"Jesús cuando llevaba la cruz al calvario,

especialmente cuando encontró a la Verónica, que le ofreció el lienzo para secar su rostro bañado en sangre"

Giro de Luisa Piccarreta


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 10, cap. 2. noviembre 12, 1910

Por cuantos modos se dona el alma a Dios, en otros tantos se dona Él al alma

Estaba pensando en el bendito Jesús cuando llevaba la cruz al calvario, especialmente cuando encontró a la Verónica, que le ofreció el lienzo para secar su rostro bañado en sangre,

y decía a mi amable Jesús: “Amor mío, Jesús, corazón de mi corazón, si la Verónica te ofreció el lienzo, yo no quiero ofrecerte lienzos para secarte la sangre, sino que

JESÚS TE OFREZCO:


te ofrezco mi corazón,

mi latido continuo,

todo mi amor,

mi pequeña inteligencia,

el respiro,

la circulación de mi sangre,

los movimientos,

todo mi ser para enjugarte la sangre, y no sólo de tu rostro sino de toda tu santísima Humanidad,

intento desmenuzarme en tantos pedazos por cuantas son tus llagas, tus dolores, tus amarguras, las gotas de sangre que derramas,


para poner en todos tus sufrimientos,

dónde mi amor,

dónde un alivio,

dónde un beso,

dónde una reparación,

dónde un compadecimiento,

dónde un agradecimiento, etc.,

no quiero que quede ninguna parte de mi ser, ninguna gota de mi sangre que no se ocupe de Ti,


pero, ¿sabes oh Jesús qué recompensa quiero?

Que en todas las partes de mi ser me imprimas, me selles tu imagen, a fin de que encontrándote en todo y dondequiera, pueda multiplicar mi amor”.


Y tantos otros disparates que decía. Ahora, habiendo recibido la comunión, y mirando en mí misma, veía en todas las partecitas de mi ser a Jesús todo entero dentro de una llama, y esta llama decía amor, y Jesús me ha dicho:

“He aquí que he contentado a mi hija; por cuantos modos se ha dado a Mí, en otros tantos y triplicados modos me he donado a ella”.

Fiat