"Conforme tú giras en la Creación"

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24, cap. 17 mayo 30, 1928

La Creación es el ejército divino, el Fiat la bandera celestial. Ejemplo del niño y el padre rico. Cómo Jesús quiere pueblos enteros que rueguen. Quiénes son estos pueblos


Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y reuniendo a toda la Creación para llevarla delante de la Majestad Suprema como el más bello homenaje, la adoración más profunda y el amor más intenso y más grande a Aquél que la había creado, me parecía que no había cosa más bella que llevar a mi Creador, que la magnificencia y el continuo prodigio de sus mismas obras. Ahora, mientras esto hacía, mi amado Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, no hay homenaje más bello y digno de nuestra Majestad adorable, que

el ofrecernos nuestras mismas obras;

conforme tú giras en la Creación,

así reúnes nuestro ejército divino para dárnoslo como gloria nuestra y como ejército aguerrido que pide con insistencia y violencia el reino de la Divina Voluntad, por eso conforme tú giras, pones delante a cada cosa creada el Fiat Divino como bandera noble y divina, que con su oculto hablar piden con fuerza divina el reino de mi Voluntad sobre la tierra.

¡Oh, cómo es bello ver a toda la Creación abanderada con el Fiat Divino, desde la más pequeña cosa a la más grande, todas poseen la bandera del Fiat puesta por mi pequeña hija, parece un ejército formidable que agitando con imponencia su noble bandera, piden con repetidas instancias lo que ellos poseen, esto es, el reino de mi Voluntad sobre la tierra”.

Después he continuado mi giro y

no sólo en toda la Creación,

sino también en todos los actos

hechos por Adán en el estado de inocencia,

en todos aquellos hechos por la Virgen reina,

como también en aquellos hechos por Nuestro Señor,

y yo ponía en ellos mi Fiat Divino mandándolos como un ejército ordenado en torno a la Divinidad para que pidiesen su reino,

y Jesús ha agregado:

“Hija mía, Cielos y tierra ruegan, todos mis actos, los de la Soberana Reina, como también los de Adán inocente, que estaban todos investidos por mi Fiat Divino, tienen todos una voz que resonando entre ellos como un eco dulcísimo y fuerte, piden: ‘Venga tu reino’.

Hija mía, al crear al hombre Yo hice como un padre riquísimo, que habiendo tenido su niño quisiera entretenerse con su pequeño dándole todas sus riquezas y le dice continuamente: ‘Hijo, toma lo que quieras, y cuanto más puedas’. El pequeño se llena las bolsas, sus pequeñas manitas, pero tanto, que no pudiendo contenerlas se le caen por tierra, y el padre instigándolo le dice: ‘¿Esto es todo lo que has tomado? Vamos, toma más, toma todo’. Y el niño se ve apurado y regresa a tomar, pero su pequeña capacidad no puede tomar más, y el padre sonríe y se entretiene con su pequeño.

Así hice Yo con el hombre, le hice don de todas mis riquezas,

y él como pequeño niño, era incapaz de poderlas tomar todas, y Yo animándolo le decía: ‘Toma, toma hijo mío, toma mucho, toma todo si puedes, cuanto más tomes tanto más gozaré y haré fiesta’.

¿No lo estoy haciendo así contigo, hasta querer darte el reino de mi Voluntad Divina?

Por eso te hago girar en toda la Creación, en las obras de mi Redención, ni siquiera te privo de los dominios de la Soberana del Cielo,

y mientras tú giras en nuestras obras y dominios te voy susurrando al oído: ‘Toma lo que quieras mi pequeña hija’.

Y para darte el derecho

te hago marcar todas nuestras obras y nuestros dominios con tu te amo,

con este tu te amo que repite su estribillo: ‘Dame tu Fiat Divino’, y parece que estén entretejidos juntos, Fiat, y te amo, y Yo conozco que lo que tú quieres y pides es la cosa más grande y un reino divino en el cual no sólo tú, sino todos aquellos que estarán en este reino, sean todos reyes y reinas.

¡Si tú supieras qué cosa me pides!

Cielos y tierra están por eso maravillados y están todos mirando la audacia de tu petición, y mi bondad toda paterna, que con amor excesivo te contempla, te sonríe para darte más confianza para pedirlo con más audacia, porque hija mía,

siendo un reino tan grande que debo dar, Yo quiero un pueblo entero que me lo pida,

y el primer pueblo es toda la Creación, que tú con girar en medio de ella

mueves a todos a pedir que venga el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra;

el segundo pueblo son todas mis obras y las de mi Mamá Celestial que fueron hechas sobre la tierra,

estos pueblos son pueblos divinos e interminables;

después está el pueblo de la baja tierra, que es quien recita el Padre Nuestro, y los pocos que conocen en algún modo mi Voluntad Divina piden que venga a reinar sobre la tierra.

Y cuando pueblos enteros me piden, y a la cabeza de ellos está aquélla a la cual ha sido confiada una misión tan grande, con más facilidad se concede lo que Nosotros queremos dar y con insistencia nos es pedido.

¿No sucede así en el bajo mundo? Si se debe elegir un rey, un jefe de un país, hay quien mueve al pueblo a gritar: ‘Queremos a tal por rey, a aquél otro por dirigente de un país’. Si se quiere una guerra se hace gritar al pueblo: ‘Queremos guerra’. No hay cosa importante que se haga dentro de un reino, en que no se recurra al pueblo para hacerlo gritar y aun hacer tumulto para darse la razón y decir: ‘Es el pueblo que lo quiere’.

Y muchas veces el pueblo mientras dice que lo quiere, no sabe lo que quiere, ni todas las buenas o tristes consecuencias que de eso vendrán.

Si esto hacen en el bajo mundo, mucho más Yo. Cuando debo dar cosas importantes, bienes universales, quiero que pueblos enteros me lo pidan,

y tú debes formar estos pueblos,

primero con hacer conocer todos los conocimientos sobre mi Fiat Divino,

segundo girando por todas partes, moviendo Cielos y tierra a pedir el reino de mi Divina Voluntad”.

Fiat Divina Voluntad