis”. Pero esta alianza no es política ni militar y cada ciudad es en extremo individualista.
La estructura política es, en un principio, la de una monarquía absoluta, donde el rey (lucumón) distribuye justicia, actúa como sumo sacerdote y comandante en jefe del ejército.
En la pirámide social etrusca podemos distinguir cuatro escalafones:
- En primer lugar, estaban los terratenientes, miembros de la oligarquía.
- La plebe, ligada por lazos de clientela a los anteriores.
- Extranjeros, generalmente griegos, que eran artesanos y mercaderes.
- Por último, esclavos. Los etruscos tenían una gran cantidad de servicio doméstico y agrario.
Tanto griegos como latinos consideraron “promiscua” y “licenciosa” a la cultura etrusca.
Tales opiniones se debieron al contraste de la situación social de la mujer entre los etruscos, mucho más libre que entre griegos y romanos; hay que recordar que, entre griegos y romanos, las mujeres estaban absolutamente subordinadas a los varones.
La mujer etrusca, al contrario de la griega o de la romana, no era marginada de la vida social, sino que participaba activamente tomando parte en los banquetes, en los juegos gimnásticos y en los bailes, y, sobre todo, ayudaba en las labores de la vida pública.
La mujer, además, tenía una posición relevante entre los aristócratas etruscos, puesto que estos últimos eran pocos y a menudo estaban involucrados en la guerra: por esto, los hombres escaseaban.
Se esperaba que la mujer, en caso de muerte del marido, asumiera la tarea de asegurar la conservación de las riquezas y la continuidad de la familia.
También a través de ella se transmitía la herencia.
Ahora vamos a recordar algunos aspectos de esta cultura etrusca:
1. EL ARTE
Es de destacar el “arte funerario” y su relación con la pintura y escultura, destacándose sus “terracotas” y la talla de una piedra local llamada “nenfro”.
Desarrollaron una importante industria orfebre, trabajaron el bronce. Su metalurgia se caracteriza por sus grabados, graneados, filigranas y repujados.
En relación a la “coroplastia” (arte de fabricar figurillas o relieves de barro, moldeándolas y cociéndolas) crearon el “estilo Bucchero” en cerámica.
[Utilizaban un material cerámico autóctono que no se encuentra en Grecia. Era una arcilla negra, usada sin pintar, con la que hicieron miles y miles de ollas y cuencos para usos prácticos, algunos de una robusta belleza monocromática] (Robert Hughes. Roma. Una historia cultural. Edit. Crítica. (1) ).
Todos estos productos fueron base para la exportación tanto hacia el norte de Europa como hacia Oriente.
Otro punto importante es la pintura, donde varias escuelas produjeron “frescos” admirables.
Aunque el arte etrusco, como otras artes del Mediterráneo occidental, se vio influido fuertemente por el arte de la Grecia clásica, el arte etrusco, muy relacionado con los rituales funerarios, legó a Roma un “extraordinario naturalismo” en cuanto a la representación de rostros: los “bustos” (representación artística de la parte superior del cuerpo humano) son prácticamente una invención etrusca, el “busto propiamente dicho” realizado en bronce fundido, difiere del “busto griego”; en este último la persona retratada suele estar idealizada, no así el genuino busto etrusco.
Los colores preferidos en la pintura por los etruscos fueron el rojo, verde y el azul, al parecer, porque les asignaban connotaciones religiosas.
Entre las esculturas más destacables se encuentran:
- El Apolo de Veyes. Escultura del dios Apolo del siglo VI a.de C. Fue encontrado en el templo en honor a la diosa Minerva de Portonaccio.
- La Quimera de Arezzo, fechada entre el año 380 a. de C. y el 360 a. de C. La Quimera, según la mitología romana fue abatida por Belerofonte, a lomos de su caballo Pegaso. Tras su descubrimiento en el año 1553 se convirtió en símbolo de la Toscana.
- La Loba capitolina: escultura que ha llegado, en cierto modo, a ser un símbolo de Roma, sin embargo, todo indica que es una obra etrusca del siglo IV a. de C.
