MITOLOGÍA: Mito de TESEO Y ARIADNA
Teseo es el más famoso de los héroes del Ática.
Era hijo de Egeo, rey de Atenas y de Etra, hija del rey de Trecén.
Considerado como el héroe por excelencia de la estirpe jónica, se le compara con Heracles, héroe de la estirpe dórica.
Era primo de Heracles, al que casi igualaba en fuerza, pero aventajaba en belleza.
Egeo, rey de Atenas, había contraído matrimonio en dos ocasiones antes de subir al trono, pero no consiguió tener hijos de ninguno de sus matrimonios y comenzó a sentirse cada vez más vulnerable sin un heredero que le apoyara y le sucediera en el trono.
Cuando consultó al oráculo de Delfos sobre este asunto, recibió una enigmática respuesta que le aconsejaba que “no desatara el cuello del odre hasta que llegara a las alturas de Atenas”. Esto significaba que no debía mantener relaciones sexuales con ninguna mujer hasta que se reencontrara con su esposa de vuelta en Atenas, evidentemente porque de ellas resultaría la concepción de un hijo.
Sin embargo, Egeo se sintió confuso y se desvió del camino de vuelta para preguntar a Piteo, hijo de Pélope, el rey de Trecén, que era célebre por su sabiduría.
Aunque Piteo dio al momento con el significado del oráculo, no se lo reveló a Egeo para asegurarse de que su hija Etra fuera la madre del hijo de Egeo, ya que ser el primero y quizás el único hijo del rey de Atenas aseguraba ciertamente un glorioso futuro.
Así pues, agasajó a Egeo con vino y con un banquete en la misma noche de su llegada y luego hizo que Etra se colara en la cama de su huésped.
Cuando Egeo se despertó a la mañana siguiente y se dio cuenta de lo que había sucedido, dijo a Etra que sería ella la que criaría a su hijo, si llegaba a concebirlo, pero que debía mantenerse en secreto el nombre del padre. A continuación, escondió una espada y unas sandalias debajo de una enorme roca que estaba en los alrededores y ordenó a Etra que llevara a su hijo allí cuando fuera mayor y le dijera que, si era capaz de mover la roca, podría recuperar los objetos escondidos y llevárselos consigo a Atenas como prueba de su identidad.
A su debido tiempo Etra dio a luz a un hijo que fue presentado en la corte de Trecén con el nombre de Teseo.
Sólo se recuerda una historia sobe su infancia en Trecen: Heracles llegó un día y dejó su piel de león en el suelo mientras cenaba con Piteo. Teseo, que entonces tenía siete años, y sus jóvenes amigos vieron la piel, y todos corrieron aterrorizados a excepción de él, que agarró un hacha y la atacó al creer que se trataba de un león vivo.
Cuando llegó a la edad convenida, movió la roca con facilidad, recuperó los objetos de su padre y comenzó los preparativos para su viaje a Atenas.
Dado que Trecén se encuentra en la costa oriental de la Argólide, frente a Atenas en la otra orilla del golfo Sarónico, tenía la posibilidad de viajar por mar, en línea recta, o por tierra bordeando la costa en dirección norte, hasta el último istmo de Corinto.
Optó por el segundo camino, el más largo, a pesar de las advertencias, dado que le ofrecía más oportunidades de aventura. Sus expectativas se cumplieron con creces, porque fue atacado por una serie de pintorescos villanos, y en un ciclo de cinco o seis hazañas recibió sus credenciales como héroe.
En efecto, en este momento Heracles se hallaba en Lidia, esclavo de Ónfale, y todos los monstruos, que se habían escondido por miedo al héroe, volvían a mostrarse y reanudaban sus depredaciones.
El istmo de Corinto estaba infestado de bandidos. Pero Teseo no quiso saber nada de los consejos dados por su madre Etra y por Piteo y, celoso de la gloria de Heracles, se propuso imitarlo.
Dio muerte a Perifetes en Epidauro. Éste llevaba una maza de bronce o de hierro que usaba para matar a golpes a los extranjeros que pasaban por allí. Teseo lo mató y se apoderó de su maza.
En el istmo de Corinto luchó contra Sinis, también conocido como “Pitiocamptes” (el doblapinos), que utilizaba los pinos para matar a los viajeros. Se dice que doblaba dos pinos hasta que tocaban el suelo, luego ataba a su víctima a ellos y los soltaba, con lo que ésta quedaba partida por la mitad cuando los árboles se levantaban. Teseo le aplicó su propia medicina y lo mató del mismo modo en que él había dado muerte a otros.
