EN DEFENSA DE LAS LENGUAS CLÁSICAS: LATÍN Y GRIEGO
Ciertamente las lenguas clásicas no deberían necesitar ninguna defensa, pues tienen un valor intrínseco que las hacen incuestionables. Sin embargo, hoy día, con la gran cantidad de conocimientos acumulados y los intereses en transmitir algunos de ellos, vemos cómo estas asignaturas van quedando atrás en los sistemas educativos, sobre todo en España.
Por eso no me parece exagerado escribir algo en defensa de las lenguas clásicas, pues ya en los años anteriores se ha propuesto que sean consideradas “patrimonio de la humanidad”.
Desde mi punto de vista, lo que más está perjudicando a estas asignaturas en nuestro sistema educativo es la “optatividad”, pues el grado de dificultad y el esfuerzo que exigen por parte del estudiante no es equiparable con el de otras asignaturas que pueden elegir los alumnos como alternativa. También la optatividad lleva a veces a una dificultad en los horarios de los alumnos, que hace que algunos alumnos que les gustaría elegir estas asignaturas, en realidad no puedan elegirlas.
Por otro lado están también los “prejuicios”, como el pensar que “son asignaturas muy difíciles”, y el prejuicio más importante de que “no sirven para nada”.
Es cierto que se quiere enseñar “todo” en las escuelas e institutos a los alumnos, y también que hay intereses por defender determinadas materias, consideradas “más prácticas”, lo que está haciendo que estas asignaturas (Latín y Griego), en otro tiempo consideradas “sustanciales” ahora se vean poco a poco arrinconadas.
Los romanos tenían una expresión, como todas sus expresiones, sintética (para que todo el mundo lo pudiera entender), que decía: “Non multa, sed multum”, y que significa “no muchas cosas, sino mucho”, es decir, no es necesario enseñar muchas cosas, sino lo importante, lo sustancial.
Para ver si estas materias, Latín y Griego, son importantes para nuestro sistema educativo, tendríamos que echar una mirada atrás al “legado” de Grecia y Roma, y preguntarnos qué han aportado Grecia y Roma a nuestra civilización y qué pueden aportar todavía a nuestra educación.
En primer lugar en Grecia y Roma están las raíces de la cultura europea y occidental, es decir, la forma que tenemos de ver el mundo y de vivir en el mundo. Por lo tanto debemos conocer cuáles son esas raíces, para no perder nuestras “señas de identidad”, si es que estamos de acuerdo con este sistema de vida que se nos ha transmitido.
Casi todas las “materias” que estudian nuestros alumnos en los Institutos y Universidades tienen una base en Grecia y Roma. Por lo tanto, al estudiar estas asignaturas de Latín y Griego estaríamos apoyando en los “cimientos” todos esos conocimientos que van a aprender nuestros alumnos.
Fijémonos en una cualquiera de esas “materias” que estudian nuestros alumnos en los Institutos y Universidades, por ejemplo la “Filosofía”. Los creadores de esta materia, como de todas las ciencias en sus inicios, fueron los griegos.
La palabra filosofía significa “amor a la sabiduría”, un interés y curiosidad por conocer las cosas. Antes de llegar al conocimiento filosófico o racional, los griegos tuvieron una concepción del mundo no racional, que plasmaron en la “mitología”. Esta mitología griega y romana tiene una cierta lógica que no encontramos en otras mitologías.
Los “mitos”, término que ha llegado hasta nuestros días, aunque con otra acepción, son importantes para entender algunos aspectos del arte y de la literatura no sólo antiguos, sino también contemporáneos.
Pero dejemos de lado la importancia de la filosofía en su conjunto y fijémonos solamente en una de las partes prácticas de la misma, la Ética, que fue lo que más interesó a los romanos, como pueblo práctico que era. El estudio de la ética griega y romana es importante para el individuo y la sociedad, pues en ello está en juego la felicidad del individuo y la convivencia en la sociedad.
También es importante el estudio de la filosofía griega y romana, para ver la evolución en la “concepción del hombre” y de los derechos humanos. Por ejemplo, en un mundo en el que la esclavitud era considerada una “cosa normal” y en el que el esclavo era un mero objeto material, el filósofo de origen español, Lucio Anneo Séneca (siglo I a. de C.), levanta la voz para “despertar” a la gente de esa actitud ante los esclavos y les dice que son igual que los otros hombres, respiran el mismo aire y tienen los mismos sentimientos. Les ha tocado ser esclavos, pero que cualquiera de ellos también puede convertirse en esclavo.
