Los inhibidores JAK son moduladores inmunitarios potentes pero reversibles.
Su seguridad depende menos del fármaco que de cómo y cuándo se inicia.
Una farmacovigilancia bien estructurada permite mantener eficacia, prevenir infecciones graves y detectar precozmente toxicidad hematológica o metabólica.
Evaluar el estado inmunitario antes de empezar.
Prevenir complicaciones infecciosas y trombóticas.
Detectar toxicidad hematológica, hepática o lipídica durante el tratamiento.
Reintroducir el fármaco con seguridad tras pausa o cirugía.
Historia clínica dirigida: infecciones previas, neoplasias, vacunación, factores trombóticos o cardiovasculares.
Exploración física: signos de infección latente, adenopatías, cicatrices quirúrgicas recientes.
Analítica basal:
Hemograma completo y fórmula leucocitaria.
Transaminasas, bilirrubina, creatinina.
Perfil lipídico (colesterol total, HDL, LDL, triglicéridos).
Glucemia y HbA1c si hay riesgo metabólico.
Serologías: hepatitis B y C, VIH, varicela-zóster, tuberculosis (IGRA o Mantoux).
Otros según contexto: ferritina, PCR, autoanticuerpos, CK si uso prolongado o combinación con estatinas.
Indispensables antes de iniciar cualquier inhibidor JAK:
Varicela-zóster: vacuna recombinante Shingrix® (2 dosis, separadas 2–6 meses).
Hepatitis B: completar pauta o comprobar anticuerpos protectores.
Hepatitis A: si riesgo epidemiológico o inmunosupresión crónica.
Gripe y COVID-19: anualmente según temporada y estado inmunitario.
Neumococo: si edad >65 años o comorbilidad pulmonar/cardiaca.
VPH: en pacientes jóvenes o con verrugas genitales persistentes.
Evitar vacunas vivas atenuadas (varicela clásica, fiebre amarilla, sarampión-rubeola-parotiditis) desde 4 semanas antes y durante el tratamiento.
Hemograma:
Cada 4–8 semanas durante los 3 primeros meses.
Luego cada 3–6 meses.
Suspender si leucocitos <2.000/mm³, linfocitos <500/mm³ o plaquetas <75.000/mm³.
Transaminasas:
A los 3 meses y luego cada 6 meses.
Suspender si ALT o AST >3× LSN.
Perfil lipídico:
A los 3 meses, luego anual.
Reevaluar si triglicéridos >400 mg/dl o LDL >190 mg/dl.
Creatinina / CK / glucemia:
Según comorbilidades y fármaco usado.
Reevaluación clínica:
Buscar fiebre, tos persistente, herpes zóster, lesiones cutáneas nuevas, disnea o fatiga súbita.
Si hay síntomas de infección sistémica → suspender temporalmente y reevaluar.
Cirugía o procedimientos invasivos:
Suspender 3–5 días antes (según semivida).
Reintroducir 3–7 días después si hay buena cicatrización y sin signos de infección.
Infecciones:
Leves (IVAS, herpes simple) → puede continuar.
Moderadas o graves → suspender hasta resolución completa.
Vacunación pendiente:
Completar antes de iniciar tratamiento o programar pausas seguras (mínimo 2 semanas tras la segunda dosis).
Embarazo y lactancia:
Contraindicados; suspender al menos 1 semana antes de concepción planificada.
• Los efectos adversos graves son raros, pero la prevención es más eficaz que el tratamiento.
• El perfil lipídico suele mejorar al reducir inflamación; no siempre requiere tratamiento.
• El riesgo trombótico se asocia sobre todo a edad >65 años, obesidad, inmovilización o dosis altas.
• El riesgo infeccioso real en práctica dermatológica es bajo con monitorización adecuada.
• En alopecia o vitíligo, el seguimiento puede espaciarse si no hay factores de riesgo.
• El control no es burocracia, es farmacología preventiva.
• Antes de la primera dosis, vacunar, analizar y documentar.
• Si el paciente pregunta “¿por qué tantas analíticas?”, responde: “Porque tu sistema inmune tiene memoria, y queremos que siga funcionando bien.”
• En infecciones leves, no interrumpas sin motivo; en fiebre alta, pausa siempre.
• Al suspender un JAK, la inflamación puede tardar 2–4 semanas en reaparecer; ese margen permite ajustes sin recaídas.
• Shingrix antes, no después: es la vacuna más olvidada y la más importante.
• La mejor señal de farmacovigilancia es la confianza: el paciente que entiende sus controles colabora.
La farmacovigilancia de los JAK no es un trámite, sino un acto terapéutico en sí mismo.
Vacunar, medir, anticipar y explicar forman parte del mismo tratamiento.
Los inhibidores JAK son eficaces y seguros si se usan con precisión y previsión:
primero proteger, luego modular, después mantener.
Así se transforma la dermatología inmunológica en dermatofarmacología responsable.