Teseo continuó avanzando por el istmo en dirección norte y allí mató a la cerda de Cromión, una bestia feroz que había supuesto durante mucho tiempo una amenaza para los viajeros. Su nombre era Fea (=la anciana), ya que había sido criada por una anciana.
En las rocas Escironias, ya en Mégara, la región que limita con el Ática por el oeste, Teseo se enfrentó con Escirón, un bandido que obligaba a los que pasaban por allí a lavarle los pies. Cuando estaban haciéndolo les propinaba una patada, entonces sus víctimas se despeñaban y caían al mar, donde servían de alimento de una tortuga gigante.
Teseo fingió que obedecía sus órdenes y, cuando se agachó, lo agarró de un pie y lo arrojó al mar, en donde fue devorado por la tortuga.
En el camino a través del Ática, Teseo luchó contra Cerción, rey de Eleusis, que solía obligar a los viajeros a pelear con él y los mataba en la lucha. El joven héroe le dio muerte levantándolo por los aires y estrellándolo contra el suelo.
En Erineo, muy cerca ya de Atenas, Teseo se encontró con el villano al que se recuerda en el dicho “lecho de Procusto”. Éste tenía una casa junto al camino y en ella había dos lechos especiales: uno corto y otro largo. Invitaba a los viandantes a gozar de su hospitalidad y luego los conducía a la muerte. Si eran bajos de estatura, les demostraba su hospitalidad tumbándoles en el lecho largo y les estiraba las piernas a golpes de martillo hasta que llegaban hasta el borde; si eran altos, hacía que se tumbaran en el lecho corto y les cortaba las partes del cuerpo que lo rebasaran. Según otra versión de la historia, tenía un único lecho y hacía que los visitantes encajaran en él bien serrándoles, bien estirándoles a martillazos según demandara la ocasión. Teseo hizo lo mismo con él.
Y llegó finalmente a Atenas sin más complicaciones.
Superadas todas esas pruebas, Teseo llegó al borde del Cefiso, donde se encontró con hombres de la raza de los Fitálidas, que lo acogieron favorablemente y se prestaron a purificarlo de los asesinatos que había cometido.
Una vez purificado, Teseo entró en Atenas.
En aquel tiempo, los asuntos de la ciudad se hallaban en la mayor confusión. Egeo se había casado con Medea después que ésta hubiera dejado a Jasón. Medea había prometido a Egeo curarlo, por medio de hechizos, de su desoladora esterilidad.
Teseo llegó precedido de una gran fama de destructor de monstruos, y Medea adivinó enseguida su verdadera personalidad. Y convenció a Egeo de que el extranjero que acababa de llegar conspiraba contra él para arrebatarle el trono. Entonces el rey dio una misión a Teseo: enfrentarse al salvaje toro de Maratón, al que, generalmente, se identifica con el toro de Creta al que Poseidón había vuelto salvaje y al que Heracles había traído de vuelta a Maratón.
Teseo viajó hasta su guarida, al noreste del Ática, logró dominarlo sin sufrir daño alguno y viajó de vuelta a Atenas, en donde él, o el rey, lo ofreció en sacrificio a Apolo.
Después de este primer fracaso, Medea tramó un nuevo plan: preparó una pócima envenenada y ordenó a Egeo que se la sirviera a Teseo durante un banquete. Egeo, en el último momento, se dio cuenta de que el joven llevaba la espada que él había escondido en Trecén bajo una roca y dio un manotazo a la copa, que cayó de las manos de Teseo antes de que el veneno tocara sus labios.
Los planes de Medea se hicieron evidentes y Egeo la expulsó del reino.
Por su parte, Teseo recibió reconocimiento público de su padre y fue proclamado, a partir de entonces, heredero legítimo del trono.
Pero la aventura más conocida de Teseo es la muerte del “Minotauro” de Creta.
El mito cuenta que Androgéo, hijo de Minos y Pasifae, que destacaba en todos los juegos atléticos, acudió a Atenas a participar en las competiciones organizadas por Egeo en Atenas, donde venció a todos sus rivales.
Una versión del mito dice que Androgéo, después de sus victorias en Atenas, se aprestaba a concurrir a los juegos de Tebas cuando sus contendientes vencidos lo atacaron en el camino y lo asesinaron.
Al enterarse Minos, declaró la guerra a Atenas. Minos obtuvo algunas victorias, pero como la guerra se prolongaba, Minos, deseoso de terminarla, rogó a Zeus que lo vengase de los atenienses, y el hambre y la peste se abatieron sobre la ciudad.
