PLAUTO: ANFITRIÓN (Pasajes de la obra)
Tito M. Plauto (254 a. de C. -184 a. de C.) fue un escritor de comedias, romano.
La comedia “Anfitrión” escenifica los amores adúlteros de Júpiter con Alcmena, esposa del general tebano Anfitrión, y su resultado: el nacimiento de Hércules.
Es una de las comedias más famosas de Plauto.
Es la primera “tragicomedia” conocida, así denominada en el prólogo, por mostrar en escena a dioses y hombres.
Mientras que la tragedia es el género de héroes y dioses, la comedia lo es de la gente normal.
La maestría de Plauto sobresale en el tratamiento del “doble”, pues el dios Júpiter se va a disfrazar de Anfitrión para disfrutar del amor de Alcmena, y el dios Mercurio va a tomar la forma de Sosias, el esclavo de Anfitrión, con el fin de alejarlo de la casa.
Las escenas de equívocos, sobre todo el magistral diálogo entre Sosias y Mercurio son un ejemplo de la capacidad de confusión a la que puede dar lugar el “doble”.
Otro momento sobresaliente y muy romano de la comedia se da en las protestas orgullosas y dignas de Alcmena contra las acusaciones de infidelidad que le dirige su esposo Anfitrión.
El caso es que Anfitrión estaba en lo cierto, pero Alcmena tampoco mentía y arguye con toda una batería de tópicos sobre la “pudicitia” (pudor, honestidad) romana para justificar su digno papel de “uxor dotata” (esposa con dote).
Al final, la criada de Alcmena, Bromia, relata que, en medio de los dolores del parto de Alcmena y del nacimiento de Hércules e Ificles, se reveló Júpiter en toda su majestad, a modo de “deus ex machina” (dios procedente de un artilugio) para anunciar que él era el padre de Hércules y que Alcmena era inocente de las acusaciones de adulterio que contra ella había lanzado su esposo.
Un final menos feliz, porque, aunque Anfitrión parece conforme con la situación y la futura fama que le dará su supuesto hijo, Hércules, sabemos por el mito que nunca perdonó esa infidelidad a su esposa y que intentó matarla en alguna que otra ocasión; para salvarla, Júpiter tuvo que intervenir y provocar una llama, cuando Anfitrión levantó una hoguera para quemarla. Se trata de un evidente episodio de violencia machista, en este caso, como suele ser habitual, fruto de los celos.
Otro dato relevante de la comedia se halla en el prólogo, narrado por Mercurio, que, como es preceptivo, se dirige al público.
En él adelanta una parte importante de los acontecimientos que se van a desarrollar en escena, pero una parte queda silenciada, y será de nuevo Mercurio quien, en otro monólogo que funciona a modo de segundo prólogo, informe de los detalles por venir: el parto sin dolor de Alcmena y el nacimiento de gemelos: uno será el hijo de Anfitrión, Ificles; y el otro, el hijo de Júpiter, Hércules.
En el primer encuentro de amor entre Júpiter y Alcmena, el padre de los dioses (Júpiter) le pide a Mercurio que prolongue la noche para poder gozar mejor de su amada, una circunstancia que se ha convertido en un tópico literario: la “nox longa” (la noche larga).
Aunque el tono es marcadamente paródico, el argumento es claramente trágico, y supone la puesta en entredicho de la fama de Alcmena y el honor de Anfitrión.
Pocos datos hay para fijar la fecha de la composición de la obra; parece aceptado que no pertenece a la época primera de la producción plautina, simplemente por la maestría de los diálogos y la capacidad paródica de la obra, más cercana de las formas teatrales latinas que Plauto usó al final de su carrera.
Algunas interpretaciones históricas llevan a pensar en el 201 a. de C., fecha de la batalla de Zama contra Aníbal; según Tito Livio, la carga de la caballería fue crucial para el resultado final, y esa descripción coincidiría con la de la batalla narrada por Sosias contra los Teleboas.
Pero nada es seguro. Lo que sí es seguro, sin embargo, es la enorme popularidad que esta comedia alcanzó en la tradición posterior y en todas las literaturas.
