"podemos enseñarle nuestras ciencias divinas, más bien se formarán vida en ella"  vol. 35-39

Me Fundo en Ti, 

Espíritu Santo

Esta Oración para Fundirnos en el Espíritu Santificador es en virtud de la Palabra de Jesús del vol. 17, cap. 43 (5)

Giro con Reparación al Espíritu Santo


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Me Fundo en Ti, Espíritu Santo



    Me fundo en el orden de tu Gracia, en todo lo que has hecho y harás en nosotros los santificantes. 

    ¡Ven Divino Espíritu!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua!  Danos pronto a conocer Vuestra Voluntad, Vuestro primer acto de su Santificación completa, el cual es la Divina Voluntad! 

      Vengo ante ti Suprema Majestad, para dar la correspondencia de amor al Espíritu Santificador a nombre de todos los santificantes, entro en el orden de Tu gracia para poder darte Amor, Honor y Gloria como si todos fuéramos santos, reparo por todas las oposiciones e incorrespondencias a los actos de Tu gracia haciendo mío Tu dolor, Tus gemidos inenarrables secretos, Tus suspiros angustiosos ocultos en el fondo de los corazones. Por el dolor que te damos, perdón Espíritu Santificador. 


¡Ven Divino Espíritu en mí!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua. Fiat!

Estamos en la Era del Tercer Fiat!

La Era Celestial y Trina de la Divina Voluntad


Oremos al Espíritu Santo por Este Pentecostés Divino



En tu Divino Querer, unidos a Nuestra Madre María, y a Luisa, la pequeña hija de la Divina Voluntad, en el Cenáculo del Monte Sión (1era. Iglesia Cristiana), oramos por la Gran Efusión de Ti, Espíritu Santo, para un Segundo Pentecostés para toda la humanidad, que se extienda el Reino de Tu Divina Voluntad y triunfe en todos la Era del Tercer Fiat!

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Enseñarle Nuestras Ciencias Divinas

Día 3 Novena Espíritu Santo


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 35, cap. 39  marzo 20, 1938

Encuentros de amor de la criatura que vive en el Querer Divino.  Dios desarrolla su obra creadora en quien vive en su Querer

 

Estoy entre los brazos del Fiat, el cual ama tanto a su amada criatura que vive en Él, que la tiene siempre estrechada entre sus brazos, más aún, su amor es tanto, que la pone en su movimiento incesante.  Las más pequeñas distancias, los instantes de intervalo en que no la siente consigo en su misma Vida, le formarían el más doloroso martirio de amor, y en su dolor le diría:  “Hija, no te apartes de Mí ni siquiera por un solo instante, amargarías mi amor, porque tu vida la sentimos como nuestra; por lo tanto nos sentiríamos desgarrar, torturar nuestro amor, porque tú debes saber que tu respiro hace vida, respira en el nuestro, y conforme respira nos sentimos amar y te amamos; haz que tu movimiento se mueva en el nuestro, haz la misma Vida nuestra, obra con Nosotros, habla con nuestra misma palabra”.  

A esta criatura nos la sentimos circular en nuestro Ser Divino como sangre que circula en las venas de las criaturas, y dice y repite siempre:  “Te amo, te amo”.  

No contenta emprende el vuelo, gira por todas las cosas creadas, recoge nuestro amor esparcido en toda la Creación, y viene a refugiarse en nuestro Ser Supremo y nos da la sorpresa de traernos todo el amor que nos deberían dar todas las cosas creadas, si tuviesen razón.  

Va buscando siempre nuevos encuentros para amarnos.  Otras veces va hasta su Madre Reina y le pide todo su amor, y nos da la sorpresa de traernos el amor de la gran Señora duplicado, y festejando nos dice:  “Os traigo el amor de mi Mamá Celestial para amaros”.  Y ¡oh! cómo quedamos contentos.  

Estar sin quien vive en nuestro Querer nos resulta imposible”.

