Adviento

Vivamos una Feliz Navidad

cada día de nuestra vida!

La herencia dada por mi Celestial Padre


AUDIO


Escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol 25, cap. 20 enero 6, 1929


Multitud de gente que no ha llegado a debida estatura porque

está fuera de la heredad del Fiat Divino

Donde está el Fiat Divino está la fuerza comunicativa de los bienes divinos


Continúo mi habitual abandono en el Fiat Divino, y mientras seguía sus actos veía una multitud de gente, todos de baja estatura, mal nutridos, enfermizos, raquíticos y algunos llagados; en esta multitud no había ni frescura infantil, ni belleza de edad juvenil, ni dignidad de hombre maduro, parecía una revoltijo de gente sin régimen, sin alimentos suficientes, hambrientos, y que si comían no se saciaban jamás, ¡cuánta compasión despertaba esta gran muchedumbre, que parecía que fuese todo el mundo! Yo no sabía quiénes eran, ni el significado de su naturaleza por la que ninguno había alcanzado su debida estatura, y mi amado Jesús suspirando ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:

“Hija mía, qué infeliz muchedumbre, no son otra cosa que la gran turba que se salió de la heredad paterna dada a ellos por su Celestial Padre, pobres hijos sin herencia paterna, no tienen tierras donde estar al seguro, no tienen alimentos suficientes para nutrirse y están obligados a vivir de robos, rapiña, y de alimentos sin sustancia, y por eso les resulta muy difícil el crecer a debida estatura, porque sus miembros no tienen fuerza suficiente para desarrollarse, y por eso están raquíticos, enfermos, hambrientos, sin saciarse jamás, todo lo que toman no se adapta a su crecimiento porque no son alimentos adecuados y establecidos para ellos, ni de su herencia.

Hija mía, la herencia dada por mi Celestial Padre a esta muchedumbre era mi Divina Voluntad, en Ella debían encontrar alimento para crecer a debida estatura, aire balsámico para volverlos sanos y fuertes, el cual debía pintar sobre sus rostros la frescura infantil, la belleza juvenil y la dignidad y gracia del hombre maduro, no había bien que esta herencia no poseyera, del cual el hombre debía ser el dueño, y tener a su disposición todos los bienes que quisiera, en el alma y en el cuerpo.

Por eso, en cuanto el hombre salió de la heredad de mi Divina Voluntad, no encontró más las cosas a su disposición, no fue más dueño, sino siervo y está obligado a vivir con penurias, ¿cómo puede crecer a debida estatura?

He aquí el por qué espero con tanto amor la muchedumbre de quienes deben vivir en nuestra heredad del Fiat Divino. Nuestra Voluntad nos formará la bella muchedumbre de justa estatura, bella y fresca, que será nutrida con alimentos sustanciosos que los volverán fuertes y desarrollados y formarán toda la gloria de nuestra obra creadora. Nuestro dolor es grande al mirar a esta turba infeliz y deformada, y en nuestro dolor repetimos: ‘¡Ah!, nuestra obra no salió de nuestras manos creadoras enferma, sin belleza y sin frescura, sino que era un amor el sólo mirarla, nos extasiaba, tan bella era’. Pero mientras decimos esto, nuestro amor se inflama, quiere salir fuera, y quiere poner en camino a nuestro Querer Divino para hacerlo reinar en medio a las criaturas, para restablecer bella y graciosa nuestra obra, como salió de nuestras manos creadoras”.

Después seguía pensando en el Fiat Supremo, y ¡oh! cuántas cosas comprendía de Él, me parecía verlo todo majestad, todo luz, haciendo salir felicidad, fortaleza, santidad, amor, y estos desahogos formaban mares interminables que querían verterse sobre las criaturas, pero, ¡ay de mí! éstas no pensaban en recibirlos, y estos mares quedaban suspendidos sobre su cabeza. Pero mientras mi mente estaba inmersa en el Fiat Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, donde está mi Querer Divino está la fuerza comunicativa de todos los bienes divinos, y como olas impetuosas corren sobre la criatura que lo posee, nuestros desahogos de felicidad, de luz, de fuerza, etc., y tiene virtud de cambiar naturaleza a las cosas más duras, más dolorosas, más amargas, donde está mi Fiat Divino las cosas más duras se hacen blandísimas, los dolores se cambian en alegrías, las amarguras en dulzuras, la tierra se hace Cielo, los sacrificios conquistas. Tu ejemplo es más que suficiente para convencerte de lo que te digo, mira, si no estuviese en ti mi Querer, inmovilizada como estás, por tan largos años dentro de una cama, sin ver y gozar ni sol, ni aire, ni placeres de tierra, es más, puedes decir que no los conoces, habrías sido la criatura más infeliz, ¡oh! cómo te habría sido duro y amargo tu estado.

En cambio mi Fiat Divino, poseyendo la fuente de la felicidad, desbordándose sobre de ti y corriendo hasta en la médula de tus huesos, te comunica su felicidad, y con su fuerza te adormece todos los males y te vuelve feliz, y ¿si tú supieras cómo estoy contento al verte feliz? Pero sobre todo verte feliz no en un estado de placer, de diversión, sino confinada dentro de una cama, esto me extasía, me hace llegar a un delirio de amor, me atrae mucho a ti, y en mi delirio de amor te digo: ‘¡Oh! prodigio de mi Fiat Divino, que vuelve feliz a mi hija en un estado en que el mundo habría gritado infelicidad, desventura, y tal vez que jamás se ha visto y menos entendido. En cambio con mi Querer Divino es la más feliz de las criaturas, la más pacífica, la dominadora de sí misma, porque dentro de ella corre la vena de la felicidad de mi Fiat, que sabe convertir todas las cosas en gozos y felicidad sin fin’.

Hija mía, mi único contento es ver feliz a la criatura, y como lo que la vuelve infeliz es el querer humano, quitado éste, todas las infelicidades terminan, no tienen más razón de existir, pero lo que hace morir todas las infelicidades humanas es sólo mi Voluntad, delante a Ella todos los males se sienten morir, Ella es como el sol que surge en la mañana, que tiene virtud de poner en fuga las tinieblas de la noche, las tinieblas ante la luz mueren, no tienen más derecho de existir. Así es de mi Divina Voluntad”.


Fiat Divina Voluntad !