El cine no ha sido ajeno a este drama, y lo ha reflejado siempre en términos trágicos, recuperando la tendencia inicial de leerse en clave trágica, lo que acentúa aún más la original parodia plautina.
Pasajes de la obra:
1. PRÓLOGO
MERCURIO: (dirigiéndose al público)
… Ahora atended que os voy a exponer el argumento de esta comedia.
Esta ciudad es Tebas. En esa casa que veis, ahí vive Anfitrión, nacido de Argos, de padre argivo y casado con Alcmena, hija de Electrión. En este momento Anfitrión está al frente de las legiones, pues el pueblo tebano se encuentra en guerra con los Teleboas. Mas antes de partir para la guerra, dejó embarazada a su esposa Alcmena. Pero creo que ya sabéis cómo es mi padre (Júpiter), qué libertades se permite en todas estas cuestiones y con qué apasionamiento ama a toda mujer de la que se enamora. Empezó a amar a Alcmena a escondidas de su esposo, usufructuó su cuerpo, la violó y, como consecuencia, la dejó embarazada de los dos, de su marido y del Supremo Júpiter.
En este momento mi padre está ahí dentro acostado con ella, y por este motivo la noche se ha prolongado, mientras él disfruta de la mujer que ama. Pero ha tomado el aspecto de Anfitrión.
.. Pues bien, mi padre está ahora dentro; sí, el propio Júpiter.
Se ha transformado en Anfitrión y todos los esclavos que lo ven lo toman por él. ¡Con qué facilidad cambia de piel cuando le apetece! Yo, por mi parte, he tomado la apariencia del esclavo Sosias, que partió para la guerra con Anfitrión, para poder servir a mi padre en sus amores y para que los esclavos no me pregunten quién soy, al verme ir y venir una y otra vez por la casa. Pues, como me tomarán por un esclavo, por un compañero suyo, ninguno me preguntará quién soy o a qué he venido.
Así que mi padre está ahora dentro satisfaciendo sus deseos. Está en la cama, abrazado a la mujer por la que siente una mayor pasión.
Le está contando mi padre a Alcmena lo que le ha sucedido en la guerra. Ella cree que es su marido, cuando en realidad está con un adúltero.
Ahora mi padre le está contando cómo puso en fuga a las legiones de los enemigos y cómo recibió en recompensa infinidad de regalos.
Estos regalos, que le dieron allí a Anfitrión, se los hemos quitado. A mi padre le resulta fácil hacer lo que quiere.
Pues bien, hoy va a regresar Anfitrión de la guerra y también el esclavo, cuya apariencia tengo yo. Pero para que nos podáis distinguir fácilmente, llevaré siempre en mi pétaso (sombrero) estas plumitas, y mi padre, por su parte, llevará un cordoncito de oro bajo el suyo. Esta señal no la tendrá otra persona de la casa, pero vosotros las veréis.
Pero ahí tenéis a Sosias, el esclavo de Anfitrión.
Llega ahora mismo del puerto con su farol. Le haré alejarse de la casa a su llegada.
Merecerá la pena ver a Júpiter y a Mercurio representar una comedia.
2. ACTO PRIMERO
Escena primera:
… SOSIAS:
Los enemigos se baten en retirada. Esto acrecienta el valor de los nuestros. En su huida, los cuerpos de los Teleboas son acribillados por los dardos. El mismo Anfitrión degolló al rey Pterelao con su propia mano.
El combate duró desde la mañana a la noche. Lo recuerdo perfectamente porque aquel día lo pasé en ayunas. Pero, finalmente, la noche puso término al combate con su llegada. Al día siguiente los principales de la ciudad vienen llorando a nuestro campamento, con las manos cubiertas nos piden que perdonemos su ofensa. Se entregan ellos y entregan su ciudad y sus hijos, todo lo divino y lo humano al poder y albedrío del pueblo tebano.
Después, por su valor, mi amo Anfitrión recibió como regalo la copa de oro en la que solía beber el rey Pterelao. Así es como lo contaré a mi ama.
