LOS ESTUDIOS DE HUMANIDADES: LA “HUMANITAS ROMANA”
Hoy que los estudios de “Humanidades” están poco valorados en relación con los estudios llamados “científicos” y “tecnológicos”, me gustaría reflexionar sobre la importancia que tiene para el individuo y la sociedad el estudio de las “Humanidades”.
Para ello vamos a ver qué entendían en el mundo antiguo por “humanitas” y ver cómo este concepto ha ido evolucionando hasta llegar al concepto de “humanidades”.
En el mundo antiguo no estaban separados lo que ahora se llaman “ciencias y letras”, sino que los estudios humanísticos comprendían las que después fueron llamadas “Siete artes liberales” (el “trívium” y el “quadrivium”).
El “trívium” comprendía la Gramática, que servía para ayudar a hablar, la Dialéctica, que servía para buscar la verdad y la Retórica que servía para embellecer el lenguaje.
El “quadrivium” eran materias que tenían que ver con las matemáticas, y que incluía materias como la Aritmética, que se ocupaba de los números, la Geometría, que se ocupaban del estudio de los ángulos, la Astronomía que estudiaba los astros y la Música que se ocupaba de los cantos.
Estas materias se llamaban “artes liberales”, porque se refieren a aquellas artes que puede ejercer el hombre libre, en oposición a la artes mecánicas o manuales, propias de los esclavos.
Esta expresión (artes liberales) fue creada por la escuela de Alejandría.
Varrón (116 a. de C. – 27 a. de C.) en su obra “Novem libri disciplinarum” (nueve libros de materias/asignaturas) muestra el esquema del “trívium” y el “quadrivium” pues figuran en ellos las después llamadas “siete artes liberales”, a las que añadía un tratado de medicina y otro de arquitectura.
La denominación “artes liberales” – aplicada a ciertos estudios – empezó a usarse en la Edad Media. Al crearse las universidades, el término “Facultad de Artes” designaba aquellos estudios que se dedicaban a la Ciencia y la Filosofía, para diferenciarlos de los dedicados al estudio de la Teología y, más tarde, al estudio de la Medicina y el Derecho.
Hoy día, como sabemos, hay en el sistema educativo español distintos tipos de Bachillerato: el de Ciencias y Tecnología, el de Humanidades y Ciencias Sociales, el Bachillerato artístico o de Arte y el Bachillerato General.
Pero en una sociedad, desde mi punto de vista, excesivamente materialista, se da más importancia a materias como las Matemáticas, las Ciencias naturales, como la Biología, a la Física y la Química, y a la Economía y la Tecnología.
En mi opinión no deberían separarse tan pronto en los estudios las “ciencias” y las “letras”. Ambas son necesarias para la formación integral del individuo.
Para esta formación es necesario conocer los mecanismos del leguaje al igual que el funcionamiento de las matemáticas, conocer la literatura en la que se han ido expresando los problemas humanos y, a veces, posibles soluciones, conocer la historia y los modelos que aparecen en ella, así como conocer las leyes de la física y la química. Es necesario conocer el arte, así como también la economía y la tecnología, pero también la filosofía con el estudio de la lógica, la psicología y la ética tan importante en la vida cotidiana.
A medida que el individuo va adquiriendo esta serie de conocimientos, se va haciendo una concepción del universo cada vez más ajustada a la realidad, y al mismo tiempo va formando su personalidad con una serie de conductas que le permiten integrarse en la sociedad y que le van a conducir a una vida más agradable y feliz.
Valoramos mucho al ingeniero que es capaz de construir un puente, ¿pero vamos a considerar de menor importancia al que ha escrito un libro, un poema, o ha pintado un cuadro, hecho una escultura, que en un momento dado nos ha ayudado a salir de una situación difícil en la que nos encontrábamos?
Todo tiene su valor y la formación humanística nos puede ayudar a conformar una sociedad más justa, más pacífica y menos competitiva, que producirá hombres más felices durante el tiempo que dure su vida.
El concepto de “humanitas” es un concepto propiamente romano, que no tiene equivalencia en griego, aunque se ha querido identificar con el concepto griego de “paideia”, que sería la visión del mundo que tenían los griegos.
Los romanos fueron un pueblo de agricultores y, también, un pueblo dedicado a la guerra.
Pero, cuando entran en contacto con la cultura griega (siglo II a. de C.), asimilan todo lo que pueden de esta cultura y, de ser hombres rudos y fuertes en la guerra, se van a “suavizar” y “humanizar” a través de la filosofía, la literatura y las artes griegas. Decía el poeta romano Horacio (65 a. de C. – 8 a. de C.): “Graecia capta ferum victorem cepit” (la Grecia vencida se apoderó del fiero vencedor).
