La Divina Voluntad ata a Jesús al alma

El gran mal de la murmuración

La Divina Voluntad ata a Jesús al alma

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 3, cap. 45 febrero 27, 1900

Habiéndome abandonado toda en la amable Voluntad de Nuestro Señor, yo me veía toda circundada por mi dulce Jesús, por fuera y por dentro.

Con el haberme abandonado en Él me veía como si mi ser se hubiera vuelto transparente y a cualquier parte que volteaba veía a mi sumo Bien,

pero lo que me hacía maravillar era que mientras me veía rodeada por dentro y por fuera por Jesús, así yo, mi pobre ser, mi voluntad, circundaba a Jesús como dentro de un círculo, de modo que Él no encontraba la abertura para poderse salir,

porque mi voluntad unida a la suya lo tenía encadenado, sin que me pudiera huir.

¡Oh, admirable secreto de la Voluntad de mi Señor, indescriptible es tu felicidad! Ahora, mientras me encontraba en este estado, el bendito Jesús me ha dicho:

“Hija mía,

en el alma toda transformada en mi Querer

Yo encuentro un dulce reposo. El alma se convierte para Mí como aquellos objetos suaves que no dan ninguna molestia a quien quiere reposarse en ellos, es más, aunque fueran personas cansadas y adoloridas, es tanta la suavidad y el placer que toman al reposarse sobre estos objetos, que al despertarse se encuentran fuertes y sanos. Así es para Mí el alma conformada a mi Querer,

y Yo en recompensa

me hago atar por su voluntad y en ella hago resplandecer el Sol Divino como en el pleno mediodía”.


Dicho esto ha desaparecido.

El gran mal de la murmuración

Poco después, habiendo recibido la comunión ha regresado y me ha transportado fuera de mí misma. Veía mucha gente y Jesús me decía:

“Diles, diles qué grande es el mal que hacen

con murmurar uno del otro,

porque atraen mi indignación, y esto con justicia, porque veo que mientras están sujetos a las mismas miserias y debilidades, no hacen otra cosa que erigir tribunales uno en contra del otro. Si así hacen entre ellos, ¿qué haré Yo, que soy santo y puro, con ellos?

De acuerdo a la caridad que ejerciten unos con otros,

así Yo me siento atraído a usar misericordia con ellos”.


Jesús me lo decía a mí, y yo lo repetía a esa gente, y después nos hemos retirado.

Fiat Divina Voluntad