Respecto al hombre, ya Sófocles (siglo V a. de C.), poeta trágico griego, en su obra “Antígona” hace una exaltación del hombre:
“Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna tan maravillosa como el hombre; él, que ayudado por el Noto tempestuoso, llega hasta el otro extremo de la espumosa mar, atravesándola a través de las olas que rugen descomunales; él, que fatiga la sublimísima divina tierra, inconsumible, inagotable, con el ir y venir del arado, año tras año, recorriéndola con sus mulas. Con sus trampas captura a la tribu de los pájaros incapaces de pensar y al pueblo de los animales salvajes y a los peces que viven en el mar, en las mallas de sus trenzadas redes, el ingenioso hombre, que con su ingenio domina al salvaje animal montaraz; capaz de uncir con un yugo, que su cuello por ambos lados sujete al caballo de poblada crin y al toro también infatigable de la sierra; y la palabra por sí mismo ha aprendido y el pensamiento, rápido como el viento, y el carácter que regula la vida en sociedad, y a huir de la intemperie desapacible bajo los dardos de la nieve y de la lluvia; recursos tiene para todo, y sin recursos en nada se aventura hacia el futuro; sólo la muerte no ha conseguido evitar, pero sí se ha agenciado formas de eludir las enfermedades inevitables. Referente a la sabia inventiva, ha logrado conocimientos técnicos más allá de lo esperable y a veces los encamina hacia el mal, otras veces hacia el bien. Si cumple los usos locales y la justicia por divinos juramentos confirmada, a la cima llega de la ciudadanía; si atrevido, del crimen hace su compañía, sin ciudad queda: ni se siente en mi mesa, ni tenga pensamientos iguales a los míos, quien tal haga”.
En este texto vemos cómo Sófocles pone al hombre en el centro de la “creación”, debido a su capacidad de pensar, facultad que no tienen otros seres vivos.
Esta concepción del hombre va a ir cambiando a lo largo de la historia, pero esta teoría “antropocéntrica grecorromana” (el hombre es el centro de todas las cosas), que desaparece en la edad Media, en que se produce una concepción “teocéntrica” del mundo (Dios es el centro de todas las cosas), vuelve a reaparecer en el “Renacimiento” y es la más cercana a nuestra civilización occidental.
También se han producido cambios en la forma de percibir al hombre en el mundo grecorromano. Así en un texto del comediógrafo latino, Plauto (254-184 a. de C.), ya aparece la expresión: “Homo homini lupus”, que significa “el hombre es un lobo para el hombre”, concepción del hombre que después desarrollaría el filósofo Hobbes en el siglo XVI-XVII. Sin embargo, ya en el siglo I a. de C., el filósofo Séneca había dicho que “el hombre es una cosa sagrada para el hombre” (homo res sacra homini est).
Más acorde con esta concepción del hombre de Séneca está la concepción “humanista” que aparece en un texto del comediógrafo TERENCIO (siglo III a. de C.), que dice: “Homo sum et nihil humani a me alienum esse puto”, que significa: “Hombre soy y nada de lo humano considero que me es ajeno”. Podemos considerar este texto como la base del humanismo y de los derechos humanos.
También ya en el siglo IV a. de C. los filósofos “Estoicos” hablan del carácter fraternal y solidario de los hombres, puesto que todos formamos parte del “Λὸγος” universal.
En todos estos cambios vemos cómo, a lo largo de la historia, se va avanzando a “trompicones”, se da un paso adelante y dos atrás. Y lo mismo pasa a veces en la ciencia. Ya en el siglo III a. de C. ARISTARCO DE SAMOS tuvo una idea de la rotación de la tierra sobre sí misma y alrededor del sol, pero esto le valió una acusación de impío. Después el famoso astrónomo PTOLOMEO (100-170 d. de C.) desecha esta hipótesis “heliocéntrica” y trata de explicar una teoría “geocéntrica”, es decir, que es el Sol el que gira alrededor de la Tierra, hasta que COPÉRNICO en el Renacimiento (siglo XVI) vuelve a retomar la teoría “heliocéntrica” de Aristarco, es decir, que es la Tierra la que gira alrededor del Sol.
Los griegos pusieron la base para toda la ciencia (medicina, matemáticas, física, arquitectura, astronomía, etc.). Los romanos asimilaron mucha de esta ciencia y la transmitieron a Occidente.
