HORACIO: ÉPODO 16
Horacio (65 a. de C. – 8 a. de C.) fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina.
En este épodo 16, ante la situación de las guerras civiles que se produjeron en Roma, Horacio busca la solución en que la gente honesta se marche de Italia a un lugar idealizado que coincide con el existente en la “edad de oro” de que habla Hesíodo, opuesta a la “edad de hierro”, identificada con la situación de las guerras civiles en Italia.
En esta “edad de oro” hay una armonía, incluso en la naturaleza, en ese lugar a donde emigraría la población romana honesta.
De algún modo muestra cómo la “emigración” surge, como en el mundo actual, debido a las guerras y a la mala situación en el lugar de origen, de la que tratan de huir las personas para buscar una vida mejor en otros lugares.
Pone como modelo o ejemplo la emigración de los “focenses”, que abandonaron su ciudad en Asia Menor, asediada por Ciro, y huyeron por mar hasta tierras occidentales, fundando en la Galia la ciudad de Marsella.
ÉPODO 16:
“Las guerras civiles trituran ya a una segunda generación y por sus propias fuerzas cae abatida Roma.
No pudieron acabar con ella ni sus vecinos los marsos, ni el ejército etrusco del amenazante Porsena (1); y no la vencieron ni el valor de Capua (2), émulo del suyo, ni el fiero Espartaco (3), ni el alóbrogue, traidor a la revolución (4), ni la salvaje Germania con su ojiazulada juventud (5), ni Aníbal, detestado por las madres; somos nosotros, generación impía, hija de sangre maldita, quienes la haremos sucumbir, y su suelo será de nuevo habitación de fieras.
Un bárbaro vencedor, ¡ay!, pisoteará sus cenizas y montado a caballo, flagelará la ciudad con su casco resonante; y los huesos de Quirino (6), que están a salvo de vientos y soles - ¡ sacrilegio contemplarlo! – las irá esparciendo en el colmo de su osadía”.
Notas:
(1) Porsena, rey etrusco que luchó contra Roma con el propósito de restablecer a Tarquinio el Soberbio en el trono.
(2) En la Segunda Guerra Púnica, Capua se convirtió en rival de Roma por pasarse a la causa de Aníbal.
(3) Espartaco, caudillo en la guerra de los esclavos (73 -71 a. de C.), que con su ejército recorrió toda Italia practicando el pillaje y la matanza.
(4) En la “Conjuración de Catilina”, los alóbrogues, pueblo de la Galia Narbonense, traicionaron a los conjurados revelando a Cicerón sus proyectos.
(5) Se refiere a los Cimbrios y Teutones derrotados por Mario (102-101 a. de C.).
(6) Quirino, nombre del rey Rómulo, divinizado después de su muerte.
“Tal vez todos en conjunto, o el grupo más sensato entre vosotros (1), buscáis cómo libraros de tan penosas desgracias.
Ninguna solución hay quizá mejor que ésta (a ejemplo de los foceos (2), cuya ciudadanía, cubierta de maldiciones, huyó de sus campos y lares (hogares) patrios, dejando los templos para que los habitaran los jabalíes y lobos rapaces): ir a donde nos lleven los pies y a donde a través de las olas nos llame el Noto o el Ábrego (3) impetuoso.
¿Os parece bien?, ¿o tiene alguien otro plan mejor que proponer?, ¿por qué, siendo halagüeños los auspicios, esperamos para embarcar?
Pero juremos en estos términos: cuando los guijarros asciendan del fondo del agua y sobrenaden, entonces deje de ser un sacrilegio la vuelta.
Y deje de afligirnos girar las velas rumbo a la patria, cuando el Po haya bañado las cumbres del Matino (4), o bien el alto Apenino haya bajado corriendo a la mar, y un amor milagroso haya producido monstruosas uniones, frutos de pasión nueva: de modo que las tigresas les plazca ser cubiertas por los ciervos, adultere también la paloma con el milano, no teman los rebaños, confiados, a los rojizos leones, y el macho cabrío haciéndose tersa su piel, guste de la salada llanura del mar (5)”.
