“Señor, qué rápidamente te ha conocido, no por la voz, sino que con el solo aliento pronto te ha llamado”

“Ella me conoce a Mí y Yo la conozco a ella"

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 2, cap. 19 mayo 6, 1899

Luisa busca a Jesús entre los ángeles


Esta mañana a duras penas se ha hecho ver Jesús, mi mente la sentía tan confundida que casi no comprendía la pérdida de Jesús, en ese momento me sentí circundada de muchos espíritus, tal vez eran ángeles, pero no sé decirlo con seguridad. Mientras me encontraba en medio de ellos, de vez en cuando me ponía a indagar, pues, ¿quién sabe? A lo mejor pudiera oír el aliento de mi amado, pero por más que hacía no advertía nada que indicara que ahí estuviera mi amante Bien.

Cuando de repente, de atrás de mi espalda he sentido venir un aliento dulce, súbito he gritado: “¡Jesús, mi Señor!”

Él respondió: “Luisa, ¿qué quieres?”

“Jesús, hermoso mío, ven, no estés atrás de mi espalda porque no puedo verte, estuve toda esta mañana esperándote e indagando, pues a lo mejor hubiera podido verte en medio de estos espíritus angélicos que rodeaban la cama, pero no he tenido éxito, por esto me siento muy cansada, porque sin Ti no puedo encontrar reposo, ven para reposar juntos”. Así Jesús se ha puesto junto a mí y me sostenía la cabeza.

Aquellos espíritus han dicho:

“Señor, qué rápidamente te ha conocido, no por la voz, sino que con el solo aliento pronto te ha llamado”.

Jesús les respondió: “Ella me conoce a Mí y Yo la conozco a ella. Me es tan querida, como me es querida la pupila de mis ojos”.

Y mientras así decía me he encontrado en los ojos de Jesús. ¿Quién puede decir lo que he sentido estando en aquellos ojos purísimos? Es imposible manifestarlo con palabras, los mismos ángeles han quedado sorprendidos.


Fiat Divina Voluntad