El carcinoma epidermoide cutáneo (CE o CEC) representa la segunda neoplasia cutánea más frecuente después del basocelular.
Surge sobre piel fotoexpuesta y dañada por radiación ultravioleta crónica, muchas veces como evolución de una queratosis actínica o de un carcinoma in situ (Bowen).
La dermatoscopia permite reconocerlo antes de la ulceración o invasión franca, cuando el diagnóstico histológico todavía puede cambiar el pronóstico.
Lesión indurada, eritematosa, hiperqueratósica o ulcerada, a veces con costra central, que crece lentamente.
Puede presentarse como:
CEC in situ (enfermedad de Bowen): placa eritematosa, bien delimitada, con escama.
CEC invasivo queratinizante: nódulo o placa hiperqueratósica, amarillenta o costrosa.
CEC pobremente diferenciado: nódulo rojizo ulcerado, friable.
➡️ Ausencia de pigmento estructurado.
➡️ Fondo rosado o rojizo intenso.
➡️ Presencia de vasos glomerulares, en horquilla o polimorfos.
➡️ Escama gruesa, queratina amarilla o blanquecina.
➡️ Áreas de ulceración o costras hemáticas.
El conjunto sugiere inflamación tumoral y proliferación queratinocítica atípica.
Color de fondo: rosado-anaranjado, uniforme.
Escama: fina, blanquecina o amarilla.
Patrón vascular:
Vasos glomerulares (en “rizo” o “loop”) dispuestos difusamente o en parches, sin disposición periférica.
A veces vasos en horquilla (finos, bifurcados).
Otros signos:
“Islas” blanquecinas (hiperqueratosis focal).
Erosiones pequeñas y costras puntiformes.
Analogía visual: “campo de amapolas microscópicas”: puntos rojos sobre un fondo rosado amarillento.
Color de fondo: rosado-amarillo o marfil.
Queratinización: prominente; áreas amarillentas opacas o tapones córneos.
Vasos:
Vasos polimorfos (lineales, glomerulares, en horquilla, serpiginosos) dispuestos alrededor de los focos de queratina.
Distribución irregular, asimétrica.
Otros hallazgos:
Erosiones o ulceración central.
Costras hemáticas gruesas.
Estructuras blanquecinas amorfas (fibrosis o queratina compacta).
Analogía visual: “cráter volcánico” con borde vascular irregular y centro amarillento-blanco.
Color de fondo: rojizo-violáceo, homogéneo.
Queratina: escasa o ausente.
Vasos:
Muy prominentes, desorganizados, tortuosos, gruesos.
Pueden simular patrón de carcinoma basocelular, pero sin arborización ordenada.
Erosiones / úlceras: amplias, con costras hemáticas.
Analogía visual: “paisaje de tormenta”: superficie rojiza, vasos violentos, pérdida total de arquitectura epidérmica.
Vasos glomerulares: en espiral o en ovillo; típicos del CEC in situ.
Vasos en horquilla: finos, ramificados en “Y”; frecuentes en lesiones hiperplásicas.
Vasos lineales irregulares: dispersos, caóticos, sin orientación radial.
Vasos polimorfos: mezcla de todos los anteriores; signo de invasión o alto grado histológico.
Vasos arboriformes gruesos: raros, sugieren CEC muy vascularizado o coexistencia con basocelular.
Escama gruesa o costra amarillenta: queratina compacta superficial.
Erosiones puntiformes: micro-ulceraciones del epitelio tumoral.
Áreas blancas estructuralmente amorfas: fibrosis dérmica o hiperqueratosis.
Puntos y glóbulos rojos: hemorragia intratumoral microscópica.
Queratosis actínica: patrón en fresa (folículos con halos blancos).
Transición a CEC in situ: pérdida parcial de la pseudorred folicular, aparición de vasos glomerulares.
CEC invasivo: desaparición de estructura folicular, queratina compacta, vasos polimorfos.
CEC ulcerado: desestructuración total, fondo rojo-violáceo y costra hemática.
Analogía evolutiva:
🩸 “De la fresa (QA)” → 🍯 “al volcán (CEC)” → 🌋 “a la herida abierta (CEC ulcerado)”.
CEC pigmentado: marrón-grisáceo irregular, puntos y glóbulos marrones; confunde con melanoma lentiginoso.
CEC verrucoso: patrón “cerebriforme” con surcos amarillos y vasos en horquilla.
CEC de labio (Queilitis actínica): vasos glomerulares densos + queratina blanquecina; erosiones lineales.
CEC de mucosa: superficie rosada brillante, vasos puntiformes irregulares, sin escama evidente.
CEC vs. Queratosis actínica:
CEC → vasos glomerulares o polimorfos, pérdida de folículos, costras gruesas.
QA → patrón en fresa, folículos conservados.
CEC vs. Carcinoma basocelular:
CEC → color amarillo-blanco, queratina central, vasos polimorfos.
CBC → fondo rosado-azulado, vasos arboriformes finos, perlas brillantes.
CEC vs. Queratosis seborreica:
CEC → queratina densa, vasos irregulares, erosiones.
QS → quistes de milium, fisuras y crestas regulares.
CEC vs. Melanoma amelanótico:
CEC → costras, queratina, vasos glomerulares o lineales gruesos.
Melanoma → vasos en punto o serpenteantes finos, color rojizo-violáceo homogéneo.
Vasos glomerulares: bucles capilares en dermis papilar.
Áreas blanquecinas: queratina o fibrosis.
Zonas amarillas: queratina compacta y paraqueratosis.
Erosiones: pérdida focal del epitelio tumoral.
Fondo rosado difuso: congestión vascular y proliferación queratinocítica.
Vasos polimorfos densos, gruesos y desordenados.
Áreas ulceradas amplias o costras hemáticas gruesas.
Pérdida completa de folículos y arquitectura epidérmica.
Asimetría evidente en color y estructura.
Brillo queratósico intenso (“islas marfil”) en lesiones nodulares.
El carcinoma epidermoide en dermatoscopia es la lesión del desorden vascular y la queratina desbordada.
Su lenguaje visual se traduce en:
rojo (vasos), amarillo (queratina), blanco (fibrosis) y negro (hemorragia).
Mientras la queratosis actínica aún conserva la arquitectura folicular,
el epidermoide la destruye y reemplaza por una topografía caótica,
un paisaje tumoral donde la piel deja de parecer piel.
Reconocer esa pérdida de armonía —ese paso del ritmo ordenado de la “fresa” al ruido polimorfo del “volcán”—
es la clave dermatoscópica para detectar el momento en que la queratina se vuelve cáncer.