TALOS: El primer robot
Ahora que se están haciendo grandes avances en la tecnología robótica, y que los robots están produciendo y producirán en el futuro grandes beneficios a la humanidad, me gustaría recordar que el primer robot del que se tiene noticias en la historia de la humanidad es “Talos”, que aparece en la mitología griega hace dos mil quinientos años.
Talos, según unas versiones, fue uno de los tres regalos que Zeus hizo a Europa, princesa fenicia a la que Zeus, transformado en toro, raptó y la llevó a Creta donde tuvo relaciones con ella y engendró tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis.
Zeus le dio a Europa tres regalos: el robot Talos, un perro que no podía dejar escapar ninguna presa y una jabalina de caza que jamás erraba el blanco.
Según otras versiones, Zeus hizo estos regalos a su hijo Minos que era el rey de Creta.
Al parecer Zeus encargó a Hefesto, dios de la fragua y patrón de la invención y de la tecnología que fabricara estos tres regalos.
Según otra versión los fabricó Dédalo, el arquitecto de Minos.
Talos era un gigante de bronce que podía moverse por sí mismo (autómata).
Talos estaba construido de bronce, con una única arteria o conducto interno a través del cual el “icor”, el etéreo fluido vital de los dioses (semejante a la sangre de los seres humanos, pero de otro color debido a que los dioses sólo se alimentaban de néctar y ambrosía, lo que les producía el estar siempre jóvenes y ser inmortales) bombeaba de la cabeza a los pies. Esta arteria estaba sellada con un clavo o tornillo de bronce en un tobillo. Por lo que el tobillo del robot era el punto más vulnerable de su cuerpo.
A Talos se le encomendó la tarea de proteger Creta contra los piratas.
Éste patrullaba el reino de Minos y recorría el perímetro de la isla tres veces al día.
Diseñado y fabricado por Hefesto para repeler invasiones, fue “programado” para detectar extraños y coger y lanzar rocas, así como hundir cualquier barco extranjero que se acercase a las costas de Creta y, si alguien o algo atravesaba el perímetro de la isla, el robot lo abrazaba y, al contacto con el objeto o persona, se ponía incandescente y lo abrasaba.
Es un mito muy antiguo: “El autómata (Talos) aparece en el arte de principios del siglo V a. de C. Además de en Píndaro (Pítacas 4, ca. 462 a. de C.), aparecía en la tragedia perdida de Sófocles “Dédalo” (siglo V a. de C.). Pero la aparición más antigua es en un fragmento de un poema de Simónides (556 -468 a. de C.). Este último se refiere a Talos como un “phylax empsychos”, un “guardián animado” creado por Hefesto.” ( Adrienne Mayor, “Dioses y robots”).
De todas estas fuentes, posiblemente, bebió Apolonio de Rodas en su obra “Argonáuticas” (siglo III a. de C.).
Y es, precisamente, al final de esta obra cuando aparece el robot Talos. Es el momento en que los Argonautas, ya de regreso de su viaje a la Cólquide (Mar Negro), a donde habían ido para conseguir el “Vellocino de oro” ( lana de oro de un carnero, custodiado por un dragón), se les queda la nave varada entre dos acantilados en una bahía de Creta y Talos los divisa, y empieza a arrancar rocas del acantilado y a lanzarlas contra el barco.
Este viaje de los Argonautas a la Cólquide fue ordenado por Pelias (tío de Jasón) a Jasón con el compromiso de que, si regresaba trayendo el “vellocino de oro”, le devolvería el trono de Yolco (en Tesalia) que Pelias había arrebatado a su hermanastro Esón, padre de Jasón. Pelias pensaba que era una empresa imposible y que Jasón no regresaría nunca.
Jasón mandó construir la nave “Argo” (que significa “rápida”) y reunió a los principales héroes de Grecia para viajar a la Cólquide.
Una vez allí, el rey de la Cólquide, Eetes, le prometió a Jasón que le permitiría conseguir el “vellocino de oro”, si lograba realizar una serie de trabajos, que Eetes consideraba imposible que Jasón los llevara a cabo. Pero Medea, hija de Eetes, se enamoró de Jasón y prometió ayudarle, si la llevaba con él al marchar de regreso y se casaba con ella.
Así consiguió Jasón el vellocino de oro (toisón de oro) y regresaban a Yolco (en Tesalia) cuando surgió en Creta el problema de Talos (el robot gigante).
Entonces Medea va a ayudar a los Argonautas y a Jasón a librarse del gigante Talos.
“Medea era una hechicera que poseía las claves de la juventud y la vejez, la vida y la muerte. Era capaz de hipnotizar a hombres y bestias, podía lanzar conjuros, y elaboraba poderosas pociones. Sabía cómo proteger contra las llamas y conocía el secreto del inextinguible “fuego líquido”, conocido como el “aceite de Medea” en referencia al volátil nafta procedente de los pozos de petróleo que se hallaba alrededor del mar Caspio”. (Adrienne Mayor, “Dioses y Robots”.)