Veamos otra asignatura que estudian nuestros alumnos en los Institutos y Universidades, la HISTORIA. Se considera a HERÓDOTO, escritor griego del siglo V a. de C., el “padre de la Historia”. Este historiador fue un gran viajero, que iba anotando todo lo que veía y le contaban las gentes del lugar, y nos lo ha contado en sus libros de “Historias”.
Después este género literario fue perfeccionado por otro historiador griego, TUCÍDIDES (460-396 a. de C.), que escribe una obra titulada “La guerra del Peloponeso”. Este historiador dice que no sólo se ha de informar de los acontecimientos, sino también de las causas y de las consecuencias de los mismos.
En Roma los primeros historiadores se llamaban “analistas”, porque explicaban los acontecimientos año por año. El historiador romano TÁCITO (55- 120 d. de C.) tiene una obra que la titula “Annales”, que explica el período de la historia de Roma que va desde la muerte de Octavio Augusto hasta Nerón. Hasta nuestros días ha llegado este término, en los resúmenes del año que suelen hacer muchos periódicos (“Anuario del País”).
Ortega y Gasset decía de la “Historia de Roma”, que era una “historia única”, pues hemos visto cómo surge Roma y cómo desaparece.
A lo largo de esa historia de Roma ha habido distintas formas de gobierno: monarquía, república, imperio, formas que hemos visto repetidas en nuestra historia más reciente. Se pueden ver distintas instituciones, algunas de las cuales han llegado hasta nosotros con los mismos nombres: “senado”, “cónsul”, “edil”, “sumo pontífice”. Problemas económicos, como la inflación, la subida de precios, edictos para fijar los precios; problemas sociales, lucha de los plebeyos para adquirir derechos políticos, problemas de la educación, etc.
En el fondo los mismos problemas que podamos tener ahora, con soluciones parecidas y que nos pueden dar una pista de cómo mejorar, para no caer en lo mismo. Por eso decía CICERÓN (106 a.de C.-43 a. de C.), en una de sus obras “De Oratore”(II,9,36), que la “Historia es maestra de la vida”(Historia vitae magistra est) y otro historiador romano, TITO LIVIO (59 a. de C. -17 d. de C.) decía que la Historia presenta “Exempla”, es decir, “modelos” en los que podemos fijarnos, tanto de lo que está bien, como de lo que está mal y no se ha de imitar.
Otra materia que estudian nuestros alumnos es la “LITERATURA”. En ella se estudian los distintos géneros literarios, que fueron creados también por los griegos y asimilados y transmitidos a occidente por los romanos.
La palabra “literatura” viene del latín “littera dura”, que significa “letra que permanece”.
El primer género literario que aparece es la “ÉPICA”.
En Grecia tenemos las dos grandes obras pertenecientes a este género literario: la “Iliada” y la “Odisea”, que después Roma va a sintetizar en la obra de Virgilio (70 -19 a. de C.), la “Eneida”. Ésta va a servir de modelo a las obras épicas medievales de occidente.
Los griegos crearon también el género “dramático”, TEATRO, con la creación de “tragedias” y “comedias”.
Los romanos, aunque también escribieron tragedias, estaban más interesados por las comedias. Tal vez se dieron cuenta de la importancia de la “risa”, para relajarse de los problemas surgidos de la gran responsabilidad que tenían.
Todas estas tragedias y comedias, griegas y romanas, se siguen escenificando y representando en la actualidad con gran asistencia de público.
En ellas, en las tragedias se plantean problemas serios. Pensemos en la tragedia “El Edipo rey”, de SÓFOCLES (siglo V a. de C.), en la que el “destino” hace que Edipo mate a su padre y se case con su madre.
En las comedias se tratan problemas más cotidianos, como en la “Asamblea de las mujeres” de ARISTÓFANES (siglo V a. de C.). En ella las mujeres deciden tomar el poder en Atenas.
Todas estas obras de teatro tienen influjo y continuidad en las literaturas occidentales.
El tercer género literario, la “LÍRICA”, nace también en Grecia. Recibe su nombre de la “lira”, instrumento musical de cuerdas, que acompañaba este tipo de poesía.
Es un tipo de poesía en el que el autor cuenta sus sentimientos personales. En ella podemos encontrar poemas de todo tipo, pero sobre todo de tipo amoroso. Así por ejemplo, la poetisa SAFO DE LESBOS (650- 580 a. de C.) tiene un poema donde expresa las sensaciones que experimenta el enamorado ante su amado/a.
