VITRUVIO: Pasaje: “El origen de los edificios y el progreso del hombre”.
Marcus VitrubiusPollio (ca. 80/70 a. de C. – 15 a. de C.) fue un arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a. de C.
Fue arquitecto de Julio César durante su juventud y al retirarse del servicio militar entró en la arquitectura civil, siendo de este período su única obra conocida, la basílica de Fanum (en Italia).
Es el autor del tratado más antiguo sobre arquitectura que se conserva y el único de la Antigüedad clásica, “De architectura”, en diez libros.
Inspirada en teóricos helenísticos – se refiere expresamente a inventos del gran Ctesibio-, la obra trata sobre los órdenes arquitectónicos, materiales, técnicas decorativas, construcción, tipos de edificios, hidráulica, colores, mecánica y genómica (libro IX).
El último libro está dedicado a las máquinas: de tracción, elevadoras de agua y todo tipo de artefactos bélicos (catapultas, ballestas, tortugas, etc.).
Vitruvio describió muy bien la rueda hidráulica en el cap. X.5. La rueda de Vitruvio era vertical y el agua la empujaba por abajo; unos engranajes tenían la finalidad de cambiar la dirección del giro y aumentar la velocidad de las muelas; se calcula que con la energía producida por una de estas ruedas se podían moler 150 Kg de trigo por hora, mientras que dos esclavos sólo molían 7 Kg.
Aporta también la obra informaciones sobre la pintura y la escultura griegas y romanas.
El famoso dibujo de Leonardo da Vinci, “el hombre de Vitruvio” sobre las proporciones del hombre, está basado en las indicaciones dadas en esta obra.
La obra está dedicada al emperador Augusto.
Según Petri Liukkonen, este texto “influyó profundamente a los artistas desde el primer Renacimiento en adelante, así como a pensadores y arquitectos, entre ellos a León Battista Alberti (1404 -1472), Leonardo da Vinci ( 1452 -1519 ) y Miguel Ángel ( 1475-1564)”.
Vitruvio es famoso por afirmar en su libro “De architectura” que ciertos edificios públicos deben exhibir las tres cualidades de “firmitas”, “utilitas”, “venustas”, es decir, deben ser sólidos, útiles y hermosos.
Estas cualidades a veces se llaman las “virtudes de Vitruvio” o la “tríada de Vitruvio”.
Según Vitruvio, la arquitectura es una imitación de la naturaleza. Como las aves y las abejas construyen sus nidos, los seres humanos construyen sus viviendas a partir de materiales naturales, que les dan refugio contra los elementos.
Para el perfeccionamiento de este arte de la construcción, los griegos inventaron los órdenes arquitectónicos: dórico, jónico y corintio.
Se les dio un sentido de proporción, que culminó en la comprensión de las proporciones de la mayor obra de arte: el cuerpo humano. Esto llevó a Vitruvio a la definición de un “canon” del cuerpo humano, “el hombre de Vitruvio”, adoptado más tarde por Leonardo da Vinci: el cuerpo humano inscrito en el círculo y el cuadrado (los patrones geométricos fundamentales del orden cósmico). (Wikipedia).
Pasaje: “El origen de los edificios y el progreso del hombre” (De architectura, II, 1):
“En los primeros tiempos, los humanos pasaban la vida como las fieras salvajes, nacían en los bosques, cuevas y selvas y se alimentaban de frutos silvestres. En un momento dado, en un lugar donde espesos bosques eran agitados por las tormentas y los vientos continuos, la fricción de unas ramas con otras provocaron el fuego y, asustados por sus intensas llamas, los que vivían en sus aledaños, emprendieron la huida. Después, al calmarse la situación, acercándose más y más, constataron que la comodidad y las ventajas eran muchas junto al calor templado del fuego; acarreando más leña y manteniendo el fuego vivo invitaban a otras tribus y, con señas, les hacían ver las ventajas que lograrían con el fuego.
