En los actos de Adán inocente,

El Fiat es orden.

La vida es preciosa en quien vive en el Fiat Divino




De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta vol. 24, cap. 34 agosto 12, 1928

Quien vive en el Fiat Divino se remonta en los actos de Adán inocente y posee la virtud universal. El Fiat es orden. La vida de quien vive en Él es preciosa

Estaba continuando mi giro en la Creación, y ahora me detenía en un punto y ahora en otro para poder seguir y mirar lo que Dios había hecho en la Creación, y llegando a lo que había hecho Adán en el estado de inocencia decía entre mí: “Cómo quisiera saber hacer lo que hizo nuestro padre en el estado de inocencia, para poder también yo amar y glorificar a mi Creador como lo hizo él en su estado primero de su creación”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, Adán en el estado de inocencia, poseyendo la Vida de mi Divina Voluntad, poseía la vida y la virtud universal, por eso en su amor y en sus actos Yo encontraba concentrado el amor de todo y de todos, y todos los actos eran unificados todos juntos, ni siquiera mi obrar estaba excluido de su acto, así que Yo encontraba todo en el obrar de Adán, encontraba todas las tintas de las bellezas, plenitud de amor, maestría inalcanzable y admirable, y además a todo y a todos. Ahora, quien vive en mi Querer se remonta en el acto de Adán inocente, y haciendo suya la vida y virtud universal, hace suyo su acto, y no sólo esto, sino que se pone en los actos de la Reina del Cielo, en aquellos de su mismo Creador, y corriendo en todos los actos se concentra en ellos y dice: ‘Todo es mío y todo doy a mi Dios, como es mía su Voluntad Divina, así todo es mío, todo lo que ha salido de Ella, y yo no teniendo nada de mí, con su Fiat tengo todo y lo puedo dar a Dios, ¡oh! cómo me siento feliz, gloriosa, victoriosa en el eterno Querer, poseo todo y puedo dar todo, sin agotar en nada mis inmensas riquezas’. Así que no hay acto ni en el Cielo ni en la tierra en el cual no encuentre a quien vive en mi Voluntad”.

Después continuaba siguiendo los actos del Fiat Divino, y mi siempre amable Jesús ha agregado:

“Hija mía, mi Voluntad es orden, y en el alma donde Ella reina pone su orden divino, y en virtud de este orden la criatura siente el orden en sus pensamientos, en sus palabras, en sus obras y pasos, todo es armonía. Así como esta Divina Voluntad mantiene el orden a todas las obras salidas del Ser Supremo, en modo que están todas unidas juntas, que son inseparables entre ellas, a pesar de que cada obra tiene su oficio distinto, pero en virtud del orden es tal la unión, que la una no podría ni vivir, ni obrar sin la otra, mucho más que una es la Voluntad que las mueve y les da vida, así el alma, en virtud del Fiat siente en sí el orden de su Creador y de tal manera ligada y unida junto, que se siente inseparable y trasfundida con su Creador, así que ella se siente cielo, en el orden de sus acciones, palabras, pensamientos y pasos, siente correr las estrellas que adornan su bello cielo; se siente sol y quiere correr a dar luz a todos; se siente tierra y goza de las bellas floraciones y de las bellas escenas de su mar de gracia que corre en su alma, y quisiera poner fuera estas escenas encantadoras y sus bellos prados floridos para hacer que todos gozaran y recibieran el gran bien del dominio de mi Querer Divino. Por lo tanto, el verdadero signo si reina mi Fiat en la criatura, es si no se ven cosas discordantes y desordenadas, sino suma armonía y orden perfecto, porque todo lo que ella hace tiene su principio en Aquél que la ha creado, y no hace otra cosa que seguir el orden y las obras de su Creador”.

Después ha continuando diciendo: “Por esto hija mía, la vida de quien hace vivir mi Voluntad adorable en ella me es tan preciosa, agradable y de una belleza tan rara, que es imposible encontrar una similar, no veo salir de ella más que obras nuestras, y si fuese necesario a nuestra gloria y a nuestro Amor inextinguible, nos formaría un nuevo cielo y toda la Creación junta, y corriendo en las obras de la Redención y Santificación nos daría nuevas Redenciones y Santificaciones, porque la Divina Voluntad que hizo todo esto en Nosotros mismos, lo puede hacer en la criatura donde Ella domina y reina, y así como llamó de la nada a todas nuestras obras, así puede llamar de la nada de esta criatura, no sólo con repetir todas nuestras obras, sino agregar cosas más sorprendentes aún, y Nosotros, nuestro Ser Supremo, conociendo que esta criatura todo puede darnos en virtud de nuestro Fiat, nos sentimos glorificados y amados como si de hecho nos lo hiciese, porque en ella vemos no sólo lo que hace, sino también lo que nos puede hacer; ves entonces cuánta preciosidad encierra ella, cómo es deleitable en todos sus actos, sus tintas de belleza nos raptan y forman a nuestra mirada divina las escenas más deleitables, tanto, que en nuestro énfasis de amor somos obligados a exclamar: ‘¡Oh! Voluntad nuestra, cuán prodigiosa eres, admirable, amable y deleitable, en la criatura donde Tú reinas, ella es tu velo en el cual escondiéndote preparas las escenas más bellas y deleitables para hacernos gozar’. Por eso se puede llamar la criatura más afortunada, porque llega a llamar la atención de su Dios para hacerle fiesta y hacerlo gozar de sus obras, y porque puede llegar a decir: En virtud de tu Querer tengo todo, todo te llevo y nada quiero, porque lo que es vuestro es mío”.

Fiat