He aquí el por qué ante los tantos males que inundan la tierra no llueven los flagelos merecidos
He aquí el por qué ante los tantos males que inundan la tierra no llueven los flagelos merecidos
Vol. 11-89
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 11, cap. 69 marzo 14, 1914
El alma que hace la Voluntad de Dios, toma a todo Jesús
El alma que hace la Voluntad de Dios, toma a todo Jesús
Hoy estaba fundiéndome toda en Jesús, pero tanto, de sentir a lo vivo y real a todo Jesús en mí, y mientras lo sentía me ha dicho, pero en un modo tan tierno y conmovedor, que mi pobre corazón me lo sentía romper:
Hoy estaba fundiéndome toda en Jesús, pero tanto, de sentir a lo vivo y real a todo Jesús en mí, y mientras lo sentía me ha dicho, pero en un modo tan tierno y conmovedor, que mi pobre corazón me lo sentía romper:
“Hija mía, me es demasiado duro no contentar a quien hace mi Voluntad. Como tú ves no tengo más manos, ni pies, ni corazón, ni ojos, ni boca, nada me queda; en mi Voluntad que has tomado, de todo te has adueñado, y a Mí nada me queda.
“Hija mía, me es demasiado duro no contentar a quien hace mi Voluntad. Como tú ves no tengo más manos, ni pies, ni corazón, ni ojos, ni boca, nada me queda; en mi Voluntad que has tomado, de todo te has adueñado, y a Mí nada me queda.
He aquí el por qué ante los tantos males que inundan la tierra no llueven los flagelos merecidos, porque me es duro no contentarte, y además cómo lo puedo hacer si no tengo manos, y tú no me las cedes. Si me llegan a ser absolutamente necesarias, me veré obligado a hacerte un robo, o bien a convencerte, de manera que tú misma me las cedas. ¡Cómo me es duro, cómo me es duro desagradar a quien hace mi Voluntad! Me desagradaría a Mí mismo”.
He aquí el por qué ante los tantos males que inundan la tierra no llueven los flagelos merecidos, porque me es duro no contentarte, y además cómo lo puedo hacer si no tengo manos, y tú no me las cedes. Si me llegan a ser absolutamente necesarias, me veré obligado a hacerte un robo, o bien a convencerte, de manera que tú misma me las cedas. ¡Cómo me es duro, cómo me es duro desagradar a quien hace mi Voluntad! Me desagradaría a Mí mismo”.
Yo he quedado asombrada por este hablar de Jesús, y no sólo eso, sino que en verdad veía que yo tenía las manos, los pies, los ojos de Jesús, y le he dicho: “Jesús, hazme ir ya al Cielo”.
Yo he quedado asombrada por este hablar de Jesús, y no sólo eso, sino que en verdad veía que yo tenía las manos, los pies, los ojos de Jesús, y le he dicho: “Jesús, hazme ir ya al Cielo”.
Y Él: “Dame otro poco de vida en ti, y después vendrás”.
Y Él: “Dame otro poco de vida en ti, y después vendrás”.
Fiat Divina Voluntad