"Te suplico que 

por tu amarguísima agonía

 vengas a asistirme

 a la hora de mi muerte"


AUDIO


Hora 7De las 11 a las 12 de la nocheLa Tercera Hora de Agonía en el Huerto de GetsemaníDe la Conclusión de la Agonía

"En sufragio por las almas del purgatorio"


y

"Te suplico que por tu amarguísima agonía vengas a asistirme a la hora de mi muerte"



«Hijo, ¿estás aquí? ¿Has sido entonces espectador de todas mis penas y de las tantas muertes que he sufrido?

Pues bien, debes saber, oh hijo, que en estas tres horas de amarguísima agonía he reunido en mí todas las vidas de las criaturas y he sufrido todas sus penas y hasta sus mismas muertes, dándole a cada una mi misma vida.

Mis agonías sostendrán las suyas; mis amarguras y mi muerte se cambiarán para ellas en fuentes de dulzura y de vida. ¡Cuánto me cuestan las almas! ¡Si por lo menos fuera correspondido! Es por eso que tú has visto que por momentos moría para luego volver a respirar: eran las muertes de las criaturas que sentía en mí ».

Fatigado Jesús mío, ya que has querido encerrar también mi vida en ti y por lo tanto también mi muerte, te suplico que por tu amarguísima agonía vengas a asistirme a la hora de mi muerte. Yo te he dado mi corazón para que te refugies en él y descanses, mis brazos para sostenerte, he puesto todo mi ser a tu disposición y sabes bien con qué ganas me entregaría en manos de tus enemigos para poder morir yo en tu lugar. Ven, oh vida de mi corazón, a darme lo que te he dado en el momento extremo de mi vida, dame tu compañía, tu Corazón cual lecho y descanso, tus brazos para sostenerme, tu respiro afanoso para aliviar mis afanes, de manera que cuando respire sea por medio de tu respiro, que como aire purificador, me purificarán de toda mancha y me prepararán la entrada a la felicidad eterna. Más aún, dulce Jesús mío, aplicarás a mi alma toda tu humanidad santísima, de modo que cuando me veas, me verás a través de ti mismo y viéndote a ti mismo no podrás encontrar nada de qué juzgarme; y luego me bañarás en tu sangre, me vestirás con la vestidura blanca de tu Santísima Voluntad, me adornarás con tu amor y dándome por última vez tu beso, me harás emprender el vuelo de la tierra hacia el cielo.

Y ahora, te ruego que lo mismo que te he pedido que me hagas a la hora de mi muerte, se lo hagas a todos los agonizantes; abrázalos a todos con el abrazo de tu amor y dándoles el beso de la unión, sálvalos a todos y no permitas que nadie se pierda.

Afligido Bien mío, te ofrezco esta hora (la Hora 7 de la Pasión) en memoria de tu pasión y de tu muerte, para desarmar la justa cólera de Dios por tantos pecados y por la conversión de los pecadores, por la paz de los pueblos, por nuestra santificación y en sufragio por las almas del purgatorio..."

Ofrezcamos a diario


AUDIO: Un Bello Sufragio  por


las Benditas almas del Purgatorio