La quiere purificar de todo mínimo defecto

Modo como la purifica del todo

vol. 1 (85-89)

"Tú ten siempre en la mira lo que quiero hacer de ti, esto es,

hacerte semejante a Mí"

"Yo me abandono en Ti.

Oh Esposo Santo, obra libremente, haz de mí lo que quieras, dame tu Gracia, pues por mí nada soy y nada puedo”

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La quiere purificar de todo mínimo defecto

Modo como la purifica del todo




De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 1 párr. 85-89

(85) Yo me sentía toda confundida, no comprendía su modo de obrar, pero con el tiempo he entendido que ese modo de obrar lo usa cuando quiere disponer al alma a nuevas y más pesadas cruces, y la sabe atraer tanto a Él con esas estratagemas, que el alma no se atreve a oponerse a lo que Él quiere. Entonces le decía: “Sí, te amo, pero dime Tú mismo, ¿puedo encontrar objeto más bello, más santo, más amable que Tú? Además, ¿por qué me preguntas si estoy dispuesta a hacer lo que quieres, si desde hace tanto tiempo te entregué mi voluntad y te pedí que no evitaras ni aun el hacerme pedazos con tal que te pudiera dar gusto?

Yo me abandono en Ti. Oh Esposo Santo, obra libremente, haz de mí lo que quieras, dame tu Gracia, pues por mí nada soy y nada puedo”.

Y Él me decía:

(86) “¿Verdaderamente estás dispuesta a todo lo que quiero?”.

(87) Yo entonces me sentía más confundida y anonadada, y decía: “Sí, estoy dispuesta”. Pero casi temblando, y Él compadeciéndome seguía diciendo:

“No temas,

seré tu fuerza, no sufrirás tú, sino seré Yo quien sufrirá y combatirá en ti. Mira,

quiero purificar tu alma

de todo mínimo defecto que pudiera impedir mi Amor en ti,

quiero probar tu fidelidad,

¿pero cómo puedo ver si esto es verdad, si no es poniéndote en medio de la batalla?

Debes saber que quiero ponerte en medio de los demonios, les daré libertad de atormentarte y de tentarte

a fin de que cuando hayas combatido los vicios con las virtudes opuestas,

te encontrarás ya en posesión de esas mismas virtudes que creías perder, y después, tu alma purificada, embellecida, enriquecida, será como un rey que regresa vencedor de una ferocísima guerra, que mientras creía perder lo que tenía, vuelve en cambio más glorioso y lleno de inmensas riquezas. Y entonces

vendré Yo, formaré en ti mi morada, y estaremos siempre juntos.

Es verdad que será doloroso tu estado, los demonios no te darán paz, ni de día ni de noche, estarán siempre en acto de hacerte ferocísima guerra, pero

tú ten siempre en la mira lo que quiero hacer de ti, esto es,

hacerte semejante a Mí,

y que no podrás llegar a esto sino por medio de muchas y grandes tribulaciones, y así tendrás más ánimo para soportar las penas”.

(88) ¿Quién puede decir cómo quedé asustada ante tal anuncio? Me sentí helar la sangre, erizar los cabellos y mi imaginación quedó llena de negros espectros que parecía que me querían devorar viva. Me parecía que el Señor, antes de ponerme en este estado doloroso, daba libertad a todo lo que debía sufrir, y me veía rodeada por todo eso, entonces me dirigí a Él y le dije: “Señor, ¡ten piedad de mí! Ah, no me dejes sola y abandonada, veo que es tanta la rabia de los demonios, que no dejarán de mí ni siquiera el polvo, ¿cómo podré resistirles? Para Ti es bien conocida mi miseria y cuán mala soy, por eso dame nueva gracia para no ofenderte. Señor mío, la pena que más desgarra mi alma, es ver que también Tú debes dejarme. Ah, ¿a quién podré decir alguna palabra, quién me debe enseñar? Pero sea hecha siempre tu Voluntad, bendigo tu Santo Querer”. Y Él benignamente continuó diciéndome:

(89) “No te aflijas tanto, debes saber que

jamás permitiré que te tienten más allá de tus fuerzas,

si esto lo permito es para tu bien, jamás pongo a las almas en la batalla para hacer que perezcan,

primero

mido sus fuerzas, les doy mi gracia y después las introduzco, y

si alguna alma se precipita,

es porque no se mantiene unida a Mí con la oración,

no sintiendo más la sensibilidad de mi Amor van mendigando amor de las criaturas, mientras que sólo Yo puedo saciar el corazón humano,

no se dejan guiar por el camino seguro de la obediencia, creyendo más en el juicio propio que en quien las guía en mi lugar,

entonces, ¿qué maravilla si se precipitan? Por eso lo que te recomiendo es la oración, aunque debieras sufrir penas de muerte,

jamás debes descuidar lo que acostumbras hacer,

es más, cuanto más te veas en el precipicio, tanto más invocarás la ayuda de quien puede liberarte. Además, quiero que te pongas ciegamente en las manos del confesor, sin examinar lo que te viene dicho, tú estarás circundada de tinieblas y serás como uno que no tiene ojos y que necesita de una mano que lo guíe, el ojo para ti será la voz del confesor que como luz te iluminará las tinieblas, la mano será la obediencia que te será guía y sostén para hacerte llegar a puerto seguro.

La última cosa que te recomiendo es el valor, quiero que con intrepidez entres en la batalla, la cosa que más hace temer a un ejército enemigo es ver el coraje, la fortaleza, el modo con el cual desafían los más peligrosos combates, sin temer nada.

Así son los demonios,

nada temen más que a un alma valerosa, toda apoyada en Mí, que con ánimo fuerte va en medio a ellos no para ser herida, sino con la resolución de herirlos y exterminarlos; los demonios quedan espantados, aterrados y quisieran huir, pero no pueden, porque atados por mi Voluntad, están obligados a estarse para su mayor tormento. Así que no temas de ellos, que nada pueden hacerte sin mi Querer. Y además, cuando te vea que no puedes resistir más y estés a punto de desfallecer,

si me eres fiel

inmediatamente vendré y pondré a todos en fuga y te daré gracia y fortaleza. ¡Ánimo, ánimo!”.