“Yo no tomo en cuenta tus oposiciones,

porque tu voluntad está tan fundida con la mía que no puedes querer sino lo que quiero Yo"


Hacerse ver Intuitiva o abstractivamente

"En la intuitiva entra dentro de Él y consigue las gracias, esto es, recibe en sí la participación del Ser Divino"

2-77 No tomo en cuenta tus oposiciones.m4a
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 2, cap. 77 septiembre 26, 1899

Causa por la que Jesús no toma en cuenta las oposiciones. Vista abstractiva e intuitiva del alma

Esta mañana, habiendo venido mi adorable Jesús, me ha transportado fuera de mí misma, pero con mi suma pena lo veía de espaldas, y por cuanto le he rogado que me dejara ver su santísimo rostro me resultaba imposible. En mi interior iba diciendo:

“Quién sabe, a lo mejor son mis oposiciones a la obediencia de escribir, por lo que no se digna hacer ver su rostro adorable”. Y mientras esto decía lloraba. Después de que me ha hecho llorar se ha volteado y me ha dicho:

“Yo no tomo en cuenta tus oposiciones, porque tu voluntad está tan fundida con la mía que no puedes querer sino lo que quiero Yo;

por eso mientras te repugna, al mismo tiempo te sientes atraída como por un imán a hacerlo, así que tus repugnancias no sirven para otra cosa que para volver más bella y resplandeciente la virtud de la obediencia, por eso no las tomo en cuenta”.

Después he visto su bellísimo rostro, y en mi interior sentía un contento indescriptible, y dirigiéndome a Él le he dicho: “Dulcísimo Amor mío, si yo siento tanto deleite al verte, ¿qué habrá sentido nuestra Mamá Reina cuando te encerraste en su seno purísimo? ¿Qué contentos, cuántas gracias no le diste?”

Y Él: “Hija mía, fueron tales y tantas las delicias y las gracias que vertí en Ella, que basta decirte que lo que Yo soy por naturaleza, nuestra Madre lo llegó a ser por gracia;

mucho más, pues no teniendo culpa,

mi gracia pudo dominar en Ella libremente, así que no hay cosa de mi Ser, que no le conferí a Ella”.

En aquel instante me parecía ver a nuestra Reina Madre como si fuese otro Dios,

con esta sola diferencia: Que en Dios es naturaleza propia, y en María Santísima es gracia conseguida. ¿Quién puede decir cómo he quedado asombrada? ¿Cómo mi mente se perdía al ver un portento de gracia tan prodigioso? Entonces, dirigiéndome a Él le he dicho: “Amado Bien mío, nuestra Madre tuvo tanto bien porque te hacías ver intuitivamente; yo quisiera saber cómo te muestras a mí, con la vista abstractiva o intuitiva. Quién sabe si es también abstractiva”.

Y Él: “Quiero hacerte entender la diferencia que hay entre una y otra.

En la abstractiva el alma mira a Dios,

en la intuitiva entra dentro de Él y consigue las gracias, esto es, recibe en sí la participación del Ser Divino;

y tú, ¿cuántas veces no has participado de mi Ser? Ese sufrir que en ti parece como si fuera connatural, esa pureza que llegas hasta sentir como si no tuvieras cuerpo, y tantas otras cosas, ¿no te las he dado cuando te he atraído a Mí intuitivamente?”

“¡Ah! Señor, es verdad, y yo, ¿cuáles agradecimientos te he dado por todo esto? ¿Cuál ha sido mi correspondencia? Siento vergüenza de sólo pensarlo, pero ¡ah! perdóname y haz que me puedan conocer en el Cielo y en la tierra como un sujeto de tus infinitas misericordias.

Fiat