AULO CORNELIO CELSO

AULO CORNELIO CELSO

Fue un célebre médico romano.

Se cree que vivió en el siglo I de la era cristiana.

Se ignora la época precisa en que vivió Celso, sin embargo, al estar citado por Plinio y el que haga alusión a Themison (otro médico del siglo I a. de C.) hacen pensar que debió vivir entre los reinados de Tiberio y de Calígula, y quizá a fines del de Augusto.

No escribe sólo de medicina, queda de él también una “Rethorica” y se sabe que se ocupó de leyes, de historia, de filosofía, de arte militar y de agricultura.

Plinio le cita, pero nunca a propósito de medicina.

Quizás deba verse en él un sabio enciclopedista, que compiló de los autores griegos todas las observaciones útiles de un arte que no había ejercido; porque la medicina era un arte considerado por los romanos como oficio, que abandonaban a los helenos.

Su “Tratado de medicina” está dividido en ocho libros.

Después de resumir la historia de aquel arte desde Podalirio y Machaón (los dos médicos fabulosos celebrados por Homero), hasta Themison de Laodicea, Celso expone los dos sistemas en que se dividía la medicina de su tiempo, el de los “racionalistas” y el de los “empíricos”. Los unos no admitían más autoridad que la de la práctica, mientras que a los ojos de los otros la experiencia era insuficiente si no se unía a ella el conocimiento interno del cuerpo y de las cosas naturales.

Los “racionalistas” tenían por principio que el médico debe conocer las causas ocultas y próximas de las enfermedades, remontándose hasta los orígenes de la organización y estudiando con el mayor cuidado la estructura interna del cuerpo humano.

Para ello se valían de la disección de los cadáveres, y aprobaban que Herófilo y Erasístrato (médicos del siglo III a. de C.) hubiesen hecho la vivisección a varios criminales en pleno estado de salud, para sorprender los secretos de la naturaleza y llegar a conocer la situación de los órganos, su color, su forma, su tamaño, su disposición, su grado de consistencia, sus protuberancias y sus depresiones. Según ellos, no había crueldad en buscar en los tormentos de unos cuantos criminales los medios de conservar la salud de millares de generaciones.

Los “empíricos” sostenían que era ocioso tratar la cuestión de las causas ocultas, debido a que la naturaleza es impenetrable. Dado por supuesto que no había que descubrir nuevas enfermedades, concluían que lo que había que hacer era buscar nuevas medicaciones. Si se presenta, decían, alguna afección ignorada, el médico no debe por ello remontarse a causas oscuras, sino a examinar la enfermedad conocida que tiene más relación con ella y aplicarle por analogía los remedios más semejantes. Miraban como inútil la dirección, con pretexto de que la muerte cambia instantáneamente el aspecto de los órganos, y rechazaban, sobre todo, con gran indignación la vivisección.

Después de esta exposición de las doctrinas de la medicina racionalista y de la medicina empírica, Celso expone sus propias ideas, que pudieran llamarse “eclécticas”.

En todo su libro permanece fiel a este espíritu de eclecticismo.

Y sabe preservarse de los prejuicios de los sistemas, y mantener su independencia enfrente de las opiniones más caracterizadas.

Por eso, a pesar de su veneración hacia Hipócrates, a quien proclama como el mayor médico de la Antigüedad y el padre de toda la medicina, no duda en colocarse contra él al lado de Asclepiades para burlarse de sus días críticos y de sus números pitagóricos.

Pero el turno de Asclepiades no se hace esperar, y Celso, que le toma también por modelo en muchas ocasiones, no vacila en calificar sus opiniones de inconvenientes o erróneas. Esta introducción ocupa la mitad del primer libro, el resto encierra preceptos de higiene.

El segundo, trata de una manera general de la semiótica y de la terapéutica. Y el tercero y el cuarto están consagrados a las enfermedades en particular.

Al principio del último se encuentra un breve tratado de “splacnología (ciencia que se dedica al estudio, sobre todo, anatómico de las vísceras de las cavidades abdominal y torácica), que puede servir para darnos idea del estado de los conocimientos anatómicos entre los antiguos.

En los cuatro últimos libros se encuentra todo cuanto se refiere a la farmacia y las enfermedades quirúrgicas.

A sus méritos de sabio y de filósofo, Celso une un maravilloso talento de estilista.

Según la opinión general, y a pesar de los esfuerzos ingeniosos de algunos comentaristas para hacer a este médico contemporáneo de Augusto, amigo de Horacio, de Virgilio y de Tito Livio, no cabe duda que floreció en tiempos de Tiberio.

Celso debió haber aprendido el arte de escribir en Tito Livio, en Varrón y en los escritos filosóficos de Cicerón.