Los atenienses, al ver que no daba resultado el sacrificio de varias vírgenes (las Hiacíntidas), interrogaron al oráculo. Éste respondió que, para que cesase la plaga, los atenienses deberían dar a Minos lo que les pidiese.
Minos exigió que todos los años le fuese pagado un tributo consistente en siete jóvenes y siete doncellas, sin armas, para ser pasto (servir de comida) del hijo monstruoso de Pasifae, el “Minotauro”.
El Minotauro era un ser monstruoso que tenía cabeza y cola de toro y cuerpo de hombre.
Parece que Minos, para demostrar a los cretenses que su pretensión al trono gozaba del beneplácito de los dioses, pidió a Poseidón que le enviara un toro desde el mar, con la promesa de que lo sacrificaría una vez en tierra. Cuando Minos lo vio aparecer, quedó tan impresionado por la belleza del animal que ordenó que lo escondieran entre sus rebaños y que sacrificaran otro toro a Poseidón.
Según otra versión, Minos solía sacrificar todos los años el toro más hermoso de sus rebaños como ofrenda a Poseidón, pero un año nació un animal de una incomparable belleza; se lo guardó para sí y sacrificó otro a cambio.
En ambas versiones, Poseidón se enfureció por no recibir el toro que le correspondía, e hizo que el animal se volviera agresivo y que su esposa Pasifae concibiera una pasión “contra natura” por él.
Por entonces Dédalo, el mejor de todos los artesanos, se encontraba en Creta, huido de Atenas por haber asesinado a su sobrino Talo, despeñándolo desde la acrópolis de Atenas, debido a celos por su talento y gran ingenio: un día, la visión de una mandíbula de serpiente, con su hilera de dientes mellados (o quizás las espinas de un pez) le inspiró para la construcción de la primera sierra. Dédalo fue culpado de asesinato, pero huyó a Creta.
Pasifae le confió su secreto y él hizo posible satisfacer su deseo construyendo para ella un toro de madera cubierto con una piel de vaca, y la conminó a introducirse en el artilugio y presentarse así ante el toro.
A consecuencia de su relación con el toro, dio a luz al “Minotauro”, aunque algunos mitógrafos cuentan que su nombre era Asterio o Asterión, como el padre adoptivo de Minos.
Dédalo construyó también un enorme Laberinto para que sirviera de morada y prisión del monstruo. El Laberinto estaba formado con un embrollo tal de salas y corredores, que nadie, excepto Dédalo, era capaz de encontrar la salida.
Para alimentar al Minotauro eran enviados desde Atenas siete jóvenes y siete doncellas, como tributo pagado por Atenas tras su derrota ante Minos.
Cuando estaba ya listo el tercer grupo de muchachos y muchachas (tercer año) para ser enviado a Creta como alimento del Minotauro, Teseo se presentó voluntario con la esperanza de que sería capaz de matar al Minotauro y de liberar así a Atenas del tributo.
De acuerdo con la narración más corriente, en la que era un barco ateniense el que llevaba el tributo, se cuenta que la nave llevaba izadas velas negras como señal de su infausta misión y que Egeo había dado la orden a Teseo de izar velas blancas como prueba de que estaba sano y salvo, en caso de que lograra regresar indemne.
Después de su llegada a Creta, Teseo recibió la impagable ayuda de una de las hijas del rey Minos, Ariadna, que se enamoró de él y preguntó a constructor del Laberinto (Dédalo) para ayudar a Teseo. Dédalo le dijo que Teseo sería capaz de encontrar el camino de vuelta si ataba el cabo (la punta) de una madeja de hilo en la puerta en cuanto entrara, la fuera soltando según avanzaba por los pasillos y la rebobinaba de camino de vuelta después de enfrentarse con el Minotauro.
Ella comunicó a Teseo este consejo y le entregó una madeja de hilo. Teseo prometió, a cambio, que la llevaría de vuelta a Atenas como esposa.
Cuando Teseo se encontró con el Minotauro en el corazón del Laberinto, Teseo se enfrentó a él y lo mató, en la mayoría de las versiones, con su espada.
Los pintores de los vasos cerámicos dan rienda suelta a su imaginación, sin embargo, y lo muestran matando al Minotauro con una lanza, una maza, una piedra, o incluso con sus puños.