“… Murmurando palabras místicas para invocar a los espíritus maléficos, rechinando los dientes con furia, Medea fija su penetrante mirada en los ojos de Talos. La bruja irradia una especie de siniestra “telepatía” que desorienta al gigante. Talos tropieza al coger otro peñasco para lanzarlo. Una roca afilada le corta el tobillo abriendo la única vena del robot. Talos se tambalea como un gran pino talado por la base del tronco. Con un estruendoso impacto, el majestuoso gigante de bronce se desploma sobre la playa”. (op. cit.)
Como vemos, en este mito de Talos hay imaginación y conocimientos científicos, y se plantean problemas como si los robots pueden tener emociones o sentimientos como el amor o el miedo a la muerte, o si podrían llegar a desear ser humanos reales.
“La preocupación sobre si los autómatas pueden ser programados con valores éticos (para ser “agentes morales artificiales”, AMA, en la literatura robótica actual) o si podrían tener emociones o “intuiciones”, surgió en los mitos antiguos y medievales mucho antes de los arrolladores avances tecnológicos convirtieran estas cuestiones en algo tan urgente”. (op. cit.).
Este mito tan antiguo tiene algunas repercusiones en la actualidad.
“Algunas de las cuestiones planteadas por el relato de Talos no han escapado a los modernos diseñadores de videojuegos. Por ejemplo, un filosófico puzle narrativo creado en 2014 sondea algunos enigmas de la Inteligencia Artificial, el libre albedrío y el “transhumanismo”, la creencia de que la tecnología avanzada puede mejorar la fisiología, psicología e inteligencia humanas. El juego se titula “The Talos Principle” (El principio de Talos).
Un solo jugador asume el rol de un robot con IA que parece tener la conciencia y la autonomía de un humano. Progresando a través de un mundo sembrado de ruinas clásicas y reliquias de una perdida distopía moderna, el jugador reacciona ante los obstáculos, acertijos y elecciones para resolver dilemas metafísicos”.
“Dado el papel de Talos como auxiliar automatizado de la magnífica armada minoica (de Creta), el nuevo sistema armamentístico de Estados Unidos se llama “Talos”.
“Talos” fue aprobado como el nombre para el nuevo misil Ramjet en 1948.
Los misiles guiados “Talos” patrullaban los mares montados sobre grandes portaaviones listos para lanzar sus ojivas contra el enemigo.
En paralelo con las funciones del mítico robot de bronce en Creta, los misiles “Talos” servían como primera línea de defensa, con un alcance de 300 km. y una velocidad Mach 2,5 (más de 300 km por hora, doce veces la velocidad estimada del Talos de bronce).
Al igual que Talos rodeaba sin cesar su territorio, detectando y rastreando invasores y después lanzando rocas para destruir a sus adversarios, el sistema de protección de “Talos” estaba dirigido automáticamente, pero en parte era autónomo a corta distancia. Los misiles guiados “Talos” eran pilotados por un haz de radar hasta las inmediaciones del objetivo, pero luego lo localizaban “semiactivamente”.
La fascinación de los militares modernos por el mito del gran robot continuó. En 2013, el Comando de Operaciones Especiales y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada, iniciaron el proyecto de crear un futurista exosqueleto robótico como armadura para soldados de operaciones especiales. Con el mito griego en mente, SOCOM (Comando de Operaciones Especiales) acuñó el nombre de Tactical Assault Light Operator Suit [Traje ligero de operador para asalto táctico], de manera que resultase el acrónimo TALOS )”. (Adrienne Mayor, “Dioses y robots” ).
En este mito de Talos podemos observar cómo algunos mitos griegos tan imaginativos son la base para hacer realidad posteriormente esas “ideas”, aunque pasen muchos años antes de que se puedan llevar a efecto.
[Aristóteles llegó a concebir un mundo futurista en que los avances de la técnica harían innecesario el trabajo humano (y, por tanto, en su contexto histórico, la esclavitud), y menciona a los artesanos mitológicos Dédalo y Hefesto, “el dios de la fragua”, que construían “robots” que sabían moverse y trabajar obedeciendo órdenes y hacían innecesarios los sirvientes humanos: “Pues si cada uno de los instrumentos pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a ellas, si, como cuentan de las estatuas de Dédalo o de los trípodes de Hefesto, de los que dice el poeta que entraban por sí solos en la asamblea de los dioses,[si] las lanzaderas tejieran solas y los plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los amos esclavos”.
Parece, casi, como si (Aristóteles) hubiera anticipado los modernos avances de la inteligencia artificial] (Edith Hall. La senda de Aristóteles. De cómo la sabiduría antigua puede cambiar nuestra vida. Edit. Anagrama. Barcelona 2022.)
Segovia, 17 de mayo del 2025
Juan Barquilla Cadenas.
Segovia, 17 de mayo del 2025
Juan Barquilla Cadenas.