Conozcamos tres Lecciones Divinas para pedir y poseer el Gran Don de la Divina Voluntad




Se necesitan las disposiciones para poseer el don del Querer Divino


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 18, cap. 18 (3) Diciembre 25, 1925

“Hija mía, es verdad que el vivir en mi Querer es un don, y es el poseer el don más grande,

pero este don que contiene valor infinito,

que es moneda que surge a cada instante,

que es luz que nunca se apaga,

que es sol que jamás tiene ocaso,

que pone al alma en su lugar establecido por Dios en el orden divino y por lo tanto toma su lugar de honor y de soberanía en la Creación,

no se da sino a quien está dispuesto,

a quien no debe hacer despilfarro, a quien debe estimarlo tanto y amarlo más que la propia vida, es más, debe estar pronto a sacrificar la propia vida para hacer que este don de mi Querer tenga la supremacía sobre todo y sea tenido en cuenta más que la propia vida, más bien, su vida como una nada en comparación a Él.

Por eso primero quiero ver que el alma quiere hacer en verdad mi Voluntad y nunca la suya,

pronta a cualquier sacrificio para hacer la mía, en todo lo que hace pedirme siempre, aun como préstamo el don de mi Querer.

Entonces Yo, cuando veo que nada hace sin el préstamo de mi Querer, lo doy como don, ...doy mis dones con sabiduría, con justicia y con verdadero amor; he aquí entonces la necesidad de las disposiciones, del conocimiento del don y de la estima y aprecio, y del amar al mismo don.

Por eso, como precursor del don de mi Voluntad que quiero hacer a la criatura es el conocimiento de Ella, (de la Divina Voluntad) el conocimiento prepara el camino, el conocimiento es como el contrato que quiero hacer del don que quiero dar, y por cuanto más conocimiento envío al alma, tanto más es estimulada a desear el don y a solicitar al Divino Escritor que ponga la última firma, que el don es suyo y lo posee.

Entonces, la señal de que quiero hacer don de mi Querer en estos tiempos, es el conocimiento de Él, por eso sé atenta en no dejar escapar nada de lo que te manifiesto sobre mi Voluntad, si quieres que Yo ponga la última firma del don que suspiro dar a las criaturas”...

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"para obtenerlo te hago pedir por todos, a nombre de todos y de cada uno de los pensamientos, palabras y actos de criatura"


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24, cap. 46(2) Septiembre 24, 1928


“Hija mía, es cierto que es Voluntad mía que quiero dar el reino de mi Querer Divino, no puedo hacer menos que querer y suspirar de haceros el gran don de Él, si esto no fuera así, o sea, que no suspirara el regreso del hombre en la morada de mi Divina Voluntad, iría contra el orden de nuestra obra creadora, que con suma sabiduría creó al hombre para que viviese de lo nuestro y morase en el reino de nuestro Fiat, dado a él, por Nosotros, como su herencia. Por eso el hombre saliendo de Él formó el desorden en nuestra obra creadora, ¿y cómo podemos tolerar el que quede desordenada nuestra obra más bella? Han pasado siglos y siglos, pueden pasar otros siglos, pero no nos cambiaremos, será siempre nuestro punto más importante, nuestra única finalidad e interés especial, el que nuestra obra creadora sea restaurada y reordenada tal y como salió de nuestras manos creadoras y viva en el reino de nuestro Querer Divino...

más que padre somos Nosotros, más bien el amor del padre es una sombra comparada al nuestro, y nuestra Voluntad Divina es irremovible, ninguno podrá cambiarla, la infelicidad del hombre es un desorden a la obra de la Creación, y queremos nuestros derechos en nuestra obra, tal y como salió queremos que nos regrese, nuestro amor nos ahoga, nuestra justicia lo exige, nuestra bondad lo reclama, nuestra misma felicidad lo suspira y no tolera la infelicidad en nuestra obra, nuestra Divina Voluntad haciéndonos corona nos vuelve inmutables y quiere que su reino sea poseído,

pero a pesar de esto queremos que la criatura ruegue, suspire el bien que le queremos dar, y esto forma un derecho sobre nuestro corazón paterno y un apoyo en el corazón de él para poder recibir lo que queremos dar y así poderle decir en nuestro énfasis de amor:

‘Hijo mío, te lo has merecido, y Nosotros te hemos dado lo que queríamos darte’.