En este tipo de reuniones o encuentros, como emitían sonidos muy confusos e incomprensibles, fijaron unos términos provocados por su trato cotidiano. Con el fin de actuar lo mejor posible, comenzaron a hablar entre ellos designando con nombres los distintos objetos más útiles y, por casualidad, surgieron las primeras conversaciones entre ellos.
Por tanto, habían surgido las asambleas (reuniones) y la convivencia, precisamente por el descubrimiento del fuego.
Las primeras comunidades de humanos se agruparon en un mismo lugar en un número elevado, y dotados por la naturaleza de un gran privilegio respecto al resto de animales, como es el que caminaran erectos y no inclinados hacia adelante, observaron las maravillas del universo y de los cuerpos celestes, e igualmente manipularon los objetos que querían con toda facilidad con sus manos y sus dedos y, así, unos construyeron techumbres con follaje, en aquellas primitivas agrupaciones humanas; otros, fijándose en los nidos construidos por las golondrinas, imitándolos, prepararon habitáculos donde guarecerse, con barro y con ramitas. Al observar unos las chozas de otros y al ir aportando diversas novedades, fruto de sus reflexiones, cada vez iban construyendo mejor sus chozas o cabañas. Mas al tener los humanos una enorme capacidad natural imitativa que aprende con facilidad, día a día mostraban unos a otros sus logros, satisfechos de sus propios descubrimientos, y, de esta forma cultivando su ingenio en las posibles disputas o debates, lograron construir cada día con más gusto y sensatez.
En un primer momento, levantaron paredes entrelazando pequeñas ramas con barro y con la ayuda de puntales en forma de horquilla colocados en vertical. Otros levantaban las paredes, después de secar terrones de tierra arcillosa, uniéndolos y asegurándolos con maderos atravesados que por la parte superior cubrían con cañas y follaje, con el fin de protegerse de la lluvia y de los fuertes calores.
Posteriormente, las techumbres, incapaces de soportar las borrascas de las tempestades invernales, fueron sustituidas por techos de doble pendiente, y así, cubriendo con barro las techumbres inclinadas, consiguieron que se deslizaran las aguas de lluvia.
Siendo consecuentes con lo que acabamos de describir, podemos concluir que así fueron las costumbres en un principio, en sus orígenes, pues hasta el presente se sigue todavía construyendo así, con tales materiales, en naciones extranjeras como Galia, España, Lusitania y Aquitania donde utilizan para techar tablillas de roble o bien paja.
Entre los habitantes de la Cólquide, en el Ponto, debido a sus abundantes y espesos bosques, colocan árboles de igual tamaño tendiéndolos en tierra a derecha e izquierda, dejando entre ellos un espacio equivalente a su altura y en las partes extremas fijan otros árboles transversales, que rodean el espacio central de la vivienda. Posteriormente, uniéndolos y asegurándolos con maderos atravesados alternativamente, por los cuatro lados forman los ángulos o esquinas y así levantan las paredes en perpendicular, e incluso unas torres muy elevadas; los huecos que quedan, por no ajustar bien los maderos, los cubren con barro. Cortando los extremos de las vigas transversales en las techumbres, consiguen que se vaya reduciendo gradualmente su distancia, paso a paso, y así desde las cuatro partes levantan, en la parte central, unas pirámides que cubren con follaje y barro; construyen los techos abovedados de las torres, siguiendo el uso de los pueblos extranjeros.
Los Frigios, que habitan en zonas llanas, debido a que no hay arbolado en abundancia, como carecen de madera, eligen unas colinas naturales en las que excavan fosas en su parte central, van perforando unos caminos o pasos con los que amplifican su extensión todo lo que les permite la naturaleza del lugar.
(De architectura, II, 1. Vitruvio.Trad. Oliver Domingo J. L. Antología de la literatura latina. Alianza Editorial).
Segovia, 5 de octubre del 2024
Juan Barquilla Cadenas.