"A los sacerdotes, como nuevos profetas les toca el trabajo, y con la palabra, con lo escrito y con las obras, hacer de heraldos para hacer conocer lo que concierne a mi Fiat Divino"

Foto tomada en la Celebración Eucarística de los 70 años de la muerte de Luisa Piccarreta. Están laicos, sacerdotes y el obispo de la Arquidiócesis de Trani en Corato (Bari) Italia

AUDIO



De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 25-21  Enero 13, 1929

 


Los profetas.  Cómo el reino de la Redención y el del

Fiat se dan la mano.  Necesidad de que se conozca lo que respecta al reino de la Divina Voluntad

 


Estaba siguiendo mi giro en los actos del Fiat Divino, y habiendo llegado al punto de acompañar a los profetas cuando el Querer Divino manifestaba a ellos el cómo y el cuándo de la venida del futuro Redentor, y ellos lo suspiraban con lágrimas, oraciones y penitencias, y yo haciendo mío todo lo que ellos hacían, siendo todo esto frutos del eterno Fiat Divino, lo ofrecía para pedir su reino sobre la tierra, pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

  “Hija mía, cuando un bien es universal y debe y puede llevar bien a todos, es necesario que pueblos enteros, y si no en todos, en gran parte, sepan el bien que deben recibir, y con las oraciones, suspiros, deseos y obras impetren un bien tan grande, de manera que el bien que quieren quede concebido primero en las mentes, en los suspiros, en los deseos, en las obras y hasta en los corazones, y después les viene dado en realidad el bien que suspiraban.  Cuando un bien que se debe recibir es universal, se requiere la fuerza del pueblo para conseguirlo, en cambio cuando es individual o local, puede bastar uno para obtener el intento.  

Así que antes de venir sobre la tierra y quedar concebido en el seno de la Soberana del Cielo, puedo decir que fui concebido en las mentes de los profetas, y Yo confirmaba y daba valor a esta especie de concepción en ellos, con mis manifestaciones del cuándo y del cómo debía venir sobre la tierra para redimir al género humano. Y los profetas, fieles ejecutores de mis manifestaciones, hacían de heraldos, manifestando con sus palabras a los pueblos lo que Yo había manifestado de mi venida a la tierra y concibiéndome en las palabras de ellos hacían volar de boca en boca la noticia de que el Verbo quería venir a la tierra, con esto no sólo quedaba concebido en la palabra de los profetas, sino también quedaba concebido en la palabra del pueblo, de modo que todos hablaban de ello y rogaban y suspiraban al futuro Redentor.  

Y cuando fue difundida en los pueblos la noticia de mi venida sobre la tierra, y un pueblo casi entero, a cuya cabeza estaban los profetas, rogaba, suspiraba con lágrimas y penitencias quedando en la voluntad de ellos como concebido, entonces hice venir a la vida a la Reina en la cual debía concebirme en realidad, para hacer el ingreso en un pueblo que desde hacía cuarenta siglos me suspiraba y me deseaba.  Qué delito no habrían cometido los profetas si hubiesen ocultado, escondido en ellos mismos mis manifestaciones sobre mi venida, habrían impedido mi concepción en las mentes, en las oraciones, palabras y obras del pueblo, condición necesaria para que Dios pudiera conceder un bien universal, como era mi venida a la tierra.

Ahora hija mía, el reino de la Redención y el reino de mi Fiat Divino se dan la mano, y siendo también éste un bien universal, que queriendo, todos pueden entrar en él, es necesario que su noticia la sepan muchos y quede concebido en las mentes, en las palabras, en las obras y corazones de muchos, a fin de que se dispongan con las oraciones, con los deseos y con una vida más santa, a recibir el reino de mi Divina Voluntad en medio de ellos; si la noticia no se divulga, mis manifestaciones no hacen de heraldos, ni vuelan de boca en boca los conocimientos sobre mi Fiat Divino que formarán la concepción de Él en las mentes, oraciones, suspiros y deseos de las criaturas, mi Querer Divino no hará el ingreso triunfal de venir a reinar sobre la tierra.  

Cómo es necesario que los conocimientos sobre mi Fiat se conozcan, y no sólo eso, sino que se haga conocer que mi Divina Voluntad ya quiere venir a reinar como en el Cielo así en la tierra en medio a las criaturas; y a los sacerdotes, como nuevos profetas les toca el trabajo, y con la palabra, con lo escrito y con las obras, hacer de heraldos para hacer conocer lo que concierne a mi Fiat Divino.  No será menor su delito que el de los profetas si éstos hubiesen escondido mi Redención.  Con no ocuparse por cuanto puedan de lo que respecta a mi Divina Voluntad, ellos serán la causa de que un bien tan grande no sea conocido ni recibido por las criaturas, y sofocar el reino de mi Divina Voluntad, tener suspendido un bien tan grande que no hay otro similar a él, ¿no es acaso un delito?  Por eso te recomiendo, por parte tuya, no omitir nada, y ruega por aquellos que se deben ocupar en hacer conocer tanto bien”.

Después ha agregado con un acento más tierno y afligido:  “Hija mía, ésta era la finalidad por la cual permitía la necesidad de la venida del sacerdote, a fin de que tú pusieras en ellos como sagrado depósito todas las verdades que te he dicho acerca de mi Fiat Divino, y ellos fuesen atentos y ejecutores fieles de lo que Yo quiero, esto es, que hagan conocer el reino de mi Divina Voluntad; puedes estar segura que no habría permitido su venida si no fuese por cumplir mis grandes designios sobre la familia humana.  

Y así como en el reino de la Redención dejé a mi Mamá Reina en medio de los apóstoles, a fin de que junto con Ella, ayudados y guiados por Ella pudiesen dar el principio al reino de la Redención; y porque la Soberana Celestial sabía de él más que todos los apóstoles, era la más interesada, se puede decir que lo tenía formado en su materno corazón, así que podía muy bien instruir a los apóstoles en las dudas, en el modo, en las circunstancias, era el verdadero sol en medio de ellos, bastaba una palabra suya para hacer que mis apóstoles se sintieran fuertes, iluminados y reafirmados. Así para el reino de mi Fiat Divino, habiendo puesto en ti el depósito de él, te tengo aún en el exilio a fin de que como nueva madre, pudiesen los sacerdotes tomar de ti lo que puede servir de luz, de guía, de ayuda, para dar principio a hacer conocer el reino de mi Divina Voluntad.  

Pero viendo el poco interés, si supieras cuánto sufro, por eso reza, reza”.