Vol. 36-41(3) Noviembre 30, 1938

Quien gira en el Querer Divino y reconoce sus obras, ...se hace mensajera de paz entre el Cielo y la tierra


Además de esto, cada acto hecho en mi Voluntad es un mensajero de paz que parte de la tierra y viene al Cielo, viene a poner paz entre el Cielo y la tierra; cada palabra dicha sobre mi Querer lleva el vínculo de la paz, y quien viene a vivir en Él, el primer bien que recibe es el vínculo de la paz entre ella y Nosotros, se siente como embalsamada en nuestra paz divina; con este vínculo de paz siente en sí la virtud de hacer de pacificadora entre el Cielo y la tierra, todo es paz en ella, pacíficas son las palabras, las miradas, los movimientos;


¡oh! cuántas veces con una sola palabra pone paz entre Nosotros y las criaturas, una sola mirada suya, dulce y pacífica, nos hiere y nos hace cambiar los flagelos en gracias, por eso todos sus actos no son otra cosa que vínculos de paz, mensajeros pacíficos que llevan el beso de paz de las criaturas a Dios, y de Dios a las criaturas, mucho más que, por cuanto más vive la criatura en nuestra Voluntad, más se adentra en nuestra Familia Divina, adquiere de más nuestros modos, le son dados a conocer nuestros secretos, nos semeja de más, la amamos y nos ama de más, y nos pone en condiciones de darle siempre nuevas gracias, nuevas sorpresas de amor.


La tenemos en nuestra casa, y perteneciendo a nuestra Familia, podemos decir que come a nuestra mesa, que duerme sobre nuestras rodillas. Vivir sin ella no podemos, nuestro Querer la vincula en tal modo, que la vuelve tan amable y atrayente, que no podemos estar sin ella, ni ella puede estar sin Nosotros”.