Esta poesía lírica tiene su continuación en Roma en HORACIO (65 a. de C. - 8 a. de C.), OVIDIO (43 a. de C. – 17 d. de C.) y en los “poetae novi” latinos, que podemos traducir como “poetas vanguardistas”, CATULO, TIBULO y PROPERCIO.
Algunos de los mensajes de estos poetas llegan hasta nuestros días, como el “amor contrariado”, el “carpe diem”(“disfruta del día”) y el “beatus ille…”( “feliz aquél….”), de Horacio. En este último, Horacio hace un elogio de la vida del campo, al que contrapone el ruido y el bullicio de las ciudades. También el sentimiento “antibelicista” de Propercio.
Los temas de estos poetas son muy “actuales”, porque son intemporales. Expresan sentimientos humanos que siempre tendremos, mientras sigamos siendo hombres.
Toda esta literatura griega y romana es importante conocerla, para entender mejor la literatura europea posterior, pues todos los escritores y poetas han tenido que beber de estas fuentes y lo tendrán que hacer los poetas y escritores del futuro.
¿Qué decir de una materia como la “RELIGIÓN”?
La importancia de conocer cómo el hombre ha ido evolucionando en este “aspecto” de la vida, llegando a veces a un fanatismo extremo por parte o bien de los que no creen en nada (“materialismo ateo”) o de los que hacen de la religión el centro de su vida. La religión ha producido avances en la vida del hombre, pero también retrocesos, como las guerras en el pasado y en la actualidad y posiblemente en el futuro, si no cambia esa forma rígida de entender las religiones.
En Grecia y Roma, la Religión también es importante.
En Grecia hay un “politeísmo antropomórfico” y hay un gran respeto hacia los dioses, con la construcción de templos y santuarios consagrados a ellos, con sacrificios y plegarias.
Los filósofos, ya desde un principio, intentan reflexionar sobre los dioses y sobre las posibilidades de una vida después de la muerte. Algunos filósofos pensaban que el hombre está compuesto de “cuerpo” y “alma” y que el alma es inmortal.
Ya PITÁGORAS (siglo VI a. de C.) habla de la inmortalidad del alma. Dice de ella que está expiando una culpa original en la tumba del cuerpo y que esta expiación no se cumple con la muerte, pues pasará de un cuerpo a otro y no se liberará del ciclo de los nacimientos, si no ha logrado la purificación que se alcanza mediante la sabiduría.
En el siglo V a. de C. aparece el movimiento “sofista” en Atenas. Estos sofistas son una especie de educadores particulares, que van a poner en tela de juicio todas las cosas. Se van a dedicar sobre todo a educar y formar a los jóvenes atenienses para el quehacer político. Uno de ellos, PROTÁGORAS (480- 411 a. de C.) es el creador del “relativismo filosófico”, cuando dice que “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que es y de las que no son en cuanto que él no es”.
Frente a esta teoría, el filósofo PLATÓN (427-347 a. de C.) afirma que “la medida de todas las cosas es Dios y que Dios es el bien en sí”.
Respecto de los dioses, PROTÁGORAS decía que el hombre no puede conocer la existencia de los dioses, por lo oscuro del tema y por la brevedad de la vida para desentrañarlo.
En el siglo IV a. de C., un tal EVÉMERO (330 a. de C. 250 a. de C.) dice que los dioses son cosas u hombres que en la antigüedad fueron importantes, por lo que luego pasan a ser deificados.
En la época helenística, el filósofo EPICURO (siglo IV a. de C.) dice que el alma humana es material y que está compuesta de “átomos” más sutiles que los del cuerpo, y que los dioses, aunque existen, no se preocupan de los hombres.
Esta teoría después la transmite el poeta latino LUCRECIO (99 -55 a. de C.) en su poema “De rerum Natura”(Sobre la naturaleza de las cosas).
Los romanos son también un pueblo muy religioso en sus comienzos. Tienen una religión de carácter agraria y pastoril. En principio adoraban a las fuerzas de la naturaleza (“Numina”) y no tenían estatuas ni templos, lo que tomaron después de los Etruscos.
Sus dioses eran “Pomona”, diosa de los frutos, “Vertumno”, dios de la estaciones, “Flora”, diosa de los jardines y las flores, “Fauno”, dios del ganado, “Jano”, dios que presidía los comienzos de todos los acontecimientos importantes, “Venus”, diosa de los huertos, etc.
