TEOGNIS: “Poesías”
Teognis de Mégara fue un poeta lírico griego activo aproximadamente en el siglo VI a. de C.
La obra poética de Teognis fue dada a conocer en los banquetes o “simposios” de hombres, al son de la flauta.
Escribe con el rencor y el odio de un aristócrata empobrecido por las revueltas e invasiones a su ciudad.
Según Werner Wilhelm Jaeger, Teognis de Megara promueve la vuelta a la “justa desigualdad” como solución.
La obra que se le atribuye consiste en una “poesía gnómica” bastante propia de la época, con máximas éticas y consejos prácticos sobre la vida.
Fue el primer poeta griego conocido en expresar preocupación por el destino final y la supervivencia de su propia obra y, junto con Homero, Hesíodo y los autores de los “Himnos homéricos”, se encuentra entre los primeros poetas cuya obra se ha conservado en una tradición manuscrita continua (la obra de otros poetas arcaicos se conserva como fragmentos dispersos) De hecho, más de la mitad de la poesía elegíaca existente de Grecia antes del período alejandrino está incluida en las aproximadamente 1.400 líneas en verso que se le atribuyen.
Algunos de estos versos movieron a los comentaristas antiguos a valorarlo como “moralista”, sin embargo, todo el “corpus” de su obra se valora como un retrato de la vida aristocrática en la Grecia arcaica.
Los versos conservados bajo el nombre de “Teognis” están escritos desde el punto de vista de un aristócrata enfrentado a la revolución social y política típica de las ciudades griegas en el período arcaico.
Parte de la obra está dirigida a Cyrnus (Cirno), que se presenta como su “erómenos” (amado).
El autor de los poemas lo celebró en sus versos y lo educó en los valores aristocráticos de la época, sin embargo, “Cyrnus” llegó a simbolizar mucho sobre su mundo imperfecto que el poeta resentía amargamente: “Tú también serás una canción, mientras la tierra y el sol permanezcan. Sin embargo, soy tratado por ti sin la más mínima señal de respeto. Y, como si fuera un niño, me has engañado con palabras”. (Wikipedia).
POESÍAS:
(19-38): En estos versos Teognis da consejos a su “amado” Cirno.
“Cirno, a estos poemas que a ti yo te enseñé
imponerles quiero mi sello, y nunca así pasará
inadvertido su robo, ni nadie los estropeará alterando lo bueno.
De modo que cualquiera dirá: “Son de Teognis
de Mégara esos versos: un hombre famoso entre todas las gentes”.
A mis conciudadanos no puedo agradarles a todos.
No es nada extraño, Polipaides, pues ni el mismo
Zeus agrada a todos cuando llueve o detiene la lluvia.
Por mi afecto hacia ti voy, Cirno, a enseñarte
lo que yo mismo, de niño, aprendí de los hombres de bien.
Sé sensato y no intentes con actos innobles ni injustos
conseguir distinciones ni méritos ni siquiera riqueza.
Sabe que es así. Y no tengas tratos con gente mezquina,
sino que quédate siempre del lado de los hombres de bien.
y bebe y come junto a ellos, y siéntate junto a ellos,
y procura agradarles a ellos, que tienen enorme influencia.
De los buenos aprenderás cosas buenas, y si a los malos
te mezclas, incluso el saber que tienes echarás a perder.
Aprendiendo esto, júntate a gente de bien, y dirás luego
que a los amigos yo sé darles mis buenos consejos”.
(53-68): En estos versos Teognis lamenta el cambio producido en la sociedad de su época.
“Ah, Cirno, ésta es aún nuestra ciudad, pero es otra su gente.
Los que antes no sabían de leyes ni derechos,
los que cubrían sus flancos con pieles de cabras,
y fuera de esta ciudad, como gamos, pastaban,
ahora son gente de bien, Polipaides; y los nobles de antes
ahora son pobres gentes. ¿Quién puede soportar el ver eso?
Unos a otros se engañan burlándose entre sí,
y desconocen las normas de lo bueno y lo malo.
No te hagas amigo de ninguna de estas personas, Polipaides,
de corazón, por grande que sea tu apuro.
Pero de palabra aparenta ser amigo de todos,
y no colabores con nadie en cosas de importancia.
