"Obras Buenas Malamente Hechas"

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 3, cap. 113 septiembre 4, 1900

La impureza y las obras buenas imperfectamente hechas, son alimento repugnante para Jesús


Habiendo recibido la comunión, mi adorable Jesús me ha transportado fuera de mí misma, haciéndose ver sumamente afligido y amargado. Entonces le pedí que derramara en mí sus amarguras, pero Jesús no me hacía caso, pero insistiendo, después de mucho tiempo se ha complacido en derramarlas. Después de haber derramado un poco de amargura le pregunté: “Señor, ¿no te sientes mejor ahora?”

Y Él: “Sí, pero no era lo que derramé lo que me causaba tanta pena, sino

un alimento nauseante e insípido que no me deja reposar”.

Y yo: “Derrama un poco en mí, así te aliviarás un poco”.

Y Él: “Si no puedo digerirlo y soportarlo Yo, ¿cómo lo podrás tú?”

Y yo: “Conozco que mi debilidad es grande, pero Tú me darás gracia y fuerza, y así tendré éxito en contenerlo en mí”. Comprendía que

ese alimento nauseante eran

las impurezas,

lo insípido,

las obras buenas malamente hechas, todas deterioradas,

que a Nuestro Señor le son más bien de fastidio, de peso y casi desdeña recibirlas, porque no pudiendo soportarlas las quiere arrojar de su boca. ¡Quién sabe cuántas de las mías estaban ahí! Entonces, como obligado por mí ha derramado también un poco de aquel alimento. ¡Cuánta razón tenía Jesús, que era más tolerable lo amargo que aquel alimento nauseante e insípido! ¡Si no fuese por su amor, a ningún costo lo habría aceptado!

Después de esto, el bendito Jesús me ha puesto el brazo detrás del cuello, y apoyando su cabeza sobre mi hombro se ha puesto en actitud de tomar reposo. Mientras reposaba me he encontrado en un lugar donde había por piso muchas tablas móviles, y abajo el abismo. Yo, temiendo precipitarme, lo desperté, invocando su ayuda, y Él me ha dicho:

“No temas, es el camino que todos recorren.

No se necesita otra cosa que toda la atención, y como la mayor parte caminan distraídos, esta es la causa por la que muchos se precipitan al abismo, y pocos son lo que llegan al puerto de la salvación”.

Después de esto ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma.


Fiat