La tierra tiene necesidad de ser purgada y renovada

"La misma naturaleza está cansada de tantos males y quisiera reivindicar los derechos de su Creador, por eso todas las cosas naturales quisieran ponerse contra el hombre"

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 16, cap. 56 (4 al 15) Marzo 22, 1924

"... Las generaciones corren vertiginosamente por una pendiente en el mal; ¿quién las sostiene? ¿Quién impide que queden sumergidas en su carrera vertiginosa hasta desaparecer de la faz de la tierra?

Recuerda que no hace mucho el mar rompió sus límites bajo la tierra amenazando de tragar países enteros, y tu mismo país estaba en gran peligro; ¿quién detuvo ese flagelo? ¿Quién hizo detener y encerrar las aguas en sus límites? Es precisamente éste el gran flagelo que se prepara a la horrible carrera vertiginosa de las criaturas, la misma naturaleza está cansada de tantos males y quisiera reivindicar los derechos de su Creador, por eso todas las cosas naturales quisieran ponerse contra el hombre; el mar, el fuego, el viento, la tierra, están por salir de sus confines para dañar y golpear a las generaciones para diezmarlas.

¿Y te parece poco que mientras la raza humana está sumergida en males irremediables, Yo te llame a ti y elevándote entre el Cielo y la tierra, y fundiéndote con mis mismos actos te haga correr en mi Voluntad para preparar el acto opuesto a los tantos males que anegan la tierra, preparando el bien, buscando vencer al hombre con mi amor, para detenerlo en su vertiginosa carrera, dándoles la cosa más grande, cual es la luz de mi Voluntad, a fin de que conociéndola la tome como alimento para restaurar sus fuerzas perdidas, y así, reforzado se detenga en su loca carrera y readquiera el paso firme para no precipitarse más en los males?”

Entonces mi Jesús ha desaparecido, y yo he quedado más amargada al pensar en la horrible carrera de las criaturas y en el trastorno que la naturaleza hará contra ellas. Entonces, regresando a la oración, mi Jesús ha regresado en forma que daba compasión, me parecía inquieto, gemía, se dolía, se extendía en mí, se volteaba ora a la derecha, ora a la izquierda, y yo le preguntaba: “Jesús, amor mío, ¿qué tienes? ¡Ah! Tú sufres mucho, dividamos juntos las penas, no quieras estar solo, ¿no ves cuánto sufres y cómo no puedes más?”

Ahora, mientras esto decía, me he encontrado fuera de mí misma en brazos de un sacerdote, pero mientras que la persona parecía sacerdote, la voz me parecía de Jesús, el cual me ha dicho:

“Haremos un camino larguísimo, sé atenta a lo que ves”.

Y caminábamos sin tocar la tierra, primero yo lo llevaba a Él en brazos, pero como me seguía un perro como si me quisiera morder, yo tenía temor, y para quitarme el temor hemos cambiado posición, Él me llevaba a mí y le he dicho: “¿Por qué no lo has hecho antes? Me has hecho sentir tanto miedo, y yo no te decía nada

porque creía que era necesario que te llevara yo, ahora estoy contenta, porque estando yo en brazos no me podrá hacer nada”. Y yo decía: “Me lleva en brazos Jesús”.

Y Él repetía: “Llevo entre mis brazos a Jesús”.

Pero el perro seguía todo nuestro camino, y me ha tomado un pie con el hocico, pero sin mordérmelo. El camino ha sido muy largo y yo preguntaba con frecuencia: “¿Cuánto camino nos falta?” Y Él: “Otras 100 millas”. Después, preguntando de nuevo ha dicho: “Otras 30”, y así hasta que hemos llegado a la ciudad.

¿Y ahora quién puede decir lo que a lo largo del camino se veía?

Dónde pueblos reducidos a montones de piedras, dónde lugares inundados y pueblos sepultados en las aguas, dónde se desbordaban los mares, dónde los ríos, dónde se abrían vorágines de fuego; me parecía que todos los elementos se ponían de acuerdo entre ellos para dañar a las generaciones humanas y formaban sepulturas para sepultarlas.

Pero lo que más se veía a lo largo del camino y que más daba horror y espanto, era el ver los males de las criaturas, todo era tinieblas que salían de ellas, pero tinieblas densas, acompañadas de un tufo corrompido y venenoso; eran tantas las tinieblas que muchas veces no se podía discernir que punto era, todo parecía fingimiento, doblez, y si algún bien había, era todo superficial y aparente, pues dentro anidaban los vicios más feos y urdían las tramas más insidiosas, que disgustaban mayormente al Señor que si abiertamente hicieran el mal, y esto en toda clase de personas. ¡Qué clase de polilla que corroe toda la raíz del bien! En otros puntos se veían revoluciones, asesinar a las personas a traición, ¿pero quién puede decir todo lo que se veía? Entonces yo cansada de ver tantos males repetía a menudo: ¿Y cuándo terminaremos este largo camino? Y quien me llevaba, todo pensativo, respondía: “Otro poco, no has visto todo aún”. Finalmente, después de muchas fatigas me he encontrado en mí misma, en mi lecho, y mi dulce Jesús que continuaba lamentándose porque sufría mucho, extendiéndome los brazos me ha dicho:

“Hija mía, dame un poco de reposo, porque no puedo más”.

Y apoyando su cabeza sobre mi pecho parecía que quería dormir, pero su sueño no era un sueño tranquilo, y yo no sabiendo qué hacer,

me he recordado de la Santísima Voluntad, donde hay pleno reposo y le he dicho:

“Amor mío, extiendo mi inteligencia en tu Voluntad para poder encontrar tu inteligencia increada, de manera que extendiendo la mía en la tuya hago sombra a todas las inteligencias creadas, de modo que sentirás tu sombra interpuesta a todas las mentes creadas, y así podrás encontrar reposo a la santidad de tu inteligencia; extiendo mis palabras en tu Fiat para poder interponer entre las voces humanas la sombra de aquel Fiat Omnipotente, y así podrá reposar tu respiro, tu boca; extiendo mis obras en las tuyas para interponer entre las obras de las criaturas la sombra y la santidad de las tuyas, para dar reposo a tus manos; extiendo en tu Voluntad mi pequeño amor para hacerte la sombra de tu inmenso amor, que interpongo entre todos los corazones para dar reposo a tu corazón acongojado”.

Por tanto, conforme esto iba diciendo, mi Jesús se tranquilizaba y tomaba un dulce sueño.

Después de algún tiempo se ha despertado, pero calmado y estrechándome me ha dicho:

“Hija mía, he podido reposar porque me has circundado con la sombra de mis obras, de mi Fiat y de mi amor; este es el reposo que Yo dije después de haber creado todas las cosas, y como el hombre fue el último que fue creado quería reposarme en él, esto es, en virtud de mi Voluntad obrante en él, que formando en él mi sombra, debía hacerme encontrar mi reposo y el cumplimiento de mis obras.

Pero esto me fue negado pues no quiso hacer mi Voluntad, y hasta en tanto que no encuentre quién quiera vivir de mi Voluntad, que forma en el alma la sombra de mi imagen, no encontrando mi sombra no puedo reposar, porque no puedo cumplir mis obras y dar la última pincelada divina a toda la Creación.

Por eso la tierra tiene necesidad de ser purgada y renovada, pero con purgas fuertes, tanto que muchos dejarán la vida. Tú ten paciencia y sigue siempre mi Voluntad”.


Fiat Divina Voluntad