Porque te darás cuenta del talante de esos miserables,
cómo no puede haber confianza ninguna en sus hechos,
sino que aman las trampas, engaños y enredos,
tal como los hombres que no tienen remedio ninguno”.
(213-232): El poeta sigue dando consejos a Cirno al tiempo que reflexiona sobre la riqueza.
“Ah, corazón, modifica según cada amigo tu artero talante,
acomodando tu modo de ser al que tenga cada uno.
Toma el carácter del pulpo que, muy flexible,
se muestra igual a la piedra a que se ha pegado.
Ahora asimílate a ésta, y luego varía de color.
La astucia es mejor, en verdad, que ser intransigente.
No te angusties en exceso porque anden las gentes del pueblo
revueltas, Cirno. Tú toma el camino del medio, como yo.
Quien piensa que el prójimo todo lo ignora,
y que él es el único que tiene variados ardides,
ése es un imbécil, tarado de mente, un necio.
Pues todos tal vez conocemos los trucos igual,
pero uno no quiere emprender deshonrosos negocios,
y a otro le atraen mucho más los manejos desleales.
De la riqueza no hay prefijado a los hombres un límite.
Pues quienes ahora tienen más medios de vida,
ansían el doble. ¿Y quién puede saciarlos a todos?
El dinero resulta a los hombres motivo de locura.
Y de ésta proviene la ruina, que a veces envía
Zeus a los torpes, y ahora uno, ahora otro la acoge”.
(341-354): Teognis expresa su deseo de venganza contra aquellos que considera causantes de su situación.
“Cúmpleme, Zeus del Olimpo, mi ruego esencial y permite
que a cambio de tantas desdichas disfrute yo algún bien.
Morirme quisiera si no puedo una pausa a mis penas hallar,
y devolver no consigo daños por daños.
Tal es, pues, mi sino. Pero no se nos muestra el castigo
de esos tipos que mis bienes detentan por fuerza,
saqueándolos. Y yo atravesé como un perro el torrente,
y el río turbulento me ha despojado de todo.
¡Ojalá pudiera beberme la sangre de aquéllos, y velara por esto
un dios favorable, que cumpla a mi gusto tal cosa!
Ah, mezquina pobreza, ¿por qué estás conmigo y no vas
a visitar a otro? No me ames contra mi voluntad.
Conque vete y frecuenta otra casa y no participes
siempre a mi lado de tan angustioso vivir”.
(237-254): En estos versos el poeta es consciente de que su obra pasará a la posteridad y con ella el nombre de su amado Cirno.
“Alas a ti yo te he dado; con ellas el mar infinito
y toda la tierra en un vuelo podrás recorrer
sin fatigas. En todo banquete y festejo presente
te hallarás, albergado en las bocas de muchos.
Y, al son de flautas de tonos agudos, los jóvenes
en rondas de amor, con bellas y suaves tonadas
te citarán. Y cuando a las cavernas de la oscura tierra
desciendas, a las lamentables mansiones del Hades,
ni siquiera entonces, muriendo, te ha de faltar tu gloria,
sino que conservarás entre la gente tu nombre inmortal,
Cirno; y vas a viajar por la tierra de Grecia y las islas,
y a cruzar la incansable alta mar habitada por peces,
sin montarte a lomos de caballos, pues van a llevarte
los espléndidos dones de las Musas de trenzas violeta.
Y para todos aquellos, incluso del mañana, que aprecien el canto,
tú vivirás por igual, en tanto existan la tierra y el sol.
Y, sin embargo, de ti yo no recibo ni un poco de aprecio,
sino que, como a un niño pequeño, me engañas con cuentos”.
(425-439): Aquí el poeta muestra la visión pesimista que tiene del mundo y de la vida.
“De todas las cosas la mejor es no haber nacido
ni ver como humano los rayos fugaces del sol,
y una vez nacido cruzar cuanto antes las puertas del Hades,
y yacer bajo una espesa capa de tierra tumbado.
Engendrar y criar a un hombre es más fácil que darle
un ánimo noble. Pues nadie aún ha ingeniado tal cosa:
hacer un sensato de un necio y un noble de un malandrín.