Cuando Roma entra en contacto con Grecia, asimila los dioses del “panteón olímpico” griego y equipara sus dioses con los de los griegos: Júpiter, dios romano del rayo, será el equivalente de Zeus, Venus, diosa romana de la fertilidad y de los huertos, será el equivalente de la Afrodita griega, etc.
Pero además Roma fue asimilando todos los dioses de los pueblos que iba conquistando, porque los romanos pensaban que si los hacían propicios, les iban ayudar a ellos y abandonar a sus anteriores protegidos. Por eso, no es de extrañar la afirmación del erudito VARRÓN (116- 27 a. de C.) de que los romanos tenían más de 40.000 dioses. Incluso tenían un altar dedicado al “dios desconocido”.
Además en la época imperial, a partir del asesinato de Julio CÉSAR (100- 44 a. de C.) se va a tomar la costumbre de divinizar a los emperadores después de muertos, incluso en vida a partir de Octavio Augusto.
Antes de la aparición del “cristianismo” ya existían las “religiones mistéricas”, que prometían a sus “iniciados” la posibilidad de otra vida después de la muerte, si seguían determinados ritos que debían mantener en secreto. Así en Grecia existían los “misterios de Eleusis”, dedicados a la diosa Ceres y a su hija Perséfone, y los “misterios órficos y dionisiacos”. Procedentes de Egipto estaban los cultos de Isis, Serapis y Anubis, y procedente de Frigia, el “Mitraismo”, que tenía muchos adeptos entre el ejército romano.
Va a ser durante el Imperio romano, siendo emperador TIBERIO (42 a. de C. -37 d. de C.), cuando va a nacer el “cristianismo”.
Roma va tener mucho que ver con estos comienzos del “cristianismo”, porque la vida de Jesús de Nazaret va a transcurrir, siendo prefecto de la provincia romana de Judea (entre el 26 y el 36 d. de C.) PONCIO PILATOS, quien primero manda flagelar a Jesús y después lo condena a muerte.
Herodes el Grande era rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea entre los años 37 a. de C. y el 4 a. de C., en calidad de vasallo de Roma.
El Nuevo Testamento, que está escrito en griego en el siglo I d. de C., es la segunda parte de la Biblia y narra los hechos posteriores a la crucifixión y muerte de Jesús, así como la difusión de su mensaje por sus seguidores, los Apóstoles.
En el Nuevo Testamento cristiano aparece Herodes el Grande como el gobernante de Judea que ordenó la matanza de los Inocentes (niños menores de 2 años) en la época del nacimiento de Jesús.
Por otro lado, los cristianos (seguidores de Cristo), al negarse a dar culto al emperador, van a ser objeto de “persecuciones” y muertes en el “Coliseo” de Roma, sobre todo con los emperadores, NERÓN, DECIO y DIOCLECIANO. De aquí, de estas persecuciones va a salir los “mártires y santos” cristianos.
El historiador TÁCITO (56 d. de C.- 117 d. de C.) ya habla en un texto de los cristianos.
Durante el imperio de Nerón (37 d. de C. -68 d. de C.) se produjo un incendio en Roma, que al parecer fue provocado por él mismo, para construir una nueva ciudad. Después echó la culpa a los cristianos, muchos de los cuales fueron condenados a una muerte horrorosa.
En su obra, ANNALES XV, 44 dice:
“Pero ni con los medios humanos, ni con la generosidad del emperador o el aplacamiento de los dioses desaparecía la mala fama por la cual se creía que el incendio había sido provocado. Por ello, para acabar con el rumor, Nerón presentó como reos y sometió a refinados castigos a quienes, odiados por culpa de sus inmoralidades, la gente llamaba “cristianos”. El fundador de la secta, Cristo, había sido castigado con la muerte durante el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato. Y la fatal superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo, no sólo en Judea, origen del mal, sino también en Roma, donde confluye y se celebra todo lo horrible y vergonzoso, provenga de donde provenga.
De modo que, primero, fueron detenidos quienes confesaban; luego, gracias a su denuncia, una gran multitud fue declarada junto a los primeros, convicta y confesa, no tanto bajo la acusación de incendio, como por odio al género humano.
A la hora de su muerte se recurrió además a burlas, de manera que cubiertos con pieles de alimañas, perecían desgarrados por los perros o bien clavados a una cruz y, tras prendérseles fuego, eran quemados para ser usados como antorchas de noche, cuando se iba el día.