Quien pide se dispone, lo que se obtiene con el rogar se aprecia, se tiene custodiado, y como el conocer mi Querer Divino, el poseer su reino no es un bien individual, sino general, para obtenerlo te hago pedir por todos, a nombre de todos y de cada uno de los pensamientos, palabras y actos de criatura, para hacerte formar el derecho en nuestra Paternidad Divina, de que todos puedan recibir el reino de nuestro Fiat, y las disposiciones en ellos para poseerlo.


Así hizo la Reina del Cielo para implorar el reino de la Redención, por todos y por cada uno tuvo una oración, un suspiro, un acto, no dejó que se le escapara ninguno y con esto daba el derecho a cada uno para poder recibir a su Redentor; así hice Yo para redimirlos, y así quiero que hagas tú para el reino de mi Divina Voluntad”.

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"le daré el gran don del reino de mi Querer"


"si amamos obramos, si obramos damos, ¿pero qué cosa damos? El gran don de nuestro Ser Divino"

"Dios, si ama obra, si habla dona"


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 34, cap. 44 (6) Julio 25, 1937

"... ¿quieres saber por qué no damos nuestros dones como pago o como mérito? Porque los damos a nuestros hijos, y cuando los dones se dan a los hijos no se pone atención en si lo merecen, se dan porque se ama, a lo más se hacen comprender, he aquí la necesidad de la palabra, a fin de que los aprecien, los custodien y amen a Aquél que se los ha dado y que tanto los ama.

En cambio se dan como pago o mérito a los siervos, a los extraños, y ¡oh! con cuánta medida.

Por eso en el exceso de nuestro amor, sin que ninguno nos rogase o lo merecieran, hicimos la Creación, para hacer de ella don al hombre; en otro exceso creamos a la Virgen, para darla en don; en otro exceso, Yo, Verbo Eterno, descendí del Cielo para donarme y hacerme dulce presa del hombre; en otro exceso más grande de amor, le daré el gran don del reino de mi Querer.

La Virgen Celestial, heredera de este reino, llamará a las criaturas como hijos suyos para que reciban en don su gran heredad.


Ahora hija mía, si el alma hace reinar mi Divina Voluntad, su amor no será más estéril, sino fecundo, no se reducirá a sólo palabras, o bien en obras, sentirá en sí la fuerza creadora de nuestro amor, y se pondrá en nuestras mismas condiciones, que si amamos obramos, si obramos damos, ¿pero qué cosa damos? El gran don de nuestro Ser Divino, nuestro amor es tanto, que si damos queremos dar todo, aun a Nosotros mismos en poder de la criatura, nuestro amor no quedaría contento si no dice: ‘He dado todo, no tenía más que darle’.

Mucho más que poseyendo nuestra Voluntad estamos al seguro, estamos en nuestra casa, con todo el decoro, los honores, la decencia que nos conviene. Así la criatura, poseyendo nuestra misma fuerza creadora, si nos ama, nos dará en su amor, en correspondencia de nuestro don, el don de su vida, así que es vida que nos daremos mutuamente, y cada vez que nos ame, nuestra fuerza creadora multiplicará su vida para dárnosla en don, su amor no quedará aislado, sino con la plenitud de su vida que se da en poder de su Creador, y he aquí igualadas las partes entre el Creador y la criatura, Vida recibe en don, y vida dona, y si la criatura tiene sus limites, mi Voluntad la suple, mucho más que en el darnos por don su vida, nos da todo, nada se queda para sí, por eso nuestro amor queda satisfecho y correspondido.


Así que si quieres darnos todo y recibir todo de Nosotros, haz que reine en ti nuestra Voluntad, y todo te será concedido”...


Estas son algunas de las citas para que atendamos inicialmente. En su estudio encontraremos más riqueza de Su Palabra por releer y conocer para este don de la Divina Voluntad