Notas:
(1) Horacio se dirige a una asamblea de ciudadanos romanos.
(2) Los habitantes de Focea, en Asia Menor, abandonaron su ciudad cuando ésta era asediada por Ciro, y huyeron por mar hasta tierras occidentales, fundando en la Galia la ciudad de Marsella.
(3) Ábrego, viento del Suroeste, frente al Noto, viento del Sur.
(4) Matino, monte de Apulia, situado junto a la costa.
(5) Todo lo dicho es un ejemplo de la figura literaria llamada “adynaton” o enumeración de cosas imposibles.
“Obligada ya la ciudad con tales imprecaciones y otras que pudieran cortar (impedir) el dulce regreso, marchemos todos o la parte mejor de nuestra indócil grey; ¡el perezoso y el sin esperanza sigan apegados hasta el fin a estas madrigueras de siniestro augurio!
Vosotros, en quienes reside el valor, dejad a un lado el mujeril lamento y volad más allá de las playas etruscas.
Nos espera el Océano que fluye en derredor de la tierra: las campiñas, busquemos las feraces campiñas y las islas afortunadas (1), donde la tierra cada año hace entrega de Ceres (2) sin haber sido arada y sin haberla podado florece la viña; renueva sus brotes también el ramo de olivo sin nunca frustrar esperanzas, y el higo morado engalana el árbol en el que nació; mieles manan de la hueca encina; de la altura de los montes baja saltando la linfa (el agua) ligera con pie bullidor. Allí las cabrillas, sin ser guiadas, marchan al ordeño, y el ganado amigo regresa trayendo sus ubres repletas; ni el oso al caer la tarde gruñe en torno al aprisco, ni las profundidades del suelo se hinchan, llenas de víboras; otras muchas maravillas, además, contemplaremos felices: cómo ni el Euro lluvioso (2) erosiona los campos con aguaceros continuos, ni las fértiles simientes se abrasan con la gleba (tierra) seca, equilibrando los dos extremos el rey de los celestes moradores (3).
No puso rumbo hacia aquí ningún pino (barco) impulsado por remo argonáutico (4), ni la impúdica joven de Colcos (5) dirigió aquí su pie, ni hacia aquí torcieron sus espolones los marineros sidonios (6), ni tampoco la tripulación de Ulises, sufridora de trabajos; ninguna enfermedad daña al ganado aquí, ni el abrasante calor de astro ninguno sofoca a la grey.
Júpiter reservó aquellas playas para la gente piadosa cuando mancilló con bronce la edad dorada; con bronce, y después con hierro endureció los siglos (7), de los que una fácil huida brindo yo, visionario poeta, a los hombres piadosos.
Notas:
(1) Islas Afortunadas: islas situadas en Occidente, donde se creía que iban a vivir los puros y piadosos después de la muerte, más o menos identificadas con el Elíseo. A veces se ha identificado las Islas Afortunadas con las islas Canarias.
(2) Ceres: metonimia por cereales, siendo Ceres la patrona de ellos y la que les da nombre.
(3) Euro: viento del Sureste.
(4) Se refiere a Júpiter.
(5) La nave Argo, según se decía, había sido la primera nave en surcar el mar.
(6) Se refiere a Medea.
(7) Marineros sidonios: los fenicios, famosos navegantes.
(8) El mito de Hesíodo de las sucesivas razas humanas, en el comienzo del mundo, distinguía cinco de ellas: la de oro, plata, bronce, de los héroes y de hierro.
Virgilio sólo distingue dos edades: la de oro o de Saturno, y la de hierro o de Júpiter.
Horacio, según se ve, hace aquí distinción de tres: oro, bronce y hierro; cada una de ellas, entiende el mito, era progresivamente peor que su antecesora.
(Horacio. Épodos. Odas. Introducción, traducción y notas de Vicente Cristóbal. Alianza Editorial. Madrid. 2018).