"Yo en mi dolor estoy obligado a repetir lo que dije en mi Evangelio, y lo hago con los hechos,

que quito a quien no tiene o tiene alguna pequeña cosa de mis bienes, y lo dejo en la escuálida miseria, porque éstos, no queriéndolos y no amándolos, los tendrán sin estimarlos y sin fruto, y daré más abundantemente a aquellos que tienen, porque éstos los tendrán como preciosos tesoros, que los harán fructificar siempre más”

Condiciones necesarias y trabajo para nosotros conocer las verdades Divinas

Vol. 28-20 (2-4)




De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 28-20 (2-4) Agosto 2, 1930

Todas las cosas creadas están veladas, sólo en el cielo todo está develado.

Condiciones necesarias y trabajo que se requiere para conocer las verdades

(1) Estaba pensando en las tantas verdades que el bendito Jesús me había dicho sobre la Divina Voluntad, y que sólo por obedecer había escrito en el papel, y que algunos, leyéndolas, no sólo no quedan raptados por estas verdades, sino me parece que las tienen como verdades que no vale la pena poner atención en ellas; yo me sentía en pena por eso, porque mientras a mí me parecen tantos soles, uno más bello que el otro, capaces de poder iluminar a todo el mundo, para algunos al contrario, parece que no tienen virtud ni siquiera de calentarlo y darle un poquito de luz. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús todo bondad me ha dicho:

“Hija mía, todas las cosas acá abajo, tanto en el orden sobrenatural como en el orden natural, todas están veladas, sólo en el cielo están develadas, porque en la Patria Celestial no existen velos, sino que las cosas se ven como son en sí mismas, así que allá arriba no debe trabajar la inteligencia para comprenderlas, porque por sí mismas se muestran como son, y si algún trabajo hay que hacer en la bienaventurada morada, si es que se puede llamar trabajo, es el de gozar y felicitarse en las cosas que sin velos ve; en cambio acá abajo no es así, como la naturaleza humana es espíritu y cuerpo, el velo del cuerpo impide al alma el ver mis verdades, los sacramentos y todas las otras cosas están veladas.

Yo mismo, Verbo del Padre, tenía el velo de mi Humanidad, todas mis palabras, mi Evangelio bajo formas de ejemplos y de semejanzas, y sólo me comprendía quien se acercaba a escucharme con la fe en el corazón, con la humildad, y con el querer conocer las verdades que Yo les manifestaba para ponerlas en práctica; haciendo esto rompían los velos que escondían mis verdades y encontraban el bien que había en ellas.

Con la fe, con la humildad y con el querer conocer mis verdades, era un trabajo que hacían, y con este trabajo rompían el velo y encontraban mis verdades como son en sí mismas, y por eso quedaban atados a Mí y con el bien que contenían mis verdades.

Otros que no hacían este trabajo, tocaban el velo de mis verdades, no el fruto que había dentro, por eso quedaban en ayunas, de ellas no entendían nada y dándome la espalda se alejaban de Mí.


Así son mis verdades que Yo con tanto amor te he manifestado sobre mi Divina Voluntad; para hacer que resplandezcan como soles develados, cuales son, deben hacer su trabajo,

el camino para tocarlas, que es la fe,

deben desear quererlas conocer,

rogar y humillar su inteligencia para abrirla,

para hacer entrar en ellos el bien y la vida de mis verdades;

si esto hacen romperán el velo y las encontrarán más que refulgente sol, de otra manera quedarán ciegos, y Yo les repetiré el dicho del Evangelio: ‘Tenéis ojos y no miráis, oídos y no escucháis, lengua y sois mudos’.


Mira, también en el orden natural todas las cosas están veladas, las frutas tienen el velo de la cáscara; ¿quién tiene el bien de comerlas? Quien hace el trabajo de acercarse al árbol, de cogerlo, de quitar la cáscara que esconde el fruto, éste gusta y hace del fruto deseado su alimento; los campos están velados de paja, ¿quién toma el bien que aquella paja esconde? Quien los despoja de aquella paja tiene el bien de tomar el grano para formar el pan, para hacer de él su alimento cotidiano.

En suma, todas las cosas tienen acá abajo el velo que las cubre, para dar al hombre el trabajo y la voluntad, el amor de poseerlas y gustarlas.

Ahora, mis verdades superan en gran medida a las cosas naturales y se presentan a la criatura como nobles reinas veladas en acto de darse a ellas, pero quieren su trabajo, quieren que acerquen los pasos de su voluntad a ellas para conocerlas, poseerlas y amarlas, condiciones necesarias para romper el velo que las esconden, una vez roto el velo, con su luz se hacen camino por ellas mismas, dándose en posesión de quien las ha buscado.

Ésta es la razón por la que quien lee las verdades sobre mi Divina Voluntad y hacen ver que no comprenden lo que leen, es más, a veces se confunden, es porque falta la verdadera voluntad de quererlas conocer, se puede decir que falta el trabajo para conocerlas, y sin trabajo no se adquiere nada, ni merecen tanto bien, y Yo con justicia les niego lo que abundantemente doy a los humildes y que suspiran el gran bien de la luz de mis verdades.

Hija mía, cuántas verdades mías sofocadas por quien no ama conocerlas y no quiere hacer su pequeño trabajo para poseerlas, siento que quisieran, si pudieran, ahogarme a Mí mismo, y Yo en mi dolor estoy obligado a repetir lo que dije en mi Evangelio, y lo hago con los hechos, que quito a quien no tiene o tiene alguna pequeña cosa de mis bienes, y lo dejo en la escuálida miseria, porque éstos, no queriéndolos y no amándolos, los tendrán sin estimarlos y sin fruto, y daré más abundantemente a aquellos que tienen, porque éstos los tendrán como preciosos tesoros, que los harán fructificar siempre más”

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