Ahora cumpliré las órdenes de mi amo y me dirigiré a casa.
MERCURIO:
(situado delante de la puerta del palacio; aparte)
¡Atento, que viene hacia acá! Le saldré al paso. De ninguna manera permitiré que se acerque hoy a esta casa. Ya que tengo su apariencia, estoy dispuesto a burlarme de él. Y puesto que he tomado su aspecto y figura, debo tener también igual conducta y comportamiento. Así que he de ser malo, pícaro, astuto en extremo y he de valerme de su propia arma, la malicia, para alejarlo de la puerta. Pero, ¿qué es eso? Está contemplando el cielo. Observaré lo que hace.
SOSIAS:
Estoy seguro, por Pólux, si es que puedo tener certeza o seguridad de algo, de que esta noche Nocturno (lucero del alba) se ha dormido borracho.
Porque ni las Osas se desplazan en el cielo, ni la Luna se mueve desde que ha salido, ni se ponen las Pléyades, ni Orión, ni el lucero vespertino.
Las constelaciones permanecen inmóviles y la noche no deja paso al día.
… SOSIAS:
Me voy a comunicar a Alcmena las noticias que me ordenó mi amo. ¿Pero quién será ese tipo que veo delante de la puerta a estas horas de la noche? No me gusta.
MERCURIO:
(aparte) No he visto otro hombre más miedoso que éste.
SOSIAS:
Me da la impresión de que ese tipo quiere tejer mi capa de nuevo (a fuerza de golpes).
MERCURIO:
(aparte) Nuestro hombre tiene miedo. Le tomaré el pelo.
SOSIAS:
Estoy perdido: los dientes me pican. Sin duda me va a dispensar un recibimiento… pugilístico a mi llegada. Seguro que lo hace por compasión. Como mi amo me ha obligado a pasar la noche en vela, éste me va a hacer dormir a puñetazos. Estoy completamente perdido. ¡Santo cielo, qué alto y qué fuerte es!
…MERCURIO:
¿Puedo saber adónde vas, de quién eres o a qué has venido?
SOSIAS:
(señalando el palacio de Anfitrión) Vengo aquí y soy esclavo de mi amo. ¿Te has enterado?
MERCURIO:
Me voy a cargar esa maldita lengua, bellaco.
SOSIAS:
Imposible. Es casta y está bien guardada.
MERCURIO:
¿Sigues con tus agudezas? ¿Y qué haces merodeando por esta casa?
SOSIAS:
Di más bien qué haces tú.
MERCURIO:
El rey Creonte pone aquí un centinela todas las noches.
SOSIAS:
¡Bien hecho! Como estábamos en el extranjero, hizo proteger nuestra casa. Pero ahora vete. Dile que han llegado los familiares.
MERCURIO:
No sé qué grado de familiaridad es el tuyo. Pero si no te largas inmediatamente, querido familiar, te aseguro que tendrás un recibimiento muy poco familiar.
SOSIAS:
Te digo que vivo aquí y soy esclavo de esta casa.
MERCURIO:
¿Y sabes lo que te digo? Que te voy a convertir en un alto personaje, si no te largas de aquí.
SOSIAS:
¿Cómo es eso?
MERCURIO:
Te llevarán en parihuelas, no te irás por tu propio pie, si cojo una estaca.
SOSIAS:
Pero ¿no te digo que soy un esclavo de esta familia?
MERCURIO:
Ten cuidado, por favor, que te vas a llevar una paliza, si no te largas inmediatamente de aquí.
SOSIAS:
¿Es que pretendes impedirme entrar en casa a mi llegada del extranjero?
MERCURIO:
¿Es esta tu casa?
SOSIAS:
Te digo que sí.
MERCURIO:
Y entonces, ¿quién es tu amo?
SOSIAS:
Anfitrión, que en estos momentos está al frente de las legiones y está casado con Alcmena.
MERCURIO:
Dime, ¿cómo te llamas?
SOSIAS:
Sosias, hijo de Davo, me llaman los tebanos.