- El llamado Marte de Todi, escultura de un guerrero armado de un modo semejante al de los hoplitas griegos, aunque el armamento es etrusco.
- L’Arringatore (el orador): fechada en el siglo II a. de C. y el siglo I a. de C.
Al parecer representa a un noble.
- El sarcófago de los esposos: fechado hacia el 520 a. de C.
Fue encontrado en una necrópolis, en Cerveteri. Construido en “terracota”, la tapa del sarcófago representa una pareja recostada en un triclinio.
- El Frontón de Talamone, frontón con relieves de terracota de un templo etrusco del siglo II a. de C.
2. ARQUITECTURA
En las construcciones de vivienda se utilizaban el adobe, con estructura de madera y revestimiento de barro cocido y en los templos la piedra.
Conocían el arco de medio punto, la bóveda de cañón y la cúpula, elementos que utilizaron –entre otras cosas – para la construcción de puentes o en el alcantarillado como la “Cloaca Máxima” de Roma.
También construyeron “canales” para drenar las zonas bajas, levantaron murallas defensivas de piedra, pero, sobre todo, destacó la arquitectura funeraria, en forma de impresionantes “hipogeos” (galerías subterráneas).
Los templos estaban inspirados en el modelo griego, aunque presentaban notables diferencias: solían ser más pequeños, de planta cuadrada, cerrados, sin peristilo, sólo con una hilera de columnas del orden llamado “toscano” a modo de los “pronaos” griegos, y el altar estaba sobre un foso llamado por los romanos “mundus” – limpiadero, purificador – (la palabra quizás es de origen etrusco), es decir, un orificio que, simbólicamente, serviría para arrojar los restos de los sacrificios.
3. RELIGIÓN
Existen ciertas analogías con religiones orientales, especialmente con la de Sumeria y Caldea e incluso la egipcia.
El tipo de religión es de revelación, y está plasmada en una serie de libros sagrados, los cuales tienen temas tales como la interpretación de los rayos, la adivinación, la rectitud del Estado y de los individuos y hasta un tema análogo al del “Libro de los muertos” egipcio.
Todo el compendio religioso es conocido como “disciplina etrusca”.
[El verdadero objetivo de la “disciplina etrusca” era el efectivo acuerdo con la voluntad de los dioses. Porque los etruscos creían que los dioses estaban en constante contacto con el mundo terrestre, es decir, tanto con el Estado en su totalidad como con la suerte del individuo. Conocer e interpretar esa voluntad de los dioses – e influir en ella en la medida de lo posible – constituía la principal preocupación de la religión etrusca] (Friedhelm Prayon. Los Etruscos. Edit. Acento. (2) ).
Los sacerdotes se denominaban “arúspices”, y siempre tuvieron una posición de privilegio en la sociedad.
Los “arúspices” se especializaban en interpretar lo que consideraban diversos signos proféticos: la adivinación a partir de la observación de los hígados de animales sacrificados, la creencia en que se podía adivinar el futuro observando los rayos (ceraunomancia) u otros meteoros, y la interpretación con intenciones adivinatorias de los vuelos de las aves. (Wikipedia) (3)
[Una de las fuentes más importantes para el conocimiento de la religión etrusca es el “Hígado de bronce de Piacenza”, encontrado casualmente en un sembrado del norte de Italia el año 1877. Esta reproducción de un hígado de oveja, que mide escasamente trece centímetros de longitud, parece haber sido un modelo para instruir a los sacerdotes etruscos.
El cielo etrusco está dividido en 16 moradas divinas. Pero lo que está dividido en campos y cubierto de inscripciones de nombres de dioses no es sólo el borde exterior del hígado de bronce, sino toda su superficie.
La observación del hígado por los sacerdotes llamados “arúspices” constituía, sin duda, el elemento central y específico del arte adivinatorio etrusco, muy apreciado también por los romanos. Todavía en la época imperial se recurría a “arúspices etruscos” a la hora de celebrar sacrificios estatales de importancia] (op. cit. (1))
[Junto a los dioses etruscos que deben imaginarse semejantes a los de los panteones griego y romano, existía una serie de seres ultraterrenos que reciben comúnmente el nombre de “demonios”.