Si un dios a los Asclepíadas lo hubiera otorgado,
el curar la maldad y el tortuoso carácter humano,
de eso habrían sacado ganancias cuantiosas y múltiples.
Si la inteligencia de un hombre forjarse e implantarse
pudiera, jamás de un buen padre un mal hijo saldría,
al atender a razones virtuosas. Mas por aprendizaje
nunca harás de un villano un hombre de bien”.
(373-392): El poeta se siente desconcertado ante la divinidad que permite que los injustos prosperen y les ocurre lo contrario a los que obran con justicia.
“Querido Zeus, asombrado me tienes. Pues tú a todos
gobiernas con gloria y enorme poder personal.
Bien conoces la mente y el ánimo de uno y otro hombre,
tuyo es el dominio supremo de todas las cosas, oh rey.
¿Cómo, entonces, oh Crónida, decide tu mente otorgar
un mismo destino a los hombres malvados y al justo,
tanto si el ánimo humano se goza en lo recto, o bien
al exceso se da, realizando los hombres injustas acciones?
Nada ha dejado el destino prescrito a los hombres,
ni siquiera un camino a seguir que agradara a los dioses.
No obstante, unos tienen fortuna sin mengua, y otros,
que de acciones malignas apartan su mente, reciben a cambio
pobreza, que es madre de ahogo – por más que practican lo justo-
Y ésta arrastra el ánimo humano al error, y corrompe
en el pecho el pensar bajo el yugo de su ruda violencia,
y a soportar le acostumbra, a su pesar, numerosos ultrajes,
cediendo a la miseria, que es maestra en muchas desdichas,
en mentiras y fraudes y muy lastimosas discordias,
incluso para aquel que se niega. Ya nada encuentra mal.
Porque engendra pobreza esa amarga y dura impotencia”.
(973-988): El poeta anima a disfrutar de la juventud y de la vida, que pasa rápidamente.
“Ningún hombre en cuanto lo deja cubierto la tierra,
y desciende hasta el Erebo (Hades), a las mansiones de Perséfone,
se deleita escuchando los sones de la lira o de la flauta,
ni acogiendo los dones amables de Dioniso.
Advirtiendo el hecho, alegraré mi corazón, mientras tenga
ágiles, mis rodillas, y la cabeza mantenga, bien firme.
Ojalá tenga amigo no sólo de lengua, sino en hechos;
que venga en mi ayuda a la vez con su abrazo y dinero;
y no halague entre copas mi espíritu con sólo palabras;
sino que lo demuestre, si puede, haciéndome bien.
… A las fiestas tengamos dispuesto nosotros el ánimo,
mientras aún pueden los goces amables sentir el placer,
pues pasa rauda como una visión la vivaz juventud;
ni siquiera es más rápido el ímpetu de esos corceles
que al galope conducen a un héroe a un duro trabajo
de lanzas, cruzando gozosos la fértil llanura”.
(1135-1150): Teognis, a pesar de su pesimismo, deja abierta una puerta a la Esperanza.
“La Esperanza es la única diosa que habita entre humanos,
las demás se marcharon, dejándola atrás, al Olimpo.
Se fue la Confianza, gran diosa, se fue de los hombres
la Cordura, y las Gracias, amigo, dejaron la Tierra.
Ya no hay juramentos de fiar entre humanos ni justos,
Ni nadie demuestra respeto a los dioses eternos;
se ha extinguido el linaje de hombres piadosos; ahora
ni normas legales conocen ni aun la Piedad.
Mas en tanto uno vive y ve el brillo del sol,
conserve piadoso su fe en la divina Esperanza,
rece a los dioses y, al ofrendarles los grasientos muslos,
en sus sacrificios invoque, al comienzo y al fin, la Esperanza.
Guárdese siempre del torvo discurso de hombres injustos,
que, sin recelo ninguno del ser de los dioses eternos,
de continuo, a los bienes ajenos su vista dirigen,
y establecen infames apaños con ruines propósitos”.
(Antología de la poesía lírica griega. S. VII- IV a. de C. Selección, prólogo y traducción de Carlos García Gual. Alianza Editorial).
Segovia, 8 de enero del 2021
Juan Barquilla Cadenas.