"Sin mi Voluntad no circula

la Vida Divina en el alma"

"Deben venir al Reino de Ella para recibirlas"

"todos Los Bienes Que Hay En El Reino De Su Voluntad

Para Bien de las Criaturas"

"está el gran remedio de mi Voluntad para evitar cualquier mal del alma"

19-53 Todos los Bienes para la criatura.m4a
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 19, cap. 53 agosto 31, 1926

Nuestro Señor, así como puso fuera la Creación, así puso fuera todos los bienes que hay en el Reino de su Voluntad para bien de las criaturas.

La voluntad humana paraliza la Vida de la Divina en el alma.

Estaba según mi costumbre haciendo mis actos, mis giros en el Santo Querer Divino, yo misma veo que

no sé hacer otra cosa que girar en Él, en mi amada heredad que me ha dado mi dulce Jesús,

en la cual hay tanto qué hacer y qué aprender, que no me bastará ni mi pequeña vida del exilio, ni toda la eternidad para cumplir mis oficios en esta extensísima heredad, en la cual no se ven los confines, ni dónde comienza ni dónde termina, y por cuanto más se gira en ella, tantas más cosas nuevas se aprenden, pero muchas cosas se ven y no se comprenden, y se necesita al dulce Jesús para que las explique, de otra manera se admiran, pero no se saben decir. Entonces mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome mientras hacía mis actos en su adorable Voluntad me ha dicho:

“Hija mía, mira cuantas cosas sacamos con nuestro Fiat en la Creación para el bien de la naturaleza del hombre; de todo lo que había establecido nuestra Voluntad poner fuera, nada faltó al cumplimiento de Ella. Ahora, así como fue establecido todo lo que debíamos sacar en la Creación, y nada faltó a nuestro llamado, así fue establecido lo que debíamos sacar para el bien de las almas, como de hecho lo sacamos, pero

fue tanto, de sobrepasar por miles y miles de veces más todos los bienes que se ven en la Creación; pero tanto aquellos que debían servir al bien de la naturaleza, como aquellos que debían servir al bien del alma,

todo quedó depositado en nuestra Voluntad, porque nuestras cosas no las confiamos a ninguno, conociendo que sólo Ella nos los habría conservado íntegros y bellos, tal como los sacamos de nuestro seno divino, mucho más, pues

sólo Ella tiene la fuerza conservadora y multiplicadora,

que mientras da, nada pierde y todas las cosas las tiene en el puesto querido por Nosotros.

Ahora, cuántas cosas hay en mi Voluntad que debo dar a las criaturas,

pero deben venir al Reino de Ella para recibirlas,

y así como la naturaleza humana jamás habría podido tomar parte en los bienes de la Creación si no quisiera vivir bajo el cielo, ni tener un lugar sobre la tierra, donde las cosas creadas por Mí le hacen corona,

así el alma, si no viene a vivir bajo el cielo de mi Querer,

en medio a los bienes que nuestra paterna bondad puso fuera para hacerla feliz, para embellecerla, para enriquecerla, jamás podrá tomar parte en estos bienes, para ella serán como extraños y no conocidos. Mucho más que cada alma habría sido un cielo distinto, donde nuestro Querer Supremo se habría deleitado adornándolo con un sol más refulgente y con estrellas más espléndidas que aquéllas que se ven en la Creación, pero una más bella que la otra.

Mira la gran diferencia:

Para la naturaleza humana hay un sol para todos, en cambio para las almas hay un sol para cada una, hay un cielo propio, hay una fuente que siempre mana, hay un fuego que jamás se apaga, hay un aire divino que se respira, hay un alimento celestial que hace crecer admirablemente a semejanza de Aquél que la ha creado.

¡Oh, cuántas cosas tiene mi Voluntad preparadas y establecidas para dar a quien quiera venir a vivir en su Reino, bajo su liberal y dulce régimen,

no quiere confiar sus bienes fuera de su Reino, porque

sabe que si salen fuera de sus confines no serán ni apreciados ni comprendidos, mucho más que sólo Ella sabe conservar y mantener en vida sus bienes, y sólo quien vive en Ella es capaz de comprender su lenguaje celestial, de recibir sus dones, de mirar sus bellezas y de formar una sola vida con mi Voluntad.