MERCURIO:
Te juro, colmo de la osadía, que hoy has venido aquí para tu desgracia, con esas mentiras tan bien tramadas, con esos engaños tan bien zurcidos.
SOSIAS:
Te equivocas: vengo con las túnicas zurcidas, no con los engaños.
MERCURIO:
Sigues mintiendo: vienes con los pies, no con las túnicas.
SOSIAS:
Sí, esa es la verdad.
MERCURIO:
La verdad es que ahora mismo vas a recibir una paliza.
SOSIAS:
Por Pólux, la verdad es que no quiero.
MERCURIO:
Pero la verdad, por Pólux, es que la vas a recibir, quieras o no (le pega). Y ya ves que la verdad es de las buenas, de las que no admiten discusión.
…. SOSIAS:
(aparte) Desde luego, por Pólux, cuando lo observo detenidamente y recuerdo mi propio aspecto, el que tengo – con frecuencia me he mirado al espejo -, su parecido conmigo es extraordinario. Lleva el mismo pétaso (sombrero) y el mismo vestido. Se parece a mí tanto como yo mismo: las piernas, los pies, la estatura, el corte de pelo, los ojos, la nariz o los labios, la mandíbula, el mentón, la barba, el cuello, todo cicatrices, no habrá parecido más parecido.
Pero, cuando lo pienso, no hay duda de que soy el mismo de siempre. Conozco a mi amo, conozco nuestra casa, estoy en mis cinco sentidos y sano juicio.
.. SOSIAS:
Será mejor que me marche. ¡Dioses inmortales, socorredme, os lo suplico! ¿Dónde me he perdido? ¿Dónde me he transformado? ¿Dónde he perdido mi figura? ¿O me habré dejado olvidado en la nave? Porque éste, desde luego, posee toda mi apariencia, la que hasta ahora he tenido. Lo que nadie me hará de muerto, se me hace en vida. Ahora me voy al puerto para contarle a mi amo todo lo sucedido, salvo que él (levantando la vista al cielo) –quiéralo Júpiter – tampoco me reconozca. Así hoy mismo, afeitaré mi cabeza al cero y pondré en ella el gorro de liberto. (sale).
Escena segunda:
MERCURIO:
(solo) Este trabajo mío de hoy ha sido un éxito rotundo, completo. He logrado alejar de la puerta al mayor de los estorbos, para que mi padre pueda, sin peligro, abrazar a su amada. Ese pobre, en cuanto llegue a presencia de su amo Anfitrión, le contará que su esclavo Sosias lo ha alejado de la puerta, y, naturalmente, Anfitrión creerá que le está mintiendo y no querrá creer que ha venido aquí, como le había ordenado. Yo voy a confundirlos y volverlos locos a los dos y a toda la familia de Anfitrión, hasta que mi padre se haya saciado de su amada. Sólo entonces todos sabrán lo sucedido. Al final, Júpiter restablecerá la antigua armonía entre Alcmena y su marido. Pues Anfitrión inmediatamente va a armar un escándalo a su esposa y va a acusarla de adulterio. Entonces mi padre, en atención a ella, calmará la tempestad.
En cuanto a Alcmena, que no os lo he dicho anteriormente, hoy dará a luz dos gemelos: uno de ellos nacerá a los diez meses de su concepción, el otro a los siete. El primero es de Anfitrión, el segundo de Júpiter.
Pero en atención a Alcmena, mi padre ha hecho que esto ocurra en un solo parto para que con un solo dolor ponga fin a dos malos ratos. Así no se verá expuesta a la sospecha de adulterio y quedarán a cubierto sus relaciones secretas, aunque Anfitrión lo sabrá todo. Y entonces, ¿qué? Nadie acusará a Alcmena de adulterio, pues no parece justo que un dios consienta que sus propias faltas y sus propias culpas recaigan sobre un mortal.
(Júpiter, con la figura de Anfitrión, se despide de Alcmena, diciéndole que tiene que marchar de nuevo al campamento, pues lo ha dejado en secreto para que fuese ella la primera en saber de su boca cómo ha dirigido la campaña. Y se marcha con Mercurio que tiene la figura del esclavo Sosias.)
