“Nada funciona” casi nunca significa que ningún tratamiento tenga eficacia; significa que hay algo importante desajustado.
Antes de escalar más fármacos o decir “refractario”, hay que auditar el caso de arriba abajo: diagnóstico, terreno, tratamientos usados, adherencia, barrera, contexto, personalidad y expectativas.
Muchas supuestas refractariedades son en realidad:
Diagnóstico incompleto o impreciso.
Tratamientos mal usados, insuficientes o interrumpidos.
Barrera cutánea devastada.
Contexto vital incompatible con la pauta.
Personalidad y expectativas que hacen imposible “satisfacerse” con mejoras reales.
Solo una parte es enfermedad verdaderamente refractaria.
El algoritmo debe llevarte a un nodo final claro:
👉 “Realmente refractario”
👉 “Mal alineado con la realidad del paciente”
…y actuar en consecuencia.
Antes de tocar nada, entiende qué quiere decir exactamente el paciente:
“Cuando dices que nada funciona, ¿a qué te refieres?”
“¿Hubo algo que mejorara un poco, aunque fuera durante un tiempo?”
“¿Qué es lo que más te sigue molestando: el picor, el dolor, el aspecto, los brotes, las curas…?”
💡 Perla:
Muchas veces “nada funciona” significa:
“Nada me ha dejado perfecto”,
o “Nada se mantiene sin esfuerzo”,
no “ningún tratamiento tuvo efecto”.
Pregunta clave:
“¿Estoy 100% seguro de que la etiqueta diagnóstica es correcta?”
Acciones:
Revisar la historia como si fuera primera visita:
Inicio, forma de los brotes, distribución, desencadenantes.
Evolución temporal: ¿encaja con la enfermedad diagnosticada?
Revisar informes previos, biopsias, resultados de laboratorio, fotos antiguas.
Preguntarte:
“¿Esto sigue cuadrando con psoriasis / DA / HS / lupus / eccema de contacto / linfoma cutáneo…?”
“¿Ha aparecido algo nuevo que obligue a reetiquetar?”
🔍 Cuándo plantear biopsia o re-biopsia:
Lesiones atípicas para el diagnóstico habitual.
Respuesta extremadamente pobre a tratamientos habitualmente eficaces.
Signos sistémicos acompañantes (fiebre, pérdida de peso, adenopatías…).
Cambios bruscos de patrón lesional.
💡 Perla:
Si la clínica se comporta de forma muy rara para su diagnóstico, cuestiona antes el diagnóstico que la molécula.
“¿Hay algo en el resto del organismo que esté saboteando la respuesta cutánea?”
Revisar:
Metabolismo: obesidad, síndrome metabólico, diabetes, dislipemia.
Tabaquismo y alcohol.
Otras patologías inflamatorias o autoinmunes.
Fármacos crónicos que puedan empeorar la dermatosis (litio, algunos antihipertensivos, anti-TNF en psoriasis paradójica, etc.).
Estado inmunológico (trasplantes, onco-hematológicos, VIH, terapias inmunosupresoras).
💡 Perla:
Pretender controlar completamente una dermatosis inflamatoria sin tocar nada del terreno (peso, tabaco, comorbilidades) es como intentar vaciar una bañera con el grifo abierto.
“¿Realmente se han usado bien las cartas terapéuticas disponibles?”
Revisar:
Qué se ha usado: tópicos, sistémicos, biológicos, fototerapia, procedimientos.
Durante cuánto tiempo real:
¿Sistémicos y biológicos se han mantenido al menos 3–4 meses antes de juzgar?
¿Tópicos se han usado semanas suficientes y no solo “unos días”?
En qué dosis:
¿Dosis plenas o miedo crónico a la toxicidad que lleva a infra-dosificar?
¿Se ha intentado optimizar antes de abandonar (ajustar intervalo, intensidad, combinaciones)?
💡 Perla:
Un “no me hizo nada” casi siempre esconde un “no se usó bien, ni suficiente tiempo, ni con la dosis ajustada”.
Adherencia no es “lo estoy usando”; es:
Frecuencia real de uso.
Cantidad utilizada.
Duración continuada.
Interrupciones y descansos “espontáneos”.
Preguntar con normalidad, sin juicio:
“Con este tipo de tratamiento es muy habitual que la gente se canse a las dos semanas, ¿te ha pasado algo así?”
“Si fuéramos muy estrictos, ¿cuántos días de cada 10 dirías que lo has hecho tal cual lo indicamos?”
“¿Hay algo de la pauta que te resulte especialmente pesado o difícil de mantener?”
Señales indirectas:
Tubos casi llenos tras semanas.
Poca rotación de recetas.
Contradicciones: “lo uso muchísimo” pero físicamente eso no cuadra.
💡 Perla:
Si la pauta requiere disciplina de monje tibetano, el problema no es el paciente, es la pauta.
¿Se aplica en la zona correcta?
¿Extiende una película razonable o una capa microscópica “por miedo”?
¿Se lo pone antes o después de otros productos que puedan inactivar o irritar?
¿Interrumpe al mínimo signo de escozor o empeoramiento transitorio?
¿Respeta días de toma o inyección?
¿Modifica dosis por su cuenta?
¿Hace “pausas detox” sin comentarlo?
💡 Perla:
Un fármaco mal aplicado se comporta clínicamente igual que un fármaco ineficaz.
“¿Se puede apagar el incendio si el edificio está en ruinas?”
