Se Perpetúa Su Vida Sacramental


Comunión Espiritual

"Al instituir el Sacramento de la Eucaristía,

nuestro Fiat formó el eco, el eco invistió el pan y el vino y formó en ellos el cuerpo, la sangre, el alma y mi Divinidad, aquel eco resuena aún en cada hostia y se perpetúa continuamente mi Vida Sacramental"


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24, cap. 7 Abril 16, 1928

La voluntad humana es símbolo de una semilla dañada.

La Divina Voluntad tiene virtud de restituir la vida inicial al

germen.

El eco divino en medio de las criaturas


Estaba pensando en el Santo Querer Divino, y miles de pensamientos se agolpaban en mi cabeza, especialmente sobre cómo podrá venir su reino, cómo las criaturas podrán recibir tanto bien y elevarse tanto de entrar en aquel Fiat de donde salió la Creación. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, mi Voluntad tiene virtud de purificar, despejar la niebla, embellecer y cambiar la misma naturaleza.

La voluntad humana es como una semilla deteriorada por dentro, mientras que por fuera parece buena, la vestidura que cubre la semilla parece en buenas condiciones, pero si se quita la vestidura, se encuentra que la semilla está medio podrida, alguna está vacía, y alguna mientras posee la vida, sin exponerla al sol, al viento, terminará de pudrirse; en cambio si se expone al sol, al viento, con la luz, calor y viento, le será quitada la parte mala, la purificarán y le darán la nueva vida. Tal es la voluntad humana, una semilla dañada, llena de humo, de pus y medio podrida,

pero no están todos muertos del todo, tienen un hilo de vida,

y si estas semillas que contienen este resto de vida se exponen al Sol de mi Querer Divino, su luz, su calor y su viento penetrante e imperante, investirá el germen del querer humano, y la luz y el calor quitarán la niebla del germen, quitándole lo que está dañado, lo llenarán de vida y el viento imperante de mi Fiat lo elevará tan alto, de llegar a encerrarlo en aquel Fiat de donde salió, con su virtud cambiará la naturaleza del germen dándole su vida primera.

Todo está en exponerse al Sol de mi Querer y a los rayos ardientes y radiantes de sus conocimientos, hacerse investir por ellos y acariciar por su luz, calentar por su calor, dejarse llevar por el imperio de su viento, para hacer que el reino de mi Voluntad venga sobre la tierra. Mira, también en el orden natural hay estas prerrogativas, si se siente un aire pesado, que oprime, basta un viento para vaciar al aire de aquel peso y respirarlo como aire puro; si se siente un calor excesivo o un frío que congela, basta un viento para mitigar aquel calor y otro viento tibio para mitigar el frío; si densas nubes cubren el horizonte, basta el viento y el sol para retirarlas y hacer reaparecer más bello el cielo azul; si un campo está por pudrirse por las continuas aguas, basta un viento vigoroso para secarlo, y la luz y el calor del sol para volver a darle vida;

si esto lo puede hacer la naturaleza animada por la potencia de mi Querer, mucho más lo puede hacer sobre las almas que se harán investir por mi Voluntad,

Ella, con su calor las formará de nuevo, destruirá en ellas lo dañado y dándoles su aliento, con su luz las vaciará del peso del querer humano, dándoles nuevamente su naturaleza primera. Y si Adán cuando pecó, corrompiendo el germen de su querer, mi Voluntad no se hubiese retirado de él, la luz y el calor de mi Querer inmediatamente lo hubieran rehecho, pero la Justicia quiso que él sintiera los efectos de su germen corrupto, y por eso al retirarse mi Voluntad no sintió más ni luz ni calor en su alma para poderse rehacer, para mantener incorrupto el germen de su querer.

¿No es tal vez esto el reino de mi Voluntad, que Ella quiere regresar de nuevo en medio de las criaturas y más que sol quitar la corrupción al germen de ellas para poder reinar y dominar en medio de la familia humana?”

Después de esto continuaba pensando en el Fiat Supremo, y mi amable Jesús ha agregado:

“Hija mía, La Voluntad Divina,

en cuanto pronunció el Fiat en la Creación formó un eco,

este eco divino llevó consigo, conforme resonó en el vacío de todo el universo,

todas nuestras cualidades y llenó cielo y tierra de nuestro amor;

este eco conforme salía de nuestro Fiat, creaba las cosas más bellas: Cielos, soles, vientos, mares y tantas otras cosas; el eco permaneció en cada una de las cosas creadas y mantiene la vida del cielo azul con todas las estrellas, la vida del sol y continuando su eco de luz y de calor lo conserva lleno de luz, íntegro y bello como lo creó.

Así que cada cosa creada

tiene como principio y como conservación el eco de nuestro Fiat,

por eso conservan el orden, la armonía, la magnificencia, la potencia de nuestras obras. Cuando la Divinidad quiere obrar y reproducir aun nuestra misma Vida, nuestro Fiat forma el eco, y el eco crea y forma lo que Nosotros queremos; mira, también

al instituir el Sacramento de la Eucaristía,

nuestro Fiat formó el eco, el eco invistió el pan y el vino y formó en ellos el cuerpo, la sangre, el alma y mi Divinidad, aquel eco resuena aún en cada hostia y se perpetúa continuamente mi Vida Sacramental.


Ahora, este eco resonó en la creación del hombre, y éste con sustraerse de nuestro Querer perdió el eco, no oyó más dentro y fuera de él su sonido dulce, potente, armonizador, que tenía virtud de conservarlo tal y como salió de nuestras manos creadoras, y por eso se volvió débil y desarmonizado. Pobre hombre sin el eco de nuestro Fiat que le había dado la vida, no supo más reordenarse, no sentía más en él el eco de la luz de su Creador, el eco del amor, el eco del orden, de la potencia, de la sabiduría, de la dulzura y bondad divina; sin el eco de nuestro Fiat el hombre se volvió como un niño que crece sin mamá, que no tiene quién le enseñe las palabras, quién le enseñe cómo actuar, los pasos; o bien como un estudiante que no tiene maestro que le enseñe a leer, a escribir, y si alguna cosa logra por sí mismo, lo hará desordenado. Así es el hombre sin el eco de nuestro Fiat, como un niño sin mamá, como un estudiante sin maestro.

Ahora el alma, según llame a mi Voluntad como principio, de todo su ser, así sentirá su eco divino,

este eco la llamará a su principio y resonando en ella la reordenará nuevamente. Así como nuestro eco se retiró del hombre porque éste se sustrajo de nuestra Voluntad Divina,

así con reconocerla, amarla y no querer otra cosa que nuestro Fiat Divino, regresará el eco de nuestra Voluntad en medio de las criaturas;

es propiamente esto el reino de nuestro Fiat, el regreso de nuestro eco divino, no más el eco lejano que a menudo ha resonado al oído del hombre desde que se sustrajo de nuestro Querer, sino el eco continuo que resonará en el fondo de su alma y que transmutándola formará en ella la Vida Divina, restituyéndole el orden de cómo había sido creado”.

Fiat Divina Voluntad