3. ACTO SEGUNDO
Escena segunda:
(llega el verdadero Anfitrión con su esclavo Sosias a casa)
ANFITRIÓN:
(sin ver a Alcmena)
Creo, por Pólux, que mi mujer espera ansiosamente mi llegada, porque me quiere, como yo a ella, sobre todo después de terminada felizmente la campaña y vencidos los enemigos. Todos los consideraban invencibles.
Pero bajo mi mando y mis auspicios los hemos vencido al primer combate. Sí, estoy seguro de que mi mujer desea y espera ansiosamente mi llegada.
ALCMENA:
(viendo a Anfitrión) ¡Pero si éste es mi marido!
ANFITRIÓN:
(a Sosias, sin ver a Alcmena) Tú sígueme por aquí.
ALCMENA:
(aparte) Pero, ¿cómo será que vuelve, si hace un momento aseguraba tener mucha prisa? ¿O vendría con el propósito de probarme y querrá comprobar cómo lamento su partida? Por Cástor, que no me disgusta su regreso.
… ALCMENA:
(aparte) Creo que cumpliría mejor con mi deber saliendo a su encuentro.
ANFITRIÓN:
(dirigiéndose a Alcmena) Anfitrión saluda con alegría a su añorada esposa, a quien su marido considera la mejor de todas las de Tebas, y de quien también los tebanos proclaman su honestidad. ¿Has estado siempre bien? ¿Te alegras de mi llegada?
SOSIAS:
(Observando la sorpresa y finalidad del recibimiento de Alcmena, aparte, con ironía)
No he visto alegría mayor. Se alegra tanto que lo saluda ni más ni menos que a un perro.
ANFITRIÓN:
Me alegro de verte embarazada, de verte lozana.
ALCMENA:
Te lo suplico, por Cástor, ¿por qué quieres burlarte de mí, saludándome y hablándome como si no me hubieras visto hace un rato, como si volvieras ahora por primera vez a casa de la guerra? [Me hablas como si hiciera mucho tiempo que no me ves]
ANFITRIÓN:
Pues te aseguro que hasta ahora mismo no te había visto en parte alguna.
ALCMENA:
¿Por qué lo niegas?
ANFITRIÓN:
Porque me han enseñado a decir la verdad.
ALCMENA:
Pues no obra bien el que olvida lo que le han enseñado.
¿Es que venís a probar mis sentimientos? Pero, ¿por qué volvéis tan pronto? ¿O es que te han retenido los auspicios? ¿O es el mal tiempo el que te detiene y te impide ir a reunirte con tu ejército, como me dijiste hace un rato?
ANFITRIÓN:
¿Hace un rato sucedió eso?
ALCMENA:
Tú quieres probarme: hace un rato, hace un momento.
ANFITRIÓN:
Pero, por favor, ¿cómo puede ser eso que dices: “hace un rato, hace un momento”?
ALCMENA:
¿Qué te figuras? ¿Que respondo con burlas a tus burlas, porque dices llegar ahora por primera vez, cuando hace un momento que te has ido de aquí?
ANFITRIÓN:
Sin duda esta mujer delira.
SOSIAS:
Espera un momento a que despierte de su sueño.
ANFITRIÓN:
¿Quién? ¿Ella? Pero si sueña despierta.
ALCMENA:
Por Cástor, claro que estoy despierta y despierta te cuento lo que ha ocurrido. Pues hace un rato, antes de amanecer, os vi a éste y a ti.
ANFITRIÓN:
¿En dónde?
ALCMENA:
Aquí, en tu propia casa.
… ANFITRIÓN:
(a Alcmena) Alcmena, quiero preguntarte una cosa.
ALCMENA:
Pregunta lo que quieras.
ANFITRIÓN:
¿Es que te has vuelto loca o rebasas de soberbia?
ALCMENA:
¿Cómo se te ocurre preguntarme eso, marido mío?
