Mt 18, 20 

“Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” 



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Recitar El Padre Nuestro

 Toda la Iglesia ruega, no hay alma que a Ella pertenezca que no recite el Padre Nuestrorecitándolo se renueva mi interés y escucho mi oración




De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 24-16 (2) Mayo 26, 1928

“Hija mía, Dios es orden, y cuando quiere dar un bien a las criaturas, siempre pone en él su orden divino, y todo lo que se hace para obtener el bien comienza de Dios, poniéndose Él a la cabeza para tomar el empeño y ordena a la criatura al mismo fin. 

Esto lo hice para dar Yo la Redención y las criaturas para recibirla y esto estoy haciendo para dar el reino del Fiat Divino y las criaturas para recibirlo. Con formar Yo mismo el Padre Nuestro me ponía a la cabeza y tomaba el empeño de dar este reino, y con haberlo enseñado a mis apóstoles ponía el orden en las criaturas, el cómo poder obtener un bien tan grande.

Así que toda la Iglesia ruega, no hay alma que a Ella pertenezca que no recite el Padre Nuestro, y si bien muchos lo recitan sin interés de querer y pedir un reino tan santo, esto es, que el Querer Divino se haga como en el Cielo así en la tierra, estando este interés en Aquél que lo enseñó, recitándolo se renueva mi interés y escucho mi oración que pide: ‘Venga tu reino a fin de que se haga tu Voluntad como en el Cielo así en la tierra.’ Ahora, si la criatura al recitar el Padre Nuestro tuviese este interés de querer y suspirar mi reino, entraría a tomar parte de mi interés y su voluntad se fundiría en la mía por el mismo fin; pero a pesar de que no tenga este interés, mi valor e interés corre siempre en cada Padre Nuestro.

Ve entonces el orden divino, pedir todos una sola cosa. En medio de éstos que piden, están aquellos que quieren hacer mi Voluntad, otros que la hacen y todo esto viene entretejido junto y tocan a la puerta de mi Querer Divino, repiten los toquidos y golpean, quién fuerte, quién quedo, pero siempre hay alguno que toca y pide que se abran las puertas a fin de que descienda mi Voluntad a reinar sobre la tierra. Y como todo está establecido y ordenado por la Divinidad, espera a quien debe hacer el toquido más fuerte y que forzando las puertas con una fuerza invencible, cual es la misma Fuerza de mi Voluntad Divina, abrirá de par en par las puertas, y con sus dulces cadenas de amor atará al eterno Querer para hacerlo venir a reinar en medio a las criaturas; ella será como la esposa que entretejiendo a su esposo con sus cadenas amorosas lo llevará como en triunfo en medio a las criaturas. Y así como la Virgen Santa puso término a las horas nocturnas de los patriarcas y profetas y formó el alba para hacer despuntar el Sol del Verbo Eterno, así ésta formará el alba para hacer despuntar el Sol del Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra…”