Las prescripciones médicas de Celso han pasado de moda y sus fórmulas no forman ya parte de nuestro código; pero su excelente método, sus observaciones acerca de las costumbres en relación con la salud, todo lo que tiene de profundo conocimiento del hombre, y, sobre todo, lo que mezcla de filosofía a las teorías de su arte, eso es hoy y será siempre aplicable.

Celso es el único autor de origen itálico que ha tratado de adaptar la lengua materna al uso de las ciencias médicas, pero a pesar de sus esfuerzos, algunos de ellos humillantes para la altivez romana, muchas veces no llega a apropiarse con precisión el significado de la expresión.

Esto, no obstante, no puede dejarse de convenir en que, a las tres cualidades ordinarias del estilo de Celso, concisión, claridad y elegancia, se une una dulzura y un colorido que atrae la atención sobre el espíritu del escritor.

Celso es de la escuela de Cicerón y, al mismo tiempo que el deseo de ser exacto le defiende contra la enojosa abundancia, a veces un poco enfático, sabe evitar la sequedad de la ciencia y, sin hacer literatura médica, trata la medicina como escritor.

Celso es, de todos los autores de la Antigüedad, el que quizás ha padecido más la incuria de los monjes y de los copistas. Su obra fue poco digna de atención.

(Diccionario enciclopédico hispano-americano)

“Su único trabajo conservado en la actualidad, los ocho libros “De medicina”, constituyen la única sección que se conserva de una enciclopedia mucho más vasta titulada “De artibus” (Sobre las artes), dividida en al menos siete secciones: Agricultura, Veterinaria, Derecho, Arte militar, Filosofía, Historia y Medicina; otros añaden además la “Rethorica” y suprimen la “Historia”; el caso es que Quintiliano valoraba sobre todo las partes referentes a la agricultura, el arte militar y la medicina. Todas se perdieron salvo la última, y de las otras sólo quedan algunos contenidos asumidos por otros autores, en especial lo tocante a la agricultura.

Es fuente primaria de temas como “dieta”, “farmacia”, “cirugía” y otros temas relacionados.

La obra enciclopédica entera desapareció durante toda la Edad Media, hasta que, a comienzos del siglo XV, en Italia Guarino de Verona, redescubrió en 1426 los libros de tema médico y volvieron a circular copias del texto.

Fue la primera obra médica antigua en ser impresa (Venecia 1478) y, ya desde antes, cuando circulaba manuscrito, se convirtió en objeto de veneración por médicos y no médicos humanistas del Renacimiento, quienes valoraron sobre todo la pureza de su estilo latino y la precisión de sus doctrinas médicas.

Pero, además de su influjo como autor en medicina, la parte de su enciclopedia que trataba sobre “agricultura” inspiró parte de la obra “De re rustica” de Columela, como este mismo declara, si bien no se ha conservado sino a través de lo que en esta obra se tomó de él, que fue bastante, según Plinio el Joven.

La distribución de la obra “De medicina” sigue la división tripartita de la medicina en su época establecida por Hipócrates y Asclepio: Dieta, Farmacología y Cirugía.

Está dividida en ocho libros:

1. Historia de la medicina.

2. Patología general.

3. Enfermedades específicas.

4. Partes del cuerpo.

5. Farmacología.

6. Farmacología.

7. Cirugía.

8. Tratamiento de huesos, fracturas y ortopedia.

Celso fue llamado el “Hipócrates latino” y el “Cicerón de la medicina”, refiriéndose a su mérito como médico y como escritor”. (Wikipedia).

Pasaje: “Por qué se engorda y se adelgaza

“Las circunstancias que ayudan a engordar son: el poco ejercicio y mucho reposo; el uso de unciones; el baño después de la comida; el vientre más bien estreñido; el frío poco riguroso en invierno; el sueño completo y no demasiado largo; la cama blanda y el espíritu tranquilo.

En cuestión de alimentos y bebidas, las sustancias dulces y grasas; las comidas no distanciadas y lo copiosas que el estómago pueda soportar.

Hacen adelgazar las inmersiones en agua caliente, sobre todo si el agua es salada; el baño en ayunas; el ardor del sol, o cualquier otro calor; las vigilias (desvelos); las preocupaciones; el dormir insuficiente o excesivamente; la costumbre de acostarse en tierra en verano o en lecho duro en invierno; las carreras, los paseos prolongados y los ejercicios violentos, las purgas, los vómitos, las sustancias ácidas y astringentes, y, por último, la costumbre de no hacer más que una sola comida al día y la de beber en ayunas vino no muy frío”.

(Celso. Los ocho libros de medicina. (I, 3, 15-16). Traducción de Blanquez, A. Edit.Iberia. Antología de la literatura latina. Alianza Editorial).

Segovia, 5 de marzo del 2022

Juan Barquilla Cadenas.