ANFITRIÓN:
Porque hasta ahora solías saludarme a mi llegada y darme la bienvenida como suelen hacer con sus maridos las mujeres virtuosas.
ALCMENA:
De verdad, por Pólux, que te saludé ayer, nada más llegar, y también te pregunté si habías estado bien siempre, marido mío, y te cogí la mano y te di un beso.
SOSIAS:
¿Que tú lo saludaste ayer?
ALCMENA:
Y a ti también Sosias.
… ANFITRIÓN:
(a Alcmena) ¿Tú me viste ayer aquí?
ALCMENA:
Sí, te vi. ¿Quieres que te lo repita cien veces?
ANFITRIÓN:
¿En sueños, quizás?
ALCMENA:
No, bien despierta y bien despierto tú también.
…ALCMENA:
Te aseguro, por Cástor, que estoy cuerda y sana.
ANFITRIÓN:
Entonces, ¿por qué afirmas que me viste ayer, si hemos arribado anoche al puerto? Allí cené y allí dormí a bordo de la nave toda la noche. Y no he puesto mi pie en esta casa desde que partí con el ejército para la guerra contra los Teleboas y desde que los vencimos.
ALCMENA.
¡Ah, no! Tú cenaste conmigo y te acostaste conmigo.
ANFITRIÓN:
¿Qué dices?
ALCMENA:
La verdad.
ANFITRIÓN:
En esto desde luego que no, por Hércules; en lo demás no sé.
ALCMENA:
Al despuntar el alba te fuiste a reunir con las legiones.
ANFITRIÓN:
¿Cómo?
.. ANFITRIÓN:
(a Alcmena) ¿Yo me he despedido de ti hoy al amanecer?
ALCMENA:
Y entonces, ¿quién si no vosotros me contó cómo se desarrolló el combate?
ANFITRIÓN:
¿Es que también sabes eso?
ALCMENA:
Claro, porque he oído de tu boca cómo habías asaltado la mayor parte de las ciudades y cómo habías dado muerte al rey Pterelao.
ANFITRIÓN:
¿Yo te conté eso?
ALCMENA:
Sí, tú; y en presencia de Sosias.
… ANFITRIÓN:
¿Es que no le crees a él ni a mí, que soy tu propio marido?
ALCMENA:
No, porque me creo más a mí y sé que las cosas han sucedido tal y como afirmo.
ANFITRIÓN:
¿Y tú dices que llegué ayer?
ALCMENA:
¿Y tú niegas que te has ido hoy?
ANFITRIÓN:
Claro que lo niego y afirmo que llego ahora a casa por primera vez.
ALCMENA:
Por favor, ¿y también vas a negar que me has dado hoy como regalo la copa de oro que dijiste que te regalaron los Teleboas?
ANFITRIÓN:
Por Pólux, que ni te la di ni te lo dije. Sin embargo, era mi intención, y aún lo sigue siendo, regalarte esa copa. ¿Pero quién te lo dijo?
ALCMENA:
Te aseguro que lo oí de tu propia boca y recibí la copa de tu propia mano.
ANFITRIÓN.
Un momento, un momento por favor (aparte, a Sosias) Me parece un milagro, Sosias, que ella sepa que los Teleboas me regalaron una copa de oro, a no ser que tú hayas estado con ella hace un rato y se lo hayas contado todo.
SOSIAS:
Te juro, por Pólux, que ni se lo he dicho ni la he visto hasta ahora, al mismo tiempo que tú.
.. ALCMENA:
¿Quieres que te enseñe la copa?
ANFITRIÓN:
Sí quiero.
ALCMENA:
De acuerdo. (a una esclava) Tésala ve a casa y trae la copa que me regaló hoy mi marido.
ANFITRIÓN:
(separándose un poco de Alcmena) Ven aquí, Sosias. De verdad que sería el más milagroso de los milagros que ella tuviera la copa.
SOSIAS:
¿Pero de verdad crees eso, cuando la copa viene en este cofrecillo sellado con tu sello?
ANFITRIÓN.
¿Y el sello está intacto?