La palabra “humanitas” no significa “humanidad” en el sentido de amabilidad o compasión, sino “instrucción”, “erudición”, como transmite un texto de Aulogelio (125 d. de C. -180 d. de C.) en su obra “Noches Áticas” a través de Varrón.
Dice Aulogelio: “Aquellos que crearon la lengua latina y quienes la han usado con propiedad no quisieron que “humanitas” fuera aquello que vulgarmente creemos y que entre los griegos se llama “filantropía”, con el significado de cierta virtud que conlleva la benevolencia hacia los hombres. Muy al contrario, aquéllos llamaron “humanitas”, prácticamente, a lo que los griegos denominan “paideia”, es decir, lo que en nuestra lengua se refiere a la formación e instrucción en las artes liberales. Quienes sienten franco interés y deseo por tales disciplinas, estos son propiamente los más humanistas.
El cultivo y aprendizaje de estas disciplinas recibió el nombre de “humanistas”, porque de entre todos los seres vivos tan sólo le fue dado a los humanos”.
Así las cosas, casi todos los libros testimonian que los antiguos ya hicieron uso de esta palabra y, en especial, Marco Tulio Cicerón.
Basta, pues, con ofrecer, entretanto, un solo ejemplo. Por ello, puse las palabras de Varrón tomadas del libro primero “Sobre las cosas humanas”, cuyo comienzo es el siguiente:
“Praxiteles, quien a causa de su excepcional talento artístico no es desconocido para nadie que sea “un poco humanista”. El término “humanista” no se refiere, como se dice vulgarmente, a una persona afable y benévola, incluso aunque sea lega en cuestiones literarias, sino a un individuo suficientemente leído e instruido como para conocer, gracias a los libros y a la historia, la importancia de Praxiteles”. (Trad. de Francisco García-Jurado, catedrático de Filología Latina en la Universidad Complutense de Madrid).
Cicerón había expresado ya antes que Aulogelio el carácter de superación humana que encierran los “Studia humanitatis ac litterarum”. Dice Cicerón:
“En efecto, si desde mi juventud y gracias a las enseñanzas de muchas personas y a muchas lecturas yo no me hubiera convencido de que en la vida ninguna otra cosa debemos buscar con ahínco, sino la gloria y el honor y que, para alcanzarlos, debemos despreciar todos los sufrimientos corporales, los peligros de la muerte y los destierros, nunca me hubiera enfrentado por vuestra seguridad a tantas y tan grandes batallas, a estos continuos asedios de hombres depravados.
Pero todos los libros están llenos de buenos ejemplos, llenos de palabras de los sabios, llena toda la Antigüedad; y todos ellos yacerían entre las tinieblas si no existiera la luz de los libros. ¡Qué gran cantidad de modelos de hombres valerosísimos, dignos no sólo de observar, sino también de imitar, nos han dejado representados en sus obras los escritores griegos y latinos! Al tener yo esos ejemplos siempre presentes en el ejercicio del gobierno del Estado, modelaba mi carácter y mi inteligencia con la reflexión sobre esas excelentes personalidades”. (Cicerón, “Discurso en defensa del poeta Arquias, 7 -14. Trad. De Antonio Espigarés Pinilla).
De “humanitas” deriva el término italiano “humanista”, ya aparecido en el siglo XV, y el término “humanismo”, en el sentido de movimiento intelectual desarrollado en Europa durante los siglos XIV y XV, que rompiendo las tradiciones escolásticas medievales y exaltando en su totalidad las cualidades propias de la naturaleza humana, pretendía descubrir al hombre y dar un sentido racional a la vida tomando como maestros a los clásicos griegos y latinos, cuyas obras redescubrió y estudió.
La asimilación de conocimientos literarios y científicos griegos va a modificar la forma de ser del hombre romano en un hombre culto y que siente curiosidad por todo tipo de conocimientos.
Los romanos son los primeros en acumular conocimientos de todo tipo en las “enciclopedias”, como la “Historia Natural” de Plinio el Viejo, quien, como sabemos, murió al acercarse demasiado al volcán Vesubio, cuando su erupción, en el año 79 d. de C., destruyó las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabias.
Es ese afán de conocimientos y el interés centrado en lo relativo al hombre lo que es importante de los “estudios humanísticos”, independientemente de las materias concretas. Es eso lo que hace importantes estos estudios y más en el momento actual en que la tecnología lo invade todo, y que nos puede convertir en sus esclavos, si no tenemos una preparación suficientemente completa en estos estudios (humanísticos).
Segovia, 27 de diciembre de 2025
Juan Barquilla Cadenas.