"Queden tus actos en ese principio eterno para copiar a tu Creador y darle la gloria y el contento de que su Querer sea cumplido en ti como se cumple en el Cielo”

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 17, cap. 38 Abril 23, 1925 

Dios al crear al hombre, con su aliento le infundía la vida, y en esta vida le infundía una inteligencia, memoria y voluntad para ponerlo en relación con su Divina Voluntad, y Ésta debía dominar todo el interior de la criatura y dar vida a todo

 

Me estaba fundiendo según mi costumbre en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús haciéndose sentir en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, ven en la inmensidad de mi Querer, todo el Cielo y todas las cosas creadas por Mí, viven y reciben vida continua de mi Querer, en el cual encuentran su completa gloria, su plena felicidad y su perfecta belleza, y esperan con ansia el beso del alma viadora que vive en el mismo Querer en el cual ellas viven, para corresponderle su beso y poner en común con ella la gloria, la felicidad, la belleza que ellas poseen, a fin de que otra criatura se agregue a su número, que me dé la gloria completa, por cuanto a criatura es posible, y me haga mirar la tierra con aquel amor con el cual la creé, porque existe en la tierra un alma que obra y vive en mi Voluntad.  

Sabiendo el Cielo que ninguna otra cosa me glorifica tanto como un alma que vive en mi Voluntad, por eso también suspiran que mi Querer viva en las almas en la tierra; así que cada acto que hace la criatura en mi Voluntad, es un beso que da y recibe de Aquél que la creó y de todos los bienaventurados.  

¿Pero sabes tú qué cosa es este beso?  Es la transformación del alma con su Creador, es la posesión de Dios en el alma y del alma en Dios, es el crecimiento de la Vida Divina en el alma, es la armonía de todo el Cielo y es el derecho de la supremacía sobre todas las cosas creadas.  El alma purificada por mi Voluntad, gracias al aliento omnipotente que le viene infundido por Dios, no más da náusea por la voluntad humana, y por lo tanto Dios continúa infundiéndole su aliento omnipotente, a fin de que crezca con esa Voluntad con la cual la creó; 

mientras que el alma que no haya sido aún purificada siente el atractivo de su voluntad, y por lo tanto obra contra la Voluntad de Dios haciendo la suya; Dios no puede acercarse a ella para infundirle su aliento de nuevo, hasta en tanto que no se da toda al ejercicio y cumplimiento de la Divina Voluntad.  

Por eso tú debes saber que Dios al crear al hombre con su aliento le infundía la vida, y en esta vida le infundía una inteligencia, memoria y voluntad, para ponerla en relación con la suya, y esta Voluntad Divina debía ser como rey que debía dominar todo el interior de la criatura y dar vida a todo, en modo de formar la inteligencia y la memoria querida por la Voluntad Suprema en ella; formada ésta, era como connatural que el ojo de la criatura debía mirar las cosas creadas y conocer en ellas el orden y la Voluntad de Dios sobre todo el universo, el oído debía oír los prodigios de esta eterna Voluntad, la boca debía sentirse infundir continuamente el aliento de su Creador para comunicarle la Vida y los bienes que contiene su Querer, su palabra debía hacer eco a aquel Fiat eterno para narrar lo que significa Voluntad de Dios, las manos debían ser el desahogo de las obras de esta Voluntad Suprema, los pies no debían hacer otra cosa que seguir paso a paso los pasos de su Creador.  

Así que establecida la Voluntad Divina en la voluntad de la criatura, ella tiene el ojo, el oído, la boca, las manos, los pies de mi Voluntad, no se separa jamás del principio de donde salió, por lo tanto está siempre en mis brazos, y le resulta fácil a ella sentir mi aliento, y a Mí el infundírselo.  

Ahora, es precisamente esto lo que quiero de la criatura, que haga reinar mi Voluntad en la suya, y que la suya le sirva de habitación para hacerla depositar en ella los bienes celestiales que contiene.  

Esto quiero de ti, a fin de que todos tus actos, sellados por mi Voluntad, formen un acto solo, que uniéndose a ese acto único de mi Voluntad, que no tiene multiplicidad de actos como es en el hombre, 

queden tus actos en ese principio eterno para copiar a tu Creador y darle la gloria y el contento de que su Querer sea cumplido en ti como se cumple en el Cielo”.

Fiat