Nerón había ofrecido su jardín para este espectáculo, y celebraba unos juegos de circo mezclado con la plebe en traje de auriga o montado en un carro. De ahí que, aunque contra culpables y merecedores de la última pena, naciese la compasión, pues a todas luces no eran sacrificados en nombre de la utilidad pública, sino por el sadismo de uno solo”.
Y va a ser el emperador CONSTANTINO (272 d. de C.- 337 d. de C.), el que promulgue un edicto de “libertad de culto”, cesando a partir de él las persecuciones contra ellos.
Posteriormente el emperador TEODOSIO (347 d. de C.- 395 d. de C.) proclama el cristianismo la religión oficial del Estado.
Es cierto que la Iglesia adoptó el latín como la lengua oficial del Vaticano y que los papas siguen escribiendo en latín sus “encíclicas”. También que en la edad Media fue muy importante la labor de los monjes copistas, para transmitir los códices latinos. Pero, cuando surge la Iglesia, Roma ya llevaba mucho camino recorrido. Hay que tener en cuenta que la fecha de la fundación de Roma es el año 753 a. de C.
Por tanto para profundizar en todos estos aspectos religiosos, creo que hay que conocer el latín y el griego. Hay que pensar que los evangelios están escritos en griego y que la biblia desde muy pronto fue traducida del hebreo y griego al latín por San Jerónimo (s. IV d. de C.) “La Vulgata” y que figuras importantes para la religión cristiana, como San Agustín, escriben en latín.
¿Por qué otros motivos se deberían estudiar estas asignaturas de latín y griego?
Creo que es necesario conocer el “arte griego” y el “arte romano” por lo que suponen de avances técnicos y estéticos.
También para entender mejor el Derecho, sería conveniente conocer el “derecho romano”, que hasta hace muy poco se estudiaba en las universidades y que ha de ser muy útil para la “conceptualización” de esta materia.
También son importantes los conocimientos técnicos y científicos que nos han llegado de Grecia y Roma. Los romanos los asimilaron de los griegos y nos los han transmitidos, algunos mejorados, en distintas obras que han llegado hasta nosotros.
Libros sobre “agricultura”: De agricultura, de Catón (234 a. de C.- 149 a. de C.); De re rustica, de Columela (3 a. de C.-71 d. de C.).
Libros sobre la guerra: De re militari, de Vegecio (siglo IV d. de C.)
Libros sobre arquitectura: De architectura, de Vitrubio (siglo I a. de C.)
Libros de veterinaria: De mulomedicina Chironis (siglo IV d. de C.)
Libros de ingeniería hidráulica: De aquae ductu urbis Romae, de Frontino (siglo I d. de C.)
Libros de geografía: Geografia, de Estrabón (64 a. de C.- 19 d. de C.); De chorografia o De situ Orbis , de Pomponio Mela (siglo I d.de C.)
Libros de astronomía: Almagesto, de Claudio Tolomeo (100 d. de C. -178 d. de C.).
Libros de medicina: “Corpus hippocraticum”; De materia medica, de Dioscórides (40 d.de C,-90 d. de C.); De medicina, de Celso (25 a. de C.- 50 d. de C.)
Libros de cocina: De re coquinaria, de Apicio( siglo I d. de C.)
Libros de viajes: Peregrinatio Aetheriae (siglo IV d. de C.)
Libros de lingüística: De lingua Latina, de Terencio Varrón (116 a. de C.-27 a. de C.)
Libros de ciencia en general: De rerum Natura, de Lucrecio (99 a. de C.- 55 a. de C.).
Libros de Derecho: Institutiones, de Gayo (120-178 d. de C.); Corpus Iuris Civilis, de Justiniano (527-565 d. de C.).
Enciclopedias: Naturalis Historia, de Plinio “el viejo (23 d. de C.- 79 d. de C.).
Alvaro G. Vitores González, en su libro, Ciencia y Técnica en el antiguo mundo romano.Edit. Cultiva Libros. Sevilla 2012. , dice: “Muchas de las cosas e ideas de las que hoy disfrutamos tuvieron sus albores básicos en la cultura romana, hace tan sólo dos mil años”.