Revisar:
Grado de xerosis, fisuras, liquenificación.
Dermatitis irritativas (jabones, fricción, humedad).
Sobreinfecciones bacterianas, micóticas o víricas recurrentes.
Productos cosméticos incompatible: perfumes, ácidos, exfoliantes, “rutinas” agresivas.
Si la barrera está destrozada:
Priorizar reparación de barrera: emolientes potentes, baños adecuados, retirada de agresores.
Tratar infecciones activas antes o en paralelo.
Solo después esperar la verdadera eficacia de inmunomoduladores o biológicos.
💡 Perla:
Más de una “resistencia al tratamiento” se cura con vaselina, sentido común y quitar cuatro productos equivocados.
“¿Esta pauta tiene alguna posibilidad de sobrevivir en la vida que lleva esta persona?”
Valorar:
Tipo de trabajo: agua, irritantes, esfuerzo físico, calor.
Horarios: turnos, nocturnidad, viajes.
Carga de cuidados (niños, personas dependientes).
Situación emocional, económica y social.
Accesibilidad real a los tratamientos (farmacia hospitalaria, desplazamientos).
Preguntas útiles:
“De todo lo que te propuse, ¿qué ha sido lo más difícil de cumplir?”
“Si tuviéramos que simplificar al máximo, ¿qué te ves capaz de hacer sí o sí?”
💡 Perla:
Un plan terapéutico que ignora la logística real del paciente está diseñado para fracasar.
Aquí entra el “con quién estoy tratando”, no solo “qué enfermedad tiene”.
Perfiles frecuentes:
Perfeccionista / hiperexigente
Ve el 10% residual más que el 90% de mejora.
Cambia de tratamiento en cuanto algo no está impecable.
Frase típica: “sí, algo mejor… pero sigue fatal”.
👉 Necesita: redefinición de objetivos, tiempos mínimos antes de cambiar nada, explicación clara de lo que es realista.
Impulsivo / poco constante
Arranca fuerte, abandona rápido.
Vida caótica.
Modifica por su cuenta.
👉 Necesita: pautas muy simples, mínimo número de pasos, revisiones cortas y frecuentes.
Ansioso / hipervigilante con la piel
Observa cada milímetro, teme cualquier efecto secundario.
Suspende ante el mínimo escozor.
👉 Necesita: psicoeducación detallada sobre qué es esperable, reglas claras de “esto es normal / esto no”, gran contención.
Evitativo / desbordado
Falta a citas, desaparece cuando empeora.
Siente la dermatosis como algo aplastante.
👉 Necesita: objetivos muy pequeños, sensación de acompañamiento, evitar pautas largas y complejas.
Rasgos dismórficos / psicodermatología intensa
Sufre enormemente por cambios mínimos.
Historia de demandar múltiples tratamientos sin satisfacción.
👉 Necesita: prudencia extrema en intervenciones, detectar cuando conviene derivar a salud mental.
💡 Perla:
No todas las frases “nada funciona” se arreglan con otro fármaco; algunas se arreglan con otro marco mental.
Preguntar de forma directa:
“Si este tratamiento fuera bien, ¿qué serías capaz de hacer que ahora no puedes?”
“¿Te vale una mejoría grande sin llegar a la perfección, o necesitas 100% limpieza?”
“¿Qué te parecería un resultado en el que sigas teniendo algo de actividad, pero ya no domine tu vida?”
Objetivo:
Transformar “cura o fracaso” en una escala más realista de “mejor control”, “menos brotes”, “menos sufrimiento”.
💡 Perla:
A veces el problema no es que el tratamiento no llegue… es que la expectativa está en otro planeta.
Tras recorrer todos los pasos, decidir:
Características:
Diagnóstico razonablemente correcto.
Se han usado opciones terapéuticas adecuadas, pero:
adherencia pobre,
técnica incorrecta,
barrera siempre dañada,
contexto vital incompatible,
expectativas irreales,
personalidad que boicotea el proceso.
👉 En estos casos, la prioridad NO es cambiar de fármaco, sino:
Simplificar pauta (menos productos, menos pasos).
Centrarse unas semanas en reparar barrera y cuidar hábitos.
Negociar objetivos alcanzables y cronograma realista.
Abordar miedos, perfeccionismo o evitación.
Valorar apoyo psicológico/psiquiátrico si procede.
Características:
Diagnóstico sólido, razonado y revisado.
Varias líneas bien indicadas, a dosis adecuadas y tiempo suficiente.
Buena adherencia (para lo razonable en su contexto).
Barrera razonablemente controlada, infecciones tratadas.
Contexto y personalidad tenidos en cuenta.
Aun así, enfermedad activa, grave y limitante.
👉 En estos casos:
Plantear cambio de mecanismo terapéutico (p. ej. de biológico a iJAK, de clásico a biológico de otra diana, combinaciones seleccionadas).
Considerar combinación racional (fototerapia + biológico; sistémico clásico + biológico, etc.).
Valorar derivación a unidad de referencia o ensayos clínicos.
Involucrar a otros especialistas si hay afectación sistémica (reumatología, inmunología, medicina interna, psiquiatría).
💡 Perla de cierre:
No todos los casos difíciles son refractarios, pero todos los refractarios son difíciles. La clave es no mezclar unos con otros, para no sobremedicar a quien necesita reordenar su vida… ni infratratar a quien de verdad necesita una estrategia avanzada.