En cambio, quien no quiere vivir en su Reino, no es capaz de comprender sus bienes, su lengua no sabrá hablar de ellos ni adaptarse al lenguaje de mi Reino, ni podrá mirar sus bellezas, más bien quedará ciego por la fuerte luz que en Él reina.

Ve entonces desde hace cuánto tiempo están puestos fuera de nuestro seno paterno todos los bienes que debemos dar a los hijos de nuestro Fiat Supremo, todo está preparado desde que fue creada la Creación, no nos retiraremos por la tardanza, esperaremos aún,

y en cuanto la criatura ponga como escabel su voluntad a la nuestra para hacerla dominar, Nosotros le abriremos las puertas para hacerla entrar,

porque fue la voluntad humana la que cerró las puertas a la nuestra y abrió las puertas a las miserias, a las debilidades, a las pasiones; no fue la memoria o la inteligencia las que se pusieron contra su Creador, si bien concurrieron, sino que fue la voluntad humana la que tuvo su acto primero y rompió todos los vínculos, todas las relaciones con una Voluntad tan santa, mucho más, que todo el bien o todo el mal está encerrado en esta voluntad humana, el régimen, el dominio es suyo, así que habiendo fallado la voluntad en el bien, todo se malogró, perdió el orden, descendió de su origen, se volvió fea;

y como fue la voluntad humana la que se puso contra la mía, haciendo que se le malograran todos los bienes, por eso quiero su voluntad, y en correspondencia quiero darle la mía para restituirle todos los bienes perdidos.

Por eso hija mía sé atenta, no des jamás vida a tu voluntad si quieres que la mía reine en ti”.

Después de esto ha hecho silencio, quedando todo afligido por el gran mal que ha producido la voluntad humana en las criaturas, hasta deformar su bella imagen infundida en ellas al crearlas, y suspirando ha agregado:

“Hija mía, la voluntad humana paraliza la Vida de la mía en el alma, porque

sin mi Voluntad no circula la Vida Divina en el alma,

que más que sangre pura conserva el movimiento, el vigor, el uso perfecto de todas las facultades mentales,

de modo de hacerla crecer sana y santa,

de poder descubrir en ella nuestra semejanza,

¡cuántas almas paralizadas sin mi Voluntad!

Qué espectáculo digno de compasión, ver a las humanas generaciones casi todas paralizadas en el alma,

y por lo tanto irracionales,

ciegas para ver el bien,

sordas para escuchar la verdad,

mudas para enseñarla,

inertes para las obras santas,

inmóviles para caminar el camino del Cielo,

porque la voluntad humana impidiendo la circulación de mi Voluntad

forma la parálisis general en el alma de las criaturas,

sucede como al cuerpo, que la mayor parte de las enfermedades, especialmente después de parálisis, son producidas por falta de circulación de sangre, si circula bien la sangre el hombre es robusto y fuerte, no siente ningún malestar, pero si comienza la irregularidad de la circulación de la sangre, comienzan las indisposiciones, las debilidades, las fiebres, y si la circulación se hace más irregular, se queda paralizado, porque la sangre que no circula y que con rapidez no corre en las venas, forma los graves males a la naturaleza humana.

¿Qué no harían las criaturas si supiesen que hay un remedio para la irregularidad de la circulación de la sangre? Irían quién sabe hasta dónde para tenerlo, para no padecer ninguna enfermedad. Sin embargo

está el gran remedio de mi Voluntad para evitar cualquier mal del alma,

para no quedar paralizada en el bien,

para crecer fuerte y robusta en la santidad,

¿y quién lo toma? No obstante es un remedio que se da gratis, no se deben hacer viajes para tenerlo, es más,

está siempre pronta a darse y constituirse como Vida regular de la criatura.

¡Qué dolor hija mía, qué dolor!”.

Dicho esto ha desaparecido.