“En ocasiones, el secreto del futuro está en el pasado; o como decía el propio CONFUCIO ya hace 2500 años: estudia el pasado, si quieres pronosticar el futuro. Y más recientemente, ya en el siglo XX, el propio SCHRÖDINGER- uno de los padres de la física moderna- expresaba su claro convencimiento de que para comprender el pensamiento científico actual es preciso retrotraerse al pasado y, más en concreto, volver a estudiar los orígenes del pensamiento filosófico griego”.
Sería demasiado largo tratar de explicar todos los conocimientos técnicos y científicos que nos han llegado de Grecia y Roma y que han sido muy importantes para mejorar la vida de los hombres.
Hoy día, con lo avanzada que está la ciencia y la tecnología, nos pueden parecer estos conocimientos insignificantes, pero hay que tener en cuenta que no disponían de los medios y de los conocimientos que existen hoy y que lo más difícil es dar los primeros pasos en cualquier descubrimiento.
Aunque el legado de Grecia y Roma es importantísimo también en otros aspectos que mejoran nuestras vidas, como el “urbanismo” (la concentración de las personas en ciudades planificadas), el “alcantarillado” de las ciudades, con sus efectos benévolos para la higiene y la salud, el sistema de “calefacción” utilizado hasta no hace mucho tiempo en las “glorias castellanas” , “las calzadas” romanas, antecedente de nuestras carreteras y autopistas, que facilitaban el intercambio comercial entre los pueblos y agilizaban los viajes entre puntos distantes del Imperio, el “calendario” algo muy útil para controlar el escurridizo tiempo, la “cartografía” tan necesaria para controlar el espacio, hoy día de tanto uso en los mapas, las “enciclopedias” que tratan de recoger todos los conocimientos que había hasta ese momento, el “Derecho” tan necesario para la convivencia en una sociedad justa, las grandes “obras arquitectónicas”, como templos, acueductos, puentes, faros, presas, puertos ,termas, teatros, anfiteatros, arcos de triunfo, las obras “escultóricas” que embellecían las ciudades y las casas, los “retratos” que transmiten la imagen del individuo, cuando no existía la fotografía, los “bajorrelieves y columnas” que representaban historias que quedaban para el recuerdo, los “mosaicos” que muestran el gusto por la belleza, adornando las casas, al igual que lo hacía la “pintura parietal” de las mismas.
Hay una demanda e interés de la gente por conocer todo este legado grecorromano, que se puede ver en las visitas a los “museos”, visita a los restos arqueológicos griegos y romanos, en el interés por la lectura de “novelas históricas” de tema grecorromano y en el interés por ver “películas” de cine también de estos temas.
Aunque de los griegos y romanos han llegado hasta nosotros “obras arquitectónicas”, “esculturas”, “obras de ingeniería”, “retratos”, “arcos de triunfo”, “bajorrelieves”, mosaicos, “obras de literatura”, el “Derecho”, por poner algunos ejemplos, el templo llamado el “Partenón” en Atenas, el “Panteón de Agripa” en Roma, el “discóbolo de Mirón”y “el Dóriforo”, ambas esculturas griegas, el “acueducto de Segovia”, el “puente sobre el Guadiana” en Mérida, el “retrato de César “imperator”, la “columna de Trajano”, “el Edipo rey” de Sófocles, la “Aulularia”, de Plauto, el “Asno de Oro”, de Apuleyo, el “Corpus iuris civilis” de Justiniano, sin embargo lo más importante que nos han transmitido griegos y romanos ha sido sus “Lenguas”: EL GRIEGO y EL LATÍN.
Aunque al latín y al griego se las suele llamar “lenguas muertas”, son lenguas que están vivas en la realidad, pues el griego tiene una continuidad en el “griego moderno” y el latín en las lenguas romances: francés, italiano, portugués, castellano, catalán, gallego, retorromano, corso, sardo y rumano.
Además el Latín y el Griego son lenguas “indoeuropeas”, es decir, la lengua de la que derivan es el “Indoeuropeo”, que es la lengua de la que derivan también la mayor parte de las lenguas de los países europeos y de bastantes de los países asiáticos.
Estas lenguas (el latín y el griego) son importantes, porque conservan algunos mecanismos morfológicos y sintácticos que no aparecen en nuestras lenguas, y en ellas se puede ver cómo han ido evolucionando determinadas categorías nominales y verbales, partiendo de una situación de sencillez hasta adquirir una complejidad en la que se pueden expresar todo tipo de ideas, sentimientos y conceptos.