SOSIAS:
(enseñándole el cofre) Mira.
ANFITRIÓN:
Sí, está como lo sellé.
… ALCMENA:
(mostrando la copa que acaba de entregarle Tesala)
¿Para qué decir nada? Aquí tienes la copa, hela aquí.
ANFITRIÓN:
Dámela.
ALCMENA:
Anda, mira hacia aquí, tú que niegas las cosas que han sucedido. Pero yo ahora mismo te voy a demostrar la verdad aquí públicamente. ¿Es esta la copa que te regalaron los Teleboas?
ANFITRIÓN:
¡Júpiter Supremo! ¿Qué estoy viendo? Claro que ésta es la copa. ¡Estoy perdido, Sosias!
SOSIAS:
(mostrando el cofre) ¡Por Pólux! O tu mujer es con mucho la mayor bruja del mundo o la copa tiene que estar aquí dentro.
ANFITRIÓN:
Vamos, abre el cofre.
.. ANFITRIÓN:
De todas formas, quiero abrirlo y mirar dentro.
SOSIAS:
Pero, por favor, comprueba antes el sello, no sea que después vayas a hacer recaer la culpa sobre mí.
ANFITRIÓN:
Abre de una vez, porque esta mujer pretende volvernos locos con sus afirmaciones.
ALCMENA:
(a Anfitrión) ¿Y de dónde me viene a mí esta copa, si no me la has dado tú?
ANFITRIÓN:
Esto es lo que he de averiguar.
SOSIAS:
¡Oh Júpiter, Júpiter!
ANFITRIÓN:
¿Qué te ocurre?
SOSIAS:
Aquí, en el cofre, no hay ninguna copa.
… ANFITRIÓN:
(a Alcmena) ¿Y afirmas que nosotros vinimos ayer?
ALCMENA:
Sí, lo afirmo. Y, nada más llegar, me saludaste y yo te saludé y te di un beso.
ANFITRIÓN:
(a Alcmena) Continúa.
ALCMENA:
Te bañaste.
ANFITRIÓN:
¿Y después de bañarme?
ALCMENA:
Te recostaste en el lecho.
ANFITRIÓN:
(a Alcmena) Adelante, continúa.
ALCMENA:
Se sirvió la cena. Cenaste conmigo. Yo me recosté a tu lado.
ANFITRIÓN:
(a Alcmena) ¿Y después de cenar?
ALCMENA:
Dijiste que tenías sueño. Quitaron la mesa. Nos fuimos a acostar.
ANFITRIÓN:
¿Y dónde te acostaste?
ALCMENA:
Contigo, en la misma cama, en nuestra habitación.
… SOSIAS:
¿Qué te ocurre?
ANFITRIÓN:
¡Pobre de mí, estoy perdido! La honestidad de mi mujer en mi ausencia ha sido mancillada.
ALCMENA:
Por Cástor, te lo suplico, ¿por qué he de escuchar esas palabras de tu boca, marido mío?
ANFITRIÓN:
¿Yo tu marido? No me llames por un nombre falso, falsaria.
ALCMENA:
(a Anfitrión) Pero, ¿qué he hecho yo para que me digas eso?
ANFITRIÓN:
¿Tú misma proclamas tu conducta y me preguntas a mí qué delito has cometido?
ALCMENA:
SÍ, ¿qué delito he cometido contra ti, si pasé la noche contigo que eres mi marido?
ANFITRIÓN:
¿Que pasaste la noche conmigo? ¡Habrase visto desvergüenza mayor! Si careces de vergüenza, al menos deberías pedirla prestada.
ALCMENA:
Esa acción de que me acusas no es propia de mi linaje. Si tratas de cogerme en delito de deshonestidad no lo conseguirás.
… ANFITRIÓN:
¿No cené ayer a bordo de la nave en el puerto pérsico?
ALCMENA:
También yo tengo testigos que pueden confirmar mis palabras.
.. ALCMENA.
Por el reino del rey supremo y por Juno, la madre de familia, a la que se debe la máxima veneración y temor, te juro que aparte de ti ningún mortal ha tocado mi cuerpo con el suyo ni, por tanto, me ha deshonrado.