Los etruscos creían en la vida de ultratumba.
Pero para el pensamiento religioso son de particular importancia unos seres alados femeninos que llevan en la mano un rollo escrito o un tablero plegable: se trata de las “res gestae”(las obras, las acciones realizadas) del difunto, de una enumeración de las obras que llevó a cabo durante su vida y, por tanto, de su valoración o de su puesto en el más allá.
Hasta ahora no ha sido posible decidir si nos hallamos sólo ante una especie de “cursus honorum”, como parece desprenderse de los rollos escritos de los antepasados y los difuntos, existentes en las tumbas de Orvieto y Tarquinia, o ante una valoración de las obras buenas y malas, es decir, ante una especie de juicio de los muertos.
Hace algunos años se descubrió en Tarquinia la “Tomba dei Demoni”, sin duda construida y pintada en el siglo IV a. de C.
En ella hay una escena de despedida del difunto. En esta escena de despedida aparecen, junto al difunto que marcha en la “biga (carro), varios demonios y un barco cuyo barquero, por desgracia ya sólo se ve borrosamente.
Esta insólita representación viene a confirmar una opinión que la investigación tenía desde hace tiempo: que el nombre de “Carún” se deriva de Caronte, el barquero griego del Averno, y sobre todo, que también era conocida en Etruria la idea griega del viaje en barca al más allá a través del río del Averno.
Mucho más importante que en Grecia y Roma es entre los etruscos el afán de conservar imágenes de sus difuntos.
La antiquísima costumbre de conservar “vivos” a los difuntos mediante imágenes distingue radicalmente el culto funerario etrusco de las prácticas observadas en Grecia y Roma por esas fechas; pero está emparentada con las manifestaciones que conocemos en Egipto y Fenicia.
Por otras religiones, como la egipcia, sabemos que la magnificencia y el suntuoso equipamiento de las instalaciones sepulcrales querían ser un reflejo del poder en el más acá, para que repercutiesen en el puesto del difunto en el más allá.
Al contemplar las pinturas sepulcrales de la Etruria arcaica se siente uno fascinado por su colorido y, sobre todo, por el gozo de la vida y por la naturaleza: árboles, plantas, paisajes marinos.
En la “Tomba de la caccia e della pesca”, por ejemplo, se hallan representadas, en el ángulo formado por las dos vertientes del techo, dos escenas domésticas: Un banquete y el feliz regreso de una cacería.
Las propias paredes ofrecen una perspectiva de la amplitud del mar. Con amor por los detalles está representada una barca con pescadores y un cazador que apunta a una bandada de aves que pasan volando; de una roca multicolor salta al mar un muchacho, mientras que otro trepa a la misma roca.
En comparación con este mundo movido, colorista y alegre de la pintura mural etrusca arcaica, las escenas de las tumbas etruscas tardías resultan más serias y melancólicas] (op. cit. (2) )
[Es importante destacar que lo sagrado intervino ininterrumpidamente en las vidas de los etruscos y su presencia agobiaba sus espíritus y corazones, aunque su modo de paliar o atenuar esto fue una moral que resultaba “licenciosa” a los griegos y romanos] (op. cit. (3) )
4. LA LENGUA ETRUSCA
El etrusco es una lengua aparentemente no emparentada con las lenguas indoeuropeas.
La fonética es completamente diferente de la del griego o del latín, aunque influyó en éste en varios aspectos fonéticos y léxicos.
El etrusco utilizaba la variante “calcídica” del alfabeto griego, que fue la que los griegos transmitieron a los romanos.
Desde luego, el siglo VII a. de C. es la fecha en que se pueden datar los primeros epígrafes que contienen textos en lengua etrusca.
Conocemos unas 10.000 inscripciones, que son sobre todo breves y repetiivos epitafios o que señalan el nombre del propietario de ciertos objetos.
A parte de este material contamos con:
1. El “Liber linteus” o texto de Agram.
Es el texto etrusco más largo con 281 líneas y unas 1300 palabras.