¡Oh Voluntad Divina, cuánto amor, cuánta potencia encierras para quien vive en Ti!  Me sentía tan maravillada que no sabía decir más, y mi amado Jesús repitiendo su breve visita, con un amor indecible me ha dicho:

“Hija mía nacida y renacida en nuestro Querer, tú debes saber que el vivir en nuestro Querer contiene tales prodigios y maravillas inauditas, que los mismos Cielos se cimbran, y reverentes se abajan al escucharlos, porque en esa criatura podemos desarrollar nuestra obra creadora, podemos depositar nuestro amor, nuestros delirios, nuestras ansias y suspiros, nuestra Voluntad que le hará comprender nuestra Majestad Suprema, le hará amar con nuestro amor.  

Sin esta criatura nos encontramos como un maestro que posee todas las ciencias, podría impartir sus lecciones a todas las universidades, a todas las escuelas, pero qué, no encuentra ni siquiera un alumno a quién enseñar sus ciencias.  Qué dolor para este maestro, poseer tantas ciencias y tenerlas inútiles en sí mismo, sin poder hacer conocer el valor de las ciencias que posee.  ¡Oh, si este maestro encontrase un solo alumno que quisiera aprender sus ciencias, se lo pondría sobre sus rodillas, lo tendría consigo noche y día, sentiría que su ciencia no morirá, sino que vivirá en su alumno, y sentiría casi como duplicar su vida!  ¡Oh, cómo lo amaría, se sentiría renacido en su alumno, sentiría rota su soledad, se sentiría amado por aquél a quien imparte sus lecciones, por lo tanto se cambiaría su vida amarga en alegrías!  

Así es nuestro Ente Supremo, si no encontramos quién viva en nuestra Voluntad Divina, somos como ese maestro, que no tenemos a quién impartir nuestras lecciones; poseemos ciencias infinitas, y sin embargo no tenemos a quién decir una sola palabra, porque falta la luz de nuestro Querer que le hará comprender lo que Nosotros queremos enseñarle, en cambio si vive en nuestro Querer nos sentiremos revivir en la criatura, podemos enseñarle nuestras ciencias divinas, más bien se formarán vida en ella, nuestro lenguaje celestial lo entenderá de maravilla, nos amará como queremos que nos ame, y he aquí nuestra suerte y su suerte cambiada, la soledad no existirá más, la compañía será perenne, tendremos siempre qué decir, y tendremos quién nos escuche, nuestro eterno dolor se cambiará en alegrías, en fiestas, porque tendremos a la criatura que vive en nuestro Querer.  

Ahora, cuando no encontramos quién viva en nuestra Voluntad, para Nosotros sucede como para quien posee inmensas riquezas, pero tantas, que se siente como ahogar por ellas, no obstante no encuentra ni a quién dar, ni quién tome sus bienes.  Pobrecito, en sus riquezas es bien infeliz, sufre una cruel soledad, no hay quién lo ame, quién lo respete, quien le diga un gracias, es más, parece que le huyen, porque no encuentra ni a quién darle, ni quién las tome.  Sin la compañía la alegría muere, y con no darlas a ninguno siente que sus bienes, su vida, no viven en los demás, y el aislamiento es la más grande de las amarguras.  

¡Oh, cuántas veces queremos dar y no tenemos a quién dar, la criatura con no hacer nuestra Voluntad nos cierra las puertas, nos impide el paso, es más, se pone a distancia de Nosotros y se circunda de miserias, de debilidades, de las pasiones más feas!  

He aquí por qué el vivir en nuestro Querer despierta admiración en todos, y Nosotros mismos quedamos maravillados, debiendo encerrar el infinito en lo finito, la inmensidad en la pequeñez.  Es necesario que hagamos tales maravillas y prodigios, que sólo nuestro amor imperando sobre nuestro Ser Divino nos induce a hacer las maravillas más estrepitosas, pero tanto, que los mismos ángeles y santos quedan sorprendidos y mudos por el estupor”.

Fiat Divina Voluntad