"La Voluntad Divina bilocándose REINA EN EL ALMA como en su sede"

"Dar Voluntad reinante y dominante en ella"

Dar nuestra Voluntad: NUESTRA MISMA VIDA Y NUESTROS MISMOS DOMINIOS"

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 19, cap. 17 mayo 3, 1926

La Voluntad Divina bilocándose REINA EN EL ALMA como en su sede


Estaba según mi costumbre, por fundirme en el Santo Querer Divino y decía:

“Majestad Suprema, vengo a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre que existirá sobre la tierra para daros todos los homenajes, las adoraciones, las alabanzas, el amor que cada criatura os debe, y a haceros todas las reparaciones de todos y de cada uno de los pecados”.

Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

“Hija mía, este modo de rezar es sólo de mi Voluntad,

porque solamente Ella puede decir:

“Vengo a nombre de todos delante a la Majestad Suprema”.

Porque con su omnividencia e inmensidad ve todo y abraza a todos y puede decir, no como un modo de decir, sino en realidad:

“Vengo a nombre de todos para haceros todo lo que las criaturas os deben”.

Ninguna voluntad humana puede decir en realidad: “Vengo a nombre de todos”.

Esta es la señal de que mi Voluntad reina en ti”.


Y mientras esto decía, en voz alta mi Jesús continuaba rezando y yo lo seguía, y juntos nos hemos encontrado delante a la Majestad Suprema.

¡Oh! cómo era bello rezar con Jesús,

todas las cosas quedaban investidas por sus palabras y sus actos, y como su Voluntad se encontraba por todas partes y en cada cosa creada, por doquier se oían repetir sus palabras creadoras, sus adoraciones y todo lo que hacía. Yo me sentía empequeñecer más junto a Jesús y estaba toda maravillada, entonces Él ha agregado:

“Hija mía, no te maravilles,

es mi Voluntad que bilocándose, mientras reina en Dios, al mismo tiempo reina en el alma,

y con sus modos divinos reza, ama y obra en ella, por eso nos resulta imposible no estimar, no amar, no escuchar nuestra Voluntad bilocada en la criatura, es más, sólo Ella nos lleva como en regazo nuestra alegría, la felicidad, el amor que desbordó de nuestro seno en nuestra obra ‘ad extra’ de la Creación, nos repite la fiesta, nos renueva el gozo que sentimos al crear tantas cosas bellas dignas de Nosotros. ¿Cómo no amar a aquélla que nos da la ocasión de bilocar nuestra Voluntad al hacerla reinar en ella para darnos amor, adoraciones, gloria divina?

Por eso el vivir en mi Querer es el prodigio de los prodigios, porque

el todo está en la voluntad, tanto en Dios como en la criatura.

Cuántas cosas Nosotros podíamos hacer, pero como no las quisimos no las hicimos, cuando las queremos somos todo amor, todo potencia, todo ojo, manos y pies, en suma,

todo nuestro Ser viene concentrado en el acto que quiere hacer nuestra Voluntad,


en cambio

si nuestra Voluntad no quiere,

ninguno de nuestros atributos se mueve, parece que no tienen vida para todo lo que no quiere hacer nuestra Voluntad, así que Ella tiene la supremacía, el dominio sobre nuestro Ser, y es la dirigente de todos nuestros atributos.

Por eso la cosa más grande que podíamos dar a la criatura era nuestra Voluntad, y en Ella concentrábamos todo nuestro Ser, ¿se podía dar amor más intenso, milagro más estrepitoso que esto? Es más,

por cuanto le pudiéramos dar a la criatura, a Nosotros nos parece nada en comparación de dar nuestra Voluntad reinante y dominante en ella,

porque en las demás cosas que podemos dar, son los frutos de nuestras obras, de nuestros dominios, en cambio

con dar nuestra Voluntad, no son los frutos sino nuestra misma Vida y nuestros mismos dominios;

¿quién tiene más valor, los frutos o la vida? Ciertamente la vida, porque con dar la Vida de nuestro Querer damos al mismo tiempo la fuente de todos nuestros bienes, y quien posee la fuente de los bienes no tiene necesidad de los frutos.

Y si la criatura nos diese todo, hiciera los más grandes sacrificios,

pero no nos diera su pequeño querer para hacer reinar el nuestro,

nos daría siempre nada,

es más, cuando las cosas no son producidas por nuestro Querer,

por cuán grandes sean,

las miramos como cosas extrañas a Nosotros, y que no nos pertenecen”.

Después, yo estaba pensando en lo que Jesús me había dicho y decía entre mí: “¿Será posible todo esto,

que el Divino Querer llega hasta bilocarse

para reinar en la criatura como en su propia sede, en su seno divino?” Y Jesús ha agregado:

“Hija mía,

¿sabes cómo sucede?

Supón un pequeño y pobre tugurio, donde un rey, llevado por amor a este tugurio quiere habitar dentro, así que desde dentro de aquel tugurio se escucha la voz del rey, parten las órdenes del rey, salen sus obras, dentro de aquel tugurio están los alimentos adecuados para alimentar al rey, la silla para sentarse digna de él, así que el rey nada ha cambiado de lo que le conviene a su real persona, sólo ha cambiado la habitación de la morada real, por su voluntad y con sumo placer ha escogido el tugurio.

El pequeño tugurio es el alma, el rey es mi Voluntad.

¿Cuántas veces escucho la voz de mi Voluntad que ruega, que habla, que enseña en el pequeño tugurio de tu alma?

¿Cuántas veces veo salir mis obras, y rijo, vivifico y conservo todas las cosas creadas desde tu pequeño tugurio?

Mi Voluntad no toma en cuenta la pequeñez, más bien le agrada sumamente,

lo que va buscando es el absoluto dominio,

porque con el absoluto dominio puede hacer lo que quiere y poner lo que le agrada”.

Fiat Divina Voluntad!