"Ella (la Voluntad Divina) es de Cielo y quiere poner en el alma lo que es Divino y pertenece al Cielo, así que el propio ‘yo’ queda en ayunas y se siente morir..."

¿Es que pueden guardar luto, mientras el novio está con ellos? Mateo 9:14-17

“¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?” (Mt: 9, 14)


"Porque no tienen el paladar purgado y están habituados a los alimentos ordinarios de este bajo mundo, como son las virtudes, y no a los alimentos celestiales y divinos como es mi Querer"





De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta vol.19-11 (1, 2) abril 9, 1926

Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús dice tantas cosas grandes, admirables, altísimas, maravillosas de la Voluntad de Dios, y no obstante

a mí me parece que las criaturas no tienen de Ella el concepto que merece, ni tienen la gran impresión de las maravillas que en Ella hay,

más bien parece que la ponen a la par de las virtudes, y tal vez tengan en más aprecio a estas virtudes que a la Santísima Voluntad de Dios.” Y mí siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho: “Hija mía,

¿quieres saber el por qué?

Porque no tienen el paladar purgado y están habituados a los alimentos ordinarios de este bajo mundo, como son las virtudes, y no a

los alimentos celestiales y divinos como es mi Querer.

Este alimento celestial es gustado solamente por aquél que tiene a la tierra, a las cosas y a las mismas personas como una nada, o bien, todas en orden a Dios.

Las virtudes que se pueden practicar sobre la tierra

raramente están excluidas de fines humanos, de estima propia, de propia gloria, amor por exhibirse ante las personas y de agradar a éstas, y todos estos fines son como tantos gustos al paladar ordinario del alma y muchas veces se obra más por estos gustos que por el bien que contiene la virtud. He aquí por qué hacen más impresión las virtudes, porque la voluntad humana gana siempre alguna cosa;

en cambio mi Voluntad, la primera cosa que echa por tierra es la voluntad humana, y no tolera ningún fin que sea humano,

Ella es de Cielo y quiere poner en el alma lo que es Divino y pertenece al Cielo,

así que el propio ‘yo’ queda en ayunas y se siente morir;

pero si sintiéndose morir y perdiendo la esperanza de que algún otro alimento le quede,

se decide a tomar el alimento de mi Voluntad,

en cuanto lo toma, estando ya su paladar purgado, entonces siente el gusto del alimento de mi Voluntad, tanto, que no lo cambiaría aun a costa de la propia vida.

Mi Voluntad no sabe congeniar con las cosas bajas y pequeñas que se pueden hacer sobre la tierra,

como hacen las virtudes, sino que Ella quiere tener todo y a todos como escabel a sus pies, y cambiar todo el interior del alma y a las mismas virtudes en Voluntad Divina, en una palabra, quiere su Cielo en el fondo del alma,

de otra manera quedaría impedida y no podría desenvolver su Vida Divina.


Por eso la gran diferencia que hay entre las virtudes y mi Voluntad,

entre la santidad de la una y de la otra:

las virtudes pueden ser de las criaturas y pueden formar a lo más una santidad humana,

mi Voluntad es de Dios y puede formar una santidad toda divina;

¡qué diferencia! Pero como las criaturas están habituadas a mirar en lo bajo, por eso le hacen más impresión las pequeñas lamparitas de las virtudes, que el gran Sol de mi Voluntad.”


Fiat Divina Voluntad!