Escrito en un rollo de lino, posteriormente fue cortado en tiras y utilizado en Egipto para envolver el cadáver momificado de una joven mujer.
2. Algunos textos sobre materiales no perecederos, como una “tablilla de arcilla” encontrada cerca de Capua, de unas 250 palabras; el “disco de Magliano” escrito por dos caras; el “cipo de Perugia” escrito también por dos caras y con 46 líneas y unas 125 palabras; un modelo de bronce de un “hígado de oveja” encontrado en Piacenza con unas 45 palabras.
3. Aparte de estos testimonios tenemos dos inscripciones interesantísimas más:
La primera es la “inscripción de Pyrgi”, encontrada en 1964, sobre láminas de oro, que presenta la peculiaridad de ser un texto bilingüe en etrusco y en púnico-fenicio, y que ha ampliado considerablemente nuestro conocimiento de la lengua etrusca.
La segunda de las inscripciones fue encontrada en la isla de Lemnos. Tiene unas 34 palabras y parece escrita en un dialecto diferente de las encontradas en Italia. Tal vez esto sea sintomático de la presencia de colonias etruscas en otros puntos del Mediterráneo, o bien se trate de una lengua hermana del etrusco, el “lemnio”. (Wikipedia) (3) ).
4. INFLUJO Y PERVIVENCIA
Puede que su arquitectura y que la mayoría de sus artefactos sagrados hayan desaparecido, pero la influencia de los etruscos sobre los romanos está escrita por todas partes en los inicios de la ciudad-estado de Roma:
- Afecta al calendario: su división en doce meses. Cada uno de ellos con sus “idus” (mediados de mes) y el nombre del mes “Aprilis” eran de origen etrusco.
- También lo era la forma en que los romanos se llamaban a sí mismos, con un nombre de pila (praenomen) y un nombre de clan (gens) (nomen).
- El alfabeto latino original, de 21 letras, probablemente se adaptó de una adecuación etrusca del alfabeto griego. Y probablemente también la numeración romana es de origen etrusco.
- El primer templo que se erigió en el Capitolio fue etrusco. Se dedicó a “Iuppiter Optimus Máximus” (Júpiter, el mejor y el más grande), con sus acompañantes Juno y Minerva (tríada capitolina). Tal vez imitación de la tríada etrusca: Tinia (Zeus), Uni (Hera) y Menrfa (Minerva). Su tejado estaba hecho de madera, por lo que se incendió inevitablemente con frecuencia.
- Los “Ludi” (Juegos) de Roma, los juegos y combates de gladiadores, que cobrarían una importancia política tan colosal bajo los “césares”, tuvieron su origen en Etruria.
[ Entre los etruscos estas luchas solían formar parte de sacrificios fúnebres a sujetos de la élite o una “diversión” realizada con los prisioneros de guerra.] (op. cit. (3) ).
- Algunos de los tonos naturalistas de la escultura del retrato romano ya estaban presentes en la vívida inmediatez de las efigies de terracota etruscos.
- Algunos logros técnicos romanos tuvieron sus inicios en la pericia etrusca.
Aunque los etruscos nunca crearon ningún acueducto, sí que fueron diestros en la canalización de aguas y de ahí que fueran los antecesores de los monumentales sistemas de alcantarillado de Roma. Su tierra estaba entrecruzada por acequias de hasta un metro y medio de profundidad y uno de anchura conocidos como “cuniculi”; pero después de que los etruscos fueron aplastados por Roma, sus canalizaciones no se mantuvieron, así que gran parte de la “Campagna”, situada al norte de Roma, degeneró en brezales y ciénagas palúdicos.
- Es probable que los etruscos inventaran el arco segmental, sin el que la arquitectura romana no se podría haber desarrollado.
Los griegos nunca tuvieron esta forma estructural, pero es la base del sistema de alcantarillado etrusco-romano que culmina en la enorme, y aún visible, salida de la “Cloaca Máxima” al Tíber.
- Algunas formas etruscas de organización política fueron mantenidas, en un sentido general, por los primeros romanos y continuado a lo largo de los inicios de la República.