Después de escapar del Laberinto con el ardid del hilo, marchó a toda prisa al puerto en compañía de Ariadna y los jóvenes que iban a servir de tributo al Minotauro. Antes de partir, hicieron agujeros en los barcos cretenses para evitar que pudieran salir en su persecución.
De camino al norte, Teseo paró en la isla de Naxos, en donde abandonó a Ariadna mientras ésta dormía.
Una tradición temprana sugiere que lo hizo adrede ya que estaba enamorado de otra mujer.
En la tradición posterior se está generalmente de acuerdo en que se vio obligado a abandonar a Ariadna porque Dioniso la quería como esposa. Atenea se le apareció mientras dormía en la playa, y le ordenó hacerse a la mar sin Ariadna.
Ariadna, al despertar, se encontró abandonada en la isla solitaria y, cuando se encontraba triste y abatida, apareció por allí Dioniso con su séquito de sátiros y ménades. Ella le contó lo que le había pasado y Dioniso se enamoró de ella, la hizo su esposa y la llevó al Olimpo, sede de los dioses. Dioniso le regaló a su joven esposa una corona de oro, delicado trabajo de Hefesto, que con el nombre de “corona de Ariadna” fue colocada entre las constelaciones.
En el camino de regreso a Atenas, Teseo efectuó otra escala en Delos, donde consagró en el templo una estatua de Afrodita, que le había dado a Ariadna. Bailó con los jóvenes salvados una complicada danza circular que representaba las sinuosidades del Laberinto.
Llegado a la vista de la costa del Ática, Teseo, distraído por la celebración del momento, o porque estaba aún triste por la pérdida de Ariadna, se olvidó de izar las velas blancas en el barco para mostrar a su padre que estaba a salvo.
Cuando Egeo vio las velas negras desde la Acrópolis de Atenas, o desde el cabo Sunión, en el extremo meridional del Ática, se tiró al mar y se mató.
Algunos afirman que el mar Egeo recibió ese nombre porque fue donde él se arrojó.
Después de tomar tierra en Falero, el puerto antiguo de Atenas, Teseo se dio cuenta de la trágica circunstancia, y su ascenso a la ciudad, como nuevo rey de Atenas, no fue una celebración triunfal, sino un funeral.
Minos, al darse cuenta de que Dédalo había suministrado a Teseo una ayuda muy valiosa, dio la orden de que fuera arrestado y apresado en el Laberinto junto con su hijo Ícaro, nacido de su relación con una esclava del palacio.
Pero Dédalo era demasiado inteligente como para asumir el encarcelamiento sin pensar el modo de escapar, y construyó, con cera y plumas un par de alas para él y otras para su hijo.
Antes de salir volando, precavió a su hijo de no remontar mucho el vuelo, ya que el sol terminaría por derretir la cera, ni tampoco volar muy bajo, ya que las arruinaría la humedad del mar. Pero Ícaro estaba tan fascinado con la posibilidad de volar que comenzó a ascender y ascender hasta que sus alas se derritieron, cayó al mar (en la parte sudeste del mar Egeo conocida como “mar Icario” posteriormente) y encontró allí la muerte.
Dédalo voló con más prudencia y llegó sano y salvo a Sicilia, donde fue acogido por Cócalo, el rey de Cámico, en el oeste de la isla.
Después de enterarse de la fuga de Dédalo, Minos marchó en su búsqueda y viajó a lo largo y ancho para encontrarlo.
Dondequiera que fuera, presentaba una concha marina en forma de espiral y prometía una atractiva recompensa para aquel que fuera capaz de hacer pasar un hilo por ella, ya que estaba convencido de que sólo Dédalo podría cumplir tan delicada tarea.
Cuando llegó a Cámico y lanzó su reto, Cócalo tomó la concha y se la dio en secreto a Dédalo, que estaba escondido. Dédalo fue capaz de conseguirlo, tal y como Minos había supuesto, realizando un pequeño taladro en la parte superior de la concha, atando el hilo a una hormiga y haciendo que la hormiga diera vueltas por el interior de la concha hasta salir por su abertura natural.
Después de que se le hiciera entrega de la concha con el hilo, Minos se dio cuenta de que Dédalo estaba cerca y exigió que se lo entregaran. Cócalo aseguró que así harían y le invitó a gozar de su hospitalidad hasta entonces.
Mientras Minos estaba tomando un baño, las hijas del rey le dieron muerte echándole por encima agua hirviendo ( o brea fundida). Se cuenta también que Dédalo preparó una tubería especial en el techo.
