De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 3, cap. 60 abril 16, 1900

Las tres firmas del pasaporte de la bienaventuranza en la tierra


Después de haber pasado días amargos de privación y de reproches del bendito Jesús por mis ingratitudes y resistencias a su Querer y a sus gracias, esta mañana al venir me ha dicho:

“Hija mía,

el pasaporte para entrar en la felicidad

que el alma puede poseer sobre esta tierra,

debe ser firmado con tres firmas, y estas son:

la resignación,

la humildad y

la obediencia

La resignación perfecta a mi Querer


es cera que funde nuestros quereres y de ellos forma uno solo,

es azúcar y miel, pero si hay una pequeña resistencia a mi Querer la cera se desune, la azúcar se vuelve amarga y la miel se convierte en veneno. Ahora, no basta estar resignada, sino que el alma debe estar convencida que

el mayor bien para sí misma y el mayor modo de glorificarme es el hacer siempre mi Voluntad.

He aquí la necesidad de

la firma de la humildad,

porque la humildad produce este conocimiento.


¿Pero quién ennoblece estas dos virtudes? ¿Quién las fortifica? ¿Quién las hace perseverantes? ¿Quién las encadena juntas en modo de no poderse separar? ¿Quién las corona?

La obediencia.

¡Ah sí! La obediencia destruyendo del todo el propio querer y todo lo que es material, espiritualiza todo, y como corona se pone alrededor, así que la resignación y la humildad sin la obediencia estarán sujetas a inestabilidad, pero con la obediencia serán firmes y estables, y he aquí la estrecha necesidad de la firma de la obediencia, para hacer que este pasaporte pueda correr para pasar al reino de la bienaventuranza espiritual que el alma puede gozar desde aquí.

Sin estas tres firmas el pasaporte no tendrá valor, y el alma será siempre rechazada del reino de la bienaventuranza y estará obligada a estar en el reino de la inquietud, de los temores y de los peligros, y para su desgracia tendrá por dios a su propio yo, y este yo estará cortejado por la soberbia y por la rebelión”. ...


Fiat Divina Voluntad