Los romanos conservaron la institución de la realeza, respaldada por los patricios y aristócratas, hasta el año 509 a. de C., en que se adopta la forma de gobierno llamada “República”.
- Otro ámbito en el que los etruscos influyen en Roma fue el de las insignias oficiales de los cónsules y de los triunfadores: la “biga” (carro) de dos ruedas, el manto de púrpura, el “lituo” o cayado, los “fasces” y la silla plegable de marfil (sella curulis).
- Pero indudablemente, el principal legado que los etruscos dejaron a Roma fue el religioso. Polibio, el historiador griego del siglo II a. de C., afirmaba que el poder romano tenía su origen en la religión romana: “La cualidad en la que el Estado romano se muestra más claramente superior es, a mi juicio, la naturaleza de sus convicciones religiosas… es precisamente aquello que en otros pueblos es objeto de reproche – me refiero a la “superstición” – lo que mantiene la cohesión del Estado romano”.
El término “superstición” no hace referencia a un falso miedo a fantasías irreales. Más bien estaba relacionado con la idea compartida de “religió” (religión).
No cabe duda de que el poder unificador de una religión común, vinculado en todo momento a las instituciones del Estado, reforzó la fuerza política de Roma y aumentó sus poderes de conquista.
Cicerón fue uno de los muchos que se mostraron de acuerdo con esto: “No hemos superado a Hispania en población, ni a los galos en vigor … ni a Grecia en arte”, escribió en el siglo I a. de C., “pero en piedad, en devoción religiosa… hemos superado a todas las razas y a todas las naciones”.
La mayor alabanza que un romano podía aplicar a otro era el de “pius”. Este adjetivo no significaba “pío” en el sentido más peyorativo del término. Implicaba la veneración de los antepasados y de sus creencias; el respeto por la autoridad de la tradición; el culto a los dioses; por encima de todo, la conciencia del deber y la dedicación a él.
- Ciertas prácticas religiosas llegaron directamente a Roma desde Etruria.
La religión autóctona romana, antes de ser reformada mediante la adopción de los dioses griegos, era “animista”, no antropomórfica.
Sus dioses eran espíritus bastante imprecisos y difusos conocidos como “numina”.
Algunos de los “numina” sobrevivieron en la posterior religión romana, mucho tiempo después de que los principales dioses romanos se hubieran personalizado y hubieran adquirido el carácter de sus predecesores griegos, convirtiéndose Zeus en Júpiter, por ejemplo, y Afrodita en Venus.
Entre los “numina” más importantes que han sobrevivido estaban los “lares” y los “penates”, que protegían la tierra agrícola y las casas; el “genius”, identificado con el poder procreador del padre (de ahí su posterior aplicación a la idea del talento creativo); y “Vesta”, la diosa guardiana del fuego del hogar, el centro de la vida familiar. (op. cit. (1) ).
[También tenemos ciertas palabras que provienen del etrusco y que han llegado hasta nosotros a través del latín, por ejemplo, el término latino “persona” que significa “máscara”, que procede del etrusco “phersu”, que también significa “máscara”.
Y también relacionado con el teatro, la palabra etrusca “ludiones”, que eran actores etruscos que bailaban al ritmo de las flautas, quizá tenga que ver con la palabra latina “ludus”, que significa “juego”.
En la Italia central, los etruscos han permanecido presentes en términos topográficos como “Toscana” o mar “Tirreno”.
En Europa, en la época precristiana, existieron estrechas relaciones comerciales con los celtas, a los que los etruscos les enseñaron, entre otras cosas, la fundición del bronce y la elaboración del vino; más tarde de forma indirecta influyeron en la adopción de caracteres etruscos como base de la “escritura rúnica” de los germanos.
En autores como Aldous Huxley y D. H. Lawrence, la cultura etrusca aparece transfigurada en el “mito de un mundo perdido”, en el que la personalidad del individuo no está todavía sometida a las coacciones de un entorno tecnificado y rígidamente reglamentado] (op. cit. (2)).
Segovia, 9 de octubre del 2022
Juan Barquilla Cadenas.