Teseo, después de la muerte de su padre Egeo, se enfrentó con Palas, hijo de Pandión, hermano pequeño de Egeo, y a sus 50 hijos, los Palántidas.
Palas reclamaba el trono alegando que el padre verdadero de Egeo no había sido Pandión, rey de Atenas, sino un tal Escirio, presumiblemente el epónimo de la isla de Esciros, donde se pensaba que Teseo había tenido ciertas posesiones.
El choque surgió, bien cuando Palas encabezó la revuelta inmediatamente después del ascenso de Teseo al trono, bien más tarde cuando Teseo contrajo matrimonio con Fedra (hermana de Ariadna), o bien en cuanto Teseo llegó por primera vez a Atenas. Teseo dio muerte a los Palántidas.
(Robin Hard. El gran libro de la mitología griega. Edit. La Esfera de los libros).
Después Teseo asumió el poder en el Ática.
Su primer acto fue realizar el “sinecismo”, o sea, reunir en una sola ciudad a los habitantes del Ática hasta entonces diseminados en el campo.
Atenas fue la capital del Estado así constituido.
La dotó de los edificios políticos esenciales: el Pritaneo, la Bulé, etc.
Instituyó la fiesta de las Panateneas, símbolo de la unidad política del Ática.
Acuñó moneda, dividió la sociedad en tres clases: nobles, artesanos y agricultores, e instauró, en sus líneas generales, el funcionamiento de la democracia tal como existía en la época clásica.
Y de la misma manera que Heracles había fundado los “Juegos Olímpicos” en honor de Zeus, Teseo instituyó o, mejor dicho, reorganizó en Corinto los “Juegos Ístmicos” en honor de Poseidón.
Durante el reinado de Teseo se llevó a cabo la expedición de los Siete contra Tebas.
Teseo había concedido ya su protección a Edipo cuando éste se refugió en Colono.
De igual modo, aseguró la sepultura de los héroes caídos ante la ciudad de Tebas.
En Creta, Deucalión, hijo de Minos, sustituyó a su padre en el reino. Para mantener la paz con Atenas, ofreció a Teseo a Fedra, hermana también de Ariadna, como esposa.
Pero Teseo, cuando hizo la guerra a las amazonas, se había traído a una de ellas, Antíope, como concubina o la había raptado. De ella tenía un hijo, Hipólito.
Una versión dice que las amazonas no habían atacado el Ática para rescatar a Antíope, sino porque Teseo la había repudiado después de casarse con Fedra, que le había dado Deucalión, hijo también del rey Minos, como esposa.
Antíope, madre de un hijo de Teseo (Hipólito), quiso vengarse y organizó una expedición contra el Ática.
El asalto se llevó a cabo el mismo día de la boda de Teseo y Fedra. Antíope a la cabeza de las amazonas, trató de invadir la sala donde se celebraba el festín, pero los invitados consiguieron cerrar las puertas y dar muerte a Antíope.
Hipólito, el hijastro de Fedra, había heredado de su madre la pasión por la caza y las prácticas violentas. Entre todas las divinidades, distinguía con especial veneración a Ártemis (diosa de la castidad) y, en cambio, despreciaba a Afrodita (diosa del amor).
Afrodita se vengó cruelmente de su desprecio, suscitando en el corazón de Fedra una viva pasión por el joven.
Fedra se le ofreció, pero Hipólito la rechazó.
Temiendo, entonces, que fuese a contar el hecho a Teseo, Fedra rasgó su vestido, rompió la puerta de su habitación y afirmó que Hipólito había intentado violarla.
Teseo fue presa de violenta cólera y, no queriendo matar con su propia mano a su hijo, recurrió a Poseidón, quien le había prometido satisfacer tres deseos suyos.
Cediendo a sus ruegos, el dios envió un monstruo marino que, saliendo de las olas cuando Hipólito conducía su carro a orillas del mar, en Trecén, asustó a los caballos y causó la muerte del joven. En efecto, Hipólito fue arrebatado por el tiro, cayó del vehículo y, con sus pies enredados en las riendas, fue arrastrado por las rocas.
Al saber el mal que había causado, Fedra se ahorcó.
Teseo participó en otras hazañas en las que acompañó a su amigo Piritoo, por ejemplo, en el combate de los “lapitas” contra los “centauros”, o cuando intentaron raptar a Helena y a Perséfone para casarse con ellas.
(Pierre Grimal. Diccionario de la mitología griega y romana. Edit. Paidós).
Segovia, 14 de noviembre del 2021
Juan Barquilla Cadenas.