Dios Padre Mío!

Padre Te Amo. Consagrada a Ti, quiero Glorificarte con mi vida, viviendo mis actos según Tu Voluntad; y en Jesús te doy mi te Amo, te Adoro, te Alabo, te Bendigo, te Glorifico, te doy Gracias a nombre de todos y por todos, por hacernos partícipes del Don de tu Voluntad.

Dios Padre

de Toda la humanidad

Girar. Libro de Cielo Vol. 29-23


La Creación la llama: "Hija del gran Padre Celestial"


"...reconoce nuestros bienes, nuestras obras, y sentirás nuestra Paternidad en el cielo adornado de estrellas, que en su callado centelleo te llaman hija y te atestiguan el amor de tu Padre; nuestra Paternidad se extiende en el sol, que con su luz vibrante te llama hija y te dice:  ‘Reconoce en mi luz el gran don de tu Padre, que te ama tanto que quiere que seas la poseedora de esta luz’; nuestra Paternidad se extiende por todas partes, en el agua que bebes, en el alimento que tomas, en la variedad de las bellezas de toda la naturaleza, todas tienen una voz común, todas te llaman hija del gran Padre Celestial, y como hija suya quieren ser poseídas por ti.  ... a nuestra voz tierna de llamarte hija, oyéramos tu voz que nos llamara Padre y nos dijera:  Esto es don de mi Padre, ¡oh! cómo me ama, y yo quiero amarlo mucho, mucho”.


El Reino del FIAT Divino

www.fiatdivinavoluntad.com

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

AUDIO

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 29-23  Junio 23, 1931
 

La Creación manifiesta la Paternidad Divina, y Dios

se siente Padre de quien lo reconoce en sus obras

 

(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos hechos en ella por la Divina Voluntad, me parecía que en cada cosa creada estaba como noble Reina, como centro de vida, la Voluntad adorable, para hacer en cada cosa su dulce encuentro con las criaturas, pero recibía este encuentro quien la reconocía en cada cosa creada.  En este encuentro feliz se abren las correspondencias de ambas partes, se festeja juntos, y la Divina Voluntad da y la criatura recibe.  Pero mientras mi mente se perdía al girar en las cosas creadas, mi sumo Bien Jesús me ha dicho:

(2) “Hija mía, toda la Creación manifiesta la Paternidad Divina, la potencia, el amor, la armonía de Aquél que la ha creado.  ¿Pero sabes tú de quién nos sentimos Padre?  De quien recuerda y reconoce toda la Creación como propiedad de su Creador, que queriendo manifestar su Paternidad por las criaturas ha creado tantas cosas bellas por amor suyo, por eso quien lo reconoce para corresponderle amándolo y agradeciéndole, se estrecha en torno a su Padre Celestial como hija que reconoce sus bienes, y que si los ha creado significa que quiere que su hija posea sus posesiones en las posesiones de su Padre.  

¡Si tú supieras cual es nuestra alegría y felicidad al sentirnos Padre, y al ver a nuestros hijos estrechados a nuestro alrededor por medio de nuestras cosas creadas!  Así que la criatura con recordar y reconocer lo que Dios ha hecho por ella nos ama como Padre, y Nosotros la amamos como hija, sentimos que nuestra Paternidad no es Paternidad estéril, sino fecunda.  

Así quien recuerda y reconoce lo que hice y sufrí en mi Vida y Pasión, me hace sentir Redentor, y doy a poseer los bienes de la Redención, así que mis penas, mis obras, mis pasos, se ordenan en torno a la feliz criatura para ayudarla, santificarla, y hacerle sentir los efectos en ella de toda mi Vida.  

Y por quien reconoce lo que nuestro amor ha hecho y puede hacer en el orden de la Gracia, me siento Amante apasionado y le doy la posesión de mi amor, de manera que sentirá tal amor por Mí de no poder vivir sin amarme, y como el verdadero amor está en el hacer siempre mi Voluntad, Yo hago de ella un prodigio de mi amor y de mi Querer. 

 ¿Qué dolor no sería para un padre tener hijos y no verlos a su alrededor para amarse recíprocamente, y gozarse el fruto de sus entrañas?  Y si estos hijos no poseyeran los bienes del padre, ¿no sería un dolor mayor?  

Tal es nuestra Divinidad, hemos extendido nuestra Paternidad en modo infinito en toda la Creación, como Padre somos todo ojos sobre nuestros hijos para que nada les falte, nuestros brazos sienten la extrema necesidad de amor de estrecharlos a nuestro seno para darles amor y recibir amor, y cuando vemos a la criatura que corre a Nosotros, quiere nuestros abrazos, ¡oh! cómo nos sentimos felices de que nuestra Paternidad es reconocida y puede desarrollar el oficio de Padre hacia nuestros hijos.  

Nuestra generación es casi innumerable, sin embargo pocos hijos nos circundan, todos los otros están lejanos de Nosotros, lejanos con el corazón, con la voluntad, lejanos de nuestra semejanza, y en nuestro dolor al ver los pocos hijos en torno a Nosotros decimos:  ‘¿Y nuestros otros hijos dónde están?  ¿Cómo no sienten la necesidad de tener un Padre Celestial, de recibir nuestras caricias paternas, de poseer nuestros bienes?’  

Por eso sé atenta, reconoce nuestros bienes, nuestras obras, y sentirás nuestra Paternidad en el cielo adornado de estrellas, que en su callado centelleo te llaman hija y te atestiguan el amor de tu Padre; nuestra Paternidad se extiende en el sol, que con su luz vibrante te llama hija y te dice:  ‘Reconoce en mi luz el gran don de tu Padre, que te ama tanto que quiere que seas la poseedora de esta luz’; nuestra Paternidad se extiende por todas partes, en el agua que bebes, en el alimento que tomas, en la variedad de las bellezas de toda la naturaleza, todas tienen una voz común, todas te llaman hija del gran Padre Celestial, y como hija suya quieren ser poseídas por ti.  Ahora, cuál sería nuestro contento si en todas las cosas creadas por Nosotros, a nuestra voz tierna de llamarte hija, oyéramos tu voz que nos llamara Padre y nos dijera:  Esto es don de mi Padre, ¡oh! cómo me ama, y yo quiero amarlo mucho, mucho”.