Conocemos estas lenguas a través de todos los escritos que han llegado hasta nosotros. Podemos ver su evolución hasta llegar al momento de máxima perfección: en Grecia en la época de la “democracia” de Pericles (siglo V a. de C.), en Roma, en la época de Octavio Augusto (siglo I a. de C.).
Estas lenguas han dado lugar a los dos tipos de alfabetos más importantes del mundo occidental, el “alfabeto cirílico” y el “alfabeto latino”.
Cuando surgieron las “lenguas romances” derivadas del Latín, esté les insufló fuerza con los préstamos del Latín culto que ellas fueron tomando.
Incluso hoy en día, estas lenguas (romances) deberían mirar atrás, a su lengua “madre”, para que aquellas palabras que se han ido desgastando con el uso y con los préstamos de unas lenguas a otras se vivificasen recordando el significado originario que esas palabras tenían en latín o en griego.
Hoy se conocen los mecanismos que utilizan estas lenguas para su expresión oral o escrita y, por lo tanto, pueden estudiarse, sobre todo el latín, como cualquier otra lengua moderna.
Parece que estas lenguas, cuando el estudiante se enfrenta a sus textos, debido a la gran variedad de posibilidades que ofrecen las “terminaciones casuales y verbales” y la variedad de posibilidades sintácticas que presentan determinadas palabras, tenga que “razonar” para excluir de entre las distintas posibilidades de funcionamiento de una palabra en la frase, aquellas que no corresponden y quedarse con la única posible.
Esto produce un hábito de razonamiento parecido al que un alumno puede adquirir al trabajar las Matemáticas, sólo que en este caso no se trabaja con números, sino con palabras que adquieren un sentido en la frase y que transmiten todo tipo de mensajes y conocimientos en todos los campos del saber.
Otro aspecto importante de estas lenguas es el estudio de las “etimologías”. El griego proporciona muchísimas palabras del castellano, sobre todo en el campo de la ciencia, términos médicos, términos científicos (Ciencias naturales sobre todo). El latín proporciona la mayor parte de las palabras de las lenguas romances.
El latín, aunque hay pocas personas que lo hablen, sin embargo desde su aparición como lengua escrita no ha dejado de escribirse.
Hasta los inicios del Renacimiento, la mayor parte de las obras importantes (Teología, Filosofía, Historia, Ciencias, etc.) se escribieron en lengua latina.
En el siglo XIII el latín era el idioma de las universidades primitivas.
Todavía en el Renacimiento, gran parte de los pensadores más famosos empleaban el latín para componer sus obras. Es lo que hacía, por ejemplo, Luis Vives.
Ilustres hombres de ciencia- como Bacon, Newton, Kepler… y filósofos- Descartes, Spinoza, Leibniz, Kant, etc. -, además de otras muchas personalidades escribieron obras en Lengua Latina.
El latín ha sido utilizado durante mucho tiempo como lengua oficial por la Iglesia católica y, hoy día, los papas siguen escribiendo sus “encíclicas” en latín.
El latín y el griego siguen vivos también en la formación de nuevos términos científicos y en los nombres que se dan a las plantas y animales.
Por otro lado el latín sigue vivo en una gran cantidad de “latinismos” que utilizan todas las lenguas modernas.
También señalar que la “lingua franca”(lengua internacional) actual, el Inglés, tiene muchísimos términos tomados del Latín y el Griego. Se dice que un 40% del léxico inglés es de origen greco-latino. Y no sólo ha tomado del latín el léxico, sino también mecanismos sintácticos.
Lo mismo puede decirse de una lengua europea como el alemán, que tiene muchos calcos semánticos del latín y mecanismos sintácticos.
Por todo esto, los gobiernos europeos deberían tomarse más en serio la inclusión en los sistemas educativos del latín y el griego.
En primer lugar nos pondrían, a través de los textos que nos ha llegado, más en contacto con las raíces de nuestra cultura occidental.
En segundo lugar facilitaría el estudio de las lenguas romances y de lenguas modernas como el inglés, el alemán o el ruso.
En tercer lugar crearían en el alumno un hábito de razonamiento que le permitiría afrontar los problemas cotidianos de un modo más objetivo.
Finalmente, el estudio de estas asignaturas produciría en los alumnos una ampliación del horizonte espiritual y cultural, con una visión del mundo más objetiva y equilibrada, y tener una concepción antropológica más solidaria y humanista, que lleve a utilizar la técnica en beneficio del hombre y a impedir la destrucción de nuestro planeta.
Segovia, 31 de mayo del 2025
Juan Barquilla Cadenas.