🧪 Algoritmo 13.2 — Seguimiento analítico periódico durante terapias inmunomoduladoras
🎯 Objetivo: garantizar la seguridad y eficacia sostenida de los tratamientos biológicos, inmunosupresores y pequeñas moléculas mediante un control analítico estructurado y adaptado a cada clase terapéutica.
El seguimiento debe permitir detectar precozmente toxicidad hepática, hematológica, renal o metabólica, así como ajustar dosis o espaciar controles en función de la estabilidad clínica.
→ Fase inicial (inducción): controles cada 3 meses durante los primeros 6–12 meses de tratamiento.
→ Fase de mantenimiento: si los resultados permanecen estables, ampliar a cada 6–12 meses, modulando la frecuencia según el tipo de fármaco, comorbilidades y riesgo basal.
→ En pacientes con enfermedad hepática, renal o metabólica previa, mantener controles trimestrales prolongados.
→ Hemograma completo: seguimiento de anemia, leucopenia o trombocitopenia.
→ Bioquímica hepatorrenal: AST, ALT, FA, bilirrubina total, creatinina, urea.
→ Electrolitos: sodio, potasio, calcio y fósforo.
→ Proteínas totales y albúmina: reflejan estado nutricional y sistémico.
→ PCR y VSG: marcadores de actividad inflamatoria residual.
→ Glucemia, perfil lipídico y ácido úrico: según clase terapéutica.
→ β-hCG: en mujeres en edad fértil que inician inmunosupresores o retinoides.
🔹 Inmunosupresores clásicos (metotrexato, azatioprina, micofenolato, ciclosporina):
→ Analítica completa cada 4–8 semanas durante los 3 primeros meses, luego cada 3 meses.
→ Control de transaminasas, creatinina y hemograma.
→ Suspender o reducir dosis si ALT/AST > 3× LSN o leucocitos < 3.000/mm³.
→ Vigilar presión arterial y función renal con ciclosporina.
🔹 Retinoides sistémicos (acitretina, isotretinoína):
→ Perfil lipídico y hepático cada 3 meses.
→ β-hCG mensual en mujeres con posibilidad de embarazo.
→ Evitar consumo de alcohol y valorar función hepática prolongada tras suspensión (efecto residual lipofílico).
🔹 Inhibidores JAK (upadacitinib, baricitinib, abrocitinib):
→ Control cada 4–8 semanas al inicio; luego cada 3–6 meses.
→ Hemograma, lípidos, transaminasas y creatinina.
→ Evaluar riesgo de trombosis venosa y reactivación vírica (HBV, HZ).
🔹 Biológicos anti-TNF (adalimumab, infliximab, etanercept):
→ Analítica cada 3–6 meses.
→ Vigilar hepatotoxicidad, hemograma y perfil inflamatorio.
→ Repetir IGRA y serologías anualmente o ante sospecha de infección latente.
🔹 Biológicos anti-IL17 / IL23 (secukinumab, ixekizumab, risankizumab, guselkumab, bimekizumab):
→ Analítica cada 6–12 meses si estabilidad clínica.
→ PCR, hemograma y función hepática como control básico.
→ Reevaluar cada 3 meses si tratamiento combinado o antecedentes de hepatitis viral.
🔹 Dupilumab y tralokinumab (IL-4/13):
→ Generalmente no requieren monitorización analítica estrecha.
→ Revisar solo hemograma y bioquímica anual, salvo síntomas o comorbilidad hepática.
→ Medir presión arterial, IMC y circunferencia abdominal en cada visita.
→ Registrar signos cutáneos de toxicidad: telangiectasias, fragilidad ungueal, xerosis, alopecia difusa.
→ Preguntar sobre fatiga, náuseas o síntomas musculares (CK si sospecha de miopatía).
→ Evaluar vacunación anual frente a gripe y COVID-19 y refuerzos según calendario.
✅ Inicio: control completo basal con hemograma, bioquímica, PCR, perfil lipídico y serologías.
✅ Durante el primer año: controles cada 3 meses.
✅ A partir del segundo año: si estabilidad analítica y clínica, ampliar a cada 6–12 meses.
✅ Ante cambios de dosis, combinación de fármacos o signos de toxicidad: volver a control trimestral.
✅ Registrar todos los resultados en la historia clínica electrónica y comunicar alteraciones significativas a Atención Primaria o Farmacia Hospitalaria.
Resumen operativo:
Analítica completa cada 3 meses al inicio; posteriormente cada 6–12 meses según clase terapéutica, estabilidad y comorbilidades.