Libro de Cielo

Del volumen 36

Cuatro Revelaciones Divinas Sobre el Espíritu Santo

En Virtud de la Divina Voluntad, con la Palabra de Jesús en el vol. 17, cap. 43 (5), me Fundo en Ti, Espíritu Santo:





¡Me Fundo en Ti, Espíritu Santo! - Vengo ante ti Suprema Majestad!




Me fundo en el orden de tu Gracia, en todo lo que has hecho y harás en nosotros los santificantes.

¡Ven Divino Espíritu!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua! Danos pronto a conocer Vuestra Voluntad, Vuestro primer acto de su Santificación completa, el cual es la Divina Voluntad!

Vengo ante ti Suprema Majestad, para dar la correspondencia de amor al Espíritu Santificador a nombre de todos los santificantes, entro en el orden de Tu gracia para poder darte Amor, Honor y Gloria como si todos fuéramos santos, reparo por todas las oposiciones e incorrespondencias a los actos de Tu gracia haciendo mío Tu dolor, Tus gemidos inenarrables secretos, Tus suspiros angustiosos ocultos en el fondo de los corazones. Por el dolor que te damos, perdón Espíritu Santificador.


¡Ven Divino Espíritu en mí!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua. Fiat!




Esta Oración para Fundirnos en el Espíritu Santificador es en virtud de la Palabra de Jesús del vol. 17, cap. 43 (5) que está al inicio de esta página.

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Del volumen 36


El Amor del Padre genera al Hijo, éste al Espíritu Santo

Vol. 36-18,

Vol. 36-20,

Vol. 36-44,

Vol. 36-45

Cuatro Revelaciones Divinas Sobre el Espíritu Santo

AUDIO

Mi misma Generación del Verbo, de la cual procedió el Espíritu Santo

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 36, cap.18 Julio 6, 1938

"... ‘¿Qué otra cosa podía hacer y no hice? ¿Podía tal vez amarte de más y no te he amado?’ Tú debes saber que mi amor llega al exceso; conforme la criatura hace sus actos en mi Querer, Yo llamo en aquél acto a todos nuestros actos que hemos hecho, posibles e imaginables, también mi misma Generación del Verbo, de la cual procedió el Espíritu Santo,

toda la Creación, mi Encarnación en el tiempo, todo, todo lo encierro en aquel acto para poder decir:


‘Es acto nuestro, es acto completo’. Nada debe faltar,


y la criatura debe podernos decir:

‘En tu Voluntad todo es mío y todo puedo daros, aun a Ustedes mismos’.


Así que nuestra gloria, nuestro amor, se difunden en todas nuestras obras, y reuniendo todo se vierte hasta nuestro seno divino. ¡Oh! cómo es dulce oír resonar en todas las cosas:

‘Gloria, amor a nuestro Creador!’


¿Pero quién nos ha dado la ocasión de recibir tanta gloria nuestra? Quien vive en nuestro Querer”.

🕊️

Yo Genero continuamente, y del arrebato e ímpetu de nuestro amor de Padre e Hijo Procedió el Espíritu Santo

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta36-20 (5) Julio 18, 1938

Ahora, tú debes saber que mi amor no está contento si no hago y doy nuevas sorpresas de amor a quien vive en mi Querer, si no agrego cosas nuevas para hacerlas conocer, así que escucha hija mía cuánto te he amado: Mi Padre Celestial me generaba, y Yo lo amaba, y en aquél amor te amaba también a ti, porque mi Voluntad te llevaba siempre presente.

Yo Genero continuamente, y del arrebato e ímpetu de nuestro amor de Padre e Hijo Procedió el Espíritu Santo,


y en aquel arrebato te amé también a ti con amor continuo. Creé toda la Creación, y en cada cosa que creaba, primero te amaba a ti y después la creaba y la extendía a tu servicio. También en el amor entre Yo y mi Mamá Celestial te amé, y ¡oh, cuánto te amé al encarnarme en su seno virginal! Te amé en cada respiro, en cada movimiento, en cada lágrima, mi Voluntad te hacía presente para que te amase, y tú recibieras como don mío mi respiro, mis lágrimas, mi movimiento. Ha llegado a tanto mi amor por quien debía vivir en mi Querer, que también cuando hacía gracias a mis santos y los amaba, en aquel amor ella venía encerrada. Puedo decir: ‘Te he amado siempre, te he amado en todos y en todo, te he amado en todos los tiempos, en todo lugar, te he amado dondequiera y por todas partes’.

🕊️

El alimento divino: ‘El amor’ que genera al Hijo y al Espíritu Santo

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta36-44 Diciembre 18, 1938

El don más grande es cuando la vemos llevada en los brazos de nuestra Voluntad, entonces nos sentimos de tal manera atraídos, que no podemos hacer menos que hablar de nuestro Ente Supremo; decirle un conocimiento de más de lo que somos es el don más grande que podemos hacer, éste supera a toda la Creación; conocer nuestras obras es don, hacerle conoce a Nosotros mismos es Vida nuestra que damos, es admitirla a nuestros secretos, es fiarse el Creador de la criatura.

Vivir en nuestro Querer, ser amados, es todo para Nosotros, mucho más que el amor de Nosotros mismos forma nuestro alimento continuo.



Mi Padre Celestial genera sin cesar jamás a su Hijo, porque ama; con el generarme forma el alimento para alimentarnos.


Yo, su Hijo, amo con su mismo amor y procede el Espíritu Santo, con esto formamos otro alimento para alimentarnos.


Si creamos la Creación fue porque amamos, y si la sostenemos con nuestro acto creante y conservante, es porque amamos; este amor nos sirve de alimento. Si queremos que la criatura nos conozca en nuestras obras y en Nosotros mismos, es porque queremos ser amados, y de este amor nos servimos para alimentarnos.

🕊️

Somos inseparables,

y aunque Nosotros mismos lo quisiéramos, no podemos separarnos, a lo más nos bilocamos, y mientras tenemos nuestro trono en el Cielo, formamos nuestro trono en la tierra, pero separarnos jamás.
De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta36-45 (1, 2) Diciembre 25, 1938


Me he detenido en el descendimiento del Verbo a la tierra, y yo lo compadecía al verlo solo. Y mi dulce Jesús, con una ternura indecible, sorprendiéndome me ha dicho:


“Hija mía amadísima, tú te equivocas, la soledad fue por parte de la ingratitud humana, pero por la parte Divina y de nuestras obras, todas me acompañaron, no me dejaron jamás solo, es más, debes saber que junto Conmigo descendieron el Padre y el Espíritu Santo; mientras Yo quedé con Ellos en el Cielo, Ellos descendieron Conmigo a la tierra.


Somos inseparables, y aunque Nosotros mismos lo quisiéramos, no podemos separarnos, a lo más nos bilocamos, y mientras tenemos nuestro trono en el Cielo, formamos nuestro trono en la tierra, pero separarnos jamás.


En el descendimiento sobre la tierra el Verbo tomó la parte actuante, pero siempre concurrentes el Padre y el Espíritu.


Fiat Divina Voluntad