Divina Misericordia

 De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 19-54 (3-4) Septiembre 3, 1926




Cómo la Voluntad Divina es penetrante y convierte

en naturaleza sus efectos



“... Estaba pensando y fundiéndome en el Santo Querer Divino, y encontrándome en su luz inmensa sentía que sus rayos divinos me penetraban tanto, hasta transformarme en su misma luz, y Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:


 “Hija mía, cómo es bella, penetrante, comunicativa, transformadora la luz de mi Voluntad. Ella es más que sol, el cual, golpeando la tierra dona con liberalidad los efectos que su luz contiene, no se necesita rogarle, sino que espontáneamente, conforme su luz llena la superficie 

de la tierra, dona a cada una de las cosas que encuentra lo que tiene, da al fruto la dulzura y el sabor, a la flor el color y el perfume, a las plantas el desarrollo, a todas las cosas da los efectos y los bienes que contiene, no particulariza con ninguno, sólo basta con que su luz las toque, las penetre, las caliente, para hacer su obra. Más que sol es mi Voluntad, con tal de que el alma se exponga a sus rayos vivificantes y haga a un lado las tinieblas y la noche de su voluntad humana, su luz surge e inviste al alma, y penetra en sus más íntimas fibras para hacerle huir las sombras y los átomos del humano querer, conforme da su luz y el alma la recibe, comunica todos los efectos que contiene, porque mi Voluntad, saliendo del Ser Supremo contiene todas las cualidades de la Naturaleza Divina, por lo tanto, conforme la inviste, así comunica la bondad, el amor, la potencia, la firmeza, la misericordia, y todas las cualidades divinas, pero no en modo superficial, sino tan real, que transmuta en la naturaleza humana todas sus cualidades, de modo que el alma sentirá en sí, como suya, la naturaleza de la verdadera bondad, de la potencia, de la dulzura, de la misericordia, y así de todo el resto de las cualidades supremas. Sólo mi Voluntad tiene esta potencia de convertir en naturaleza sus virtudes para quien se da en poder de su luz y de su calor y tiene lejano de ella la noche tenebrosa del propio querer, verdadera y perfecta noche de la pobre criatura”.


Fiat Divina Voluntad