ANFITRIÓN:
¡Ojalá fuera verdad eso!
ALCMENA:
Te digo la verdad, pero en vano, porque no quieres creerme.
.. ALCMENA:
Yo no considero mi dote lo que se llama normalmente dote, sino la honestidad, el recato, el dominio de las pasiones, el miedo a los dioses, el amor a los padres, la concordia entre los parientes, ser sumisa a mi marido, generosa con los buenos y servicial con las personas honestas.
.. ANFITRIÓN.
Escucha y contéstame a esta pregunta: si voy a buscar a la nave a tu pariente Náucrates que hizo conmigo la travesía, a bordo de la misma nave, y él niega que sean ciertas tus afirmaciones, ¿qué crees tú que te mereces? ¿Puedes alegar alguna razón para que no te repudie?
ALCMENA:
S¡ soy culpable, ninguna.
4. ACTO TERCERO
Escena primera:
(Júpiter se aparece de nuevo transformado en Anfitrión y le va a decir a Alcmena que todo lo que le ha dicho ha sido una broma, para que le perdone)
ALCMENA:
(sin ver a Júpiter)
No puedo resistir más en esta casa. ¡Verme así acusada de deshonestidad, de adulterio, de infidelidad por mi propio marido! Niega a gritos lo sucedido y en cambio me acusa de lo que no ha sucedido y no soy culpable.
Y se figura que voy a quedarme como si tal cosa. Por Pólux, que no será así. No toleraré que me acuse de deshonestidad falsamente: o me da una satisfacción y además jura que se retracta de todas las acusaciones que profirió contra mí, inocente, o lo abandono.
… JÚPITER:
No porque te lo haya dicho vas a serlo (deshonesta) ni yo creo que lo seas. Y precisamente he vuelto para disculparme. Porque nunca nada me ha dolido tanto como saber que estabas enfadada conmigo. “Entonces, ¿por qué lo dijiste?”, preguntarás. Te lo voy a explicar. Por Pólux, para poner a prueba tus sentimientos y saber qué hacías y cómo reaccionabas. Te aseguro que todo lo que te dije ha sido de broma, por hacer una gracia.
(Después Bromia, esclava de Anfitrión, le cuenta a éste que Alcmena ha dado a luz gemelos, y los prodigios ocurridos durante el parto).
Escena segunda:
(Finalmente Júpiter apareciéndose va a explicar lo que ha pasado)
JÚPITER:
(Bajando del cielo, posiblemente como “deus ex machina” (dios procedente de una máquina).
Tranquilízate, Anfitrión. Heme aquí para ayudarte a ti y a los tuyos. A los adivinos y arúspices mándalos a paseo a todos. Lo que va a suceder y lo que ha sucedido te lo revelaré yo mucho mejor que ellos, que por algo soy Júpiter.
En primer lugar, yo usufructué el cuerpo de Alcmena, la violé y como consecuencia la dejé embarazada. Tú también la dejaste embarazada al partir para la guerra. En un solo parto ha dado a luz a los dos niños. Uno, el que ha sido engendrado por mí (Júpiter), con sus hazañas te dará una gloria inmortal.
Tú vuelve a la concordia de siempre con tu esposa Alcmena. No ha hecho nada de que puedas acusarla. Lo que hizo, lo hizo forzada por mí. Yo me retiro al cielo (Júpiter desaparece).
Escena tercera:
ANFITRIÓN:
Cumpliré tus órdenes, pero te suplico que mantengas tus promesas. Me voy adentro junto a mi esposa y mando a paseo al viejo Tiresias (un adivino).
Ahora, espectadores, en atención al gran Júpiter, aplaudid fuertemente.
(Plauto – Terencio. Comedia latina. Obras completas de Plauto y Terencio. Traducción de José Román Bravo. Edición, introducciones y notas de Rosario López Gregoris. Edit. Cátedra)
Segovia, 12 de febrero del 2023
Juan Barquilla Cadenas.