Vol. 24-32 Agosto 2, 1928

Es Voluntad absoluta de Dios que deben salir los escritos. La obra de la Redención y el reino del Fiat Divino están unidos. El campo del Querer Divino. Explicaciones

(1) Me sentía toda pensativa por estos benditos escritos, el pensamiento de publicarlos es siempre un tormento para mí, y además, los tantos incidentes que se dan, ahora de un modo, ahora de otro, muchas veces me hace pensar que tal vez no es Voluntad de Dios que se publiquen, de otra forma no sucederían tantas cosas, quién sabe por qué el Señor no quiere mi sacrificio en palabras, sino que con los hechos, y no quiere ahorrarme un dolor tan grande, que sólo el pensamiento de oponerme a su Querer Divino me hace decir Fiat, Fiat. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:

(2) “Hija mía, la Voluntad de Dios de que salgan a la luz los escritos de mi Divina Voluntad es absoluta, y por cuantos incidentes se puedan dar, Ella triunfará sobre todo, y aunque pasaran años y años sabrá disponer todo para que su absoluta Voluntad sea cumplida; el tiempo cuando salgan a la luz es relativo y condicionado a cuando se dispongan las criaturas a recibir tanto bien, y a que se dispongan aquellos que se deben ocupar en hacer de pregoneros y hacer el sacrificio para llevar la nueva era de paz, el nuevo sol que despejará todas las nubes de los males. Si tú supieses cuántas gracias y luces tengo preparadas sobre de quien vea dispuesto a ocuparse, serán ellos los primeros en sentir el bálsamo, la luz, la Vida de mi Fiat. Ve cómo tengo preparados en mis manos los vestidos, el alimento, los adornos, los dones para quien debe ocuparse, pero estoy viendo quiénes son los verdaderamente dispuestos para poderlos investir de las prerrogativas que se necesitan para una obra tan santa, que Yo tanto amo y quiero que hagan. Pero debo decirte también: ‘¡Ay a quien se oponga o pudiera poner obstáculos’! Tú no te apartes en nada, ni siquiera un milímetro de lo que se necesita para preparar el reino de mi Voluntad Divina, a fin de que por parte mía y por parte tuya, haciendo lo que se necesita para dar este gran bien a las criaturas, nada falte por parte nuestra, para que no apenas las criaturas se dispongan, puedan encontrar todo lo que se necesita en su lugar. ¿No hice Yo lo mismo en la obra de la Redención? Preparé todo, hice y sufrí todo, y a pesar de tantos incidentes en contra que veía, mis mismos apóstoles vacilantes, dudosos, tímidos, hasta llegar a huir de Mí no apenas me vieron en manos de los enemigos, dejado solo, no tuve el bien de ver ningún fruto mientras Yo estaba en la tierra, pero con todo esto no omití nada de lo que se necesitaba para la obra completa de la Redención, a fin de que cuando hubieran abierto los ojos para mirar lo que hice, hubieran encontrado todo el bien para ser redimidos, y nada les faltase para recibir el fruto de mi venida a la tierra. Hija mía, el reino de mi Redención y el de mi Voluntad están tan unidos, que se dan la mano y casi sufren la misma suerte por parte de la ingratitud humana, pero no es necesario detenerse ni prestar atención a esto por parte de quien debe dar y formar tanto bien, es necesario que hagamos obras completas, a fin de que por parte nuestra nada falte, y así, disponiéndose ellos, encuentren todo lo que se requiere para recibir el reino de mi Voluntad”.

(3) Después de esto continuaba mis actos en el Divino Querer, pero continuaba sintiéndome oprimida, y mi dulce Jesús haciéndose ver nuevamente, parecía que estrechaba en sus brazos a tres o cuatro sacerdotes, y teniéndolos sobre su pecho como si les quisiera infundir la vida de su corazón divino me ha dicho:

(4) “Hija mía, mira cómo tengo estrechados entre mis brazos a aquellos que deben ocuparse de los escritos sobre mi adorable Voluntad, en cuanto veo en ellos alguna pequeña disposición de ocuparse, Yo me los tomo entre mis brazos para infundir en ellos lo que se necesita para una obra tan santa, por eso ánimo, no temas”.

(5) Después se hacía ver en mi interior, yo veía en el fondo un campo grandísimo, pero no de tierra sino de cristal tersísimo, cada dos o tres pasos de este campo estaba el niño Jesús circundado por una luz, ¡oh! cómo era bello este campo con tantos niñitos, cada uno de los cuales tenía su sol resplandeciente y bello, todo suyo. Yo estaba maravillada al ver a tantos Jesús en el fondo de mi alma, todo atento cada uno a gozarse su sol, y mi dulce Jesús viendo mi asombro me ha dicho:

(6) “Hija mía, no te maravilles, este campo que tú ves es mi Divina Voluntad, y los tantos Jesús que ves son mis verdades que conciernen a mi Fiat, en cada una de ellas hay una Vida mía, la cual formando su resplandeciente sol se circunda de luz, para expandir sus interminables rayos para hacer conocer que soy Yo la fuente que surge de mis verdades. Mira entonces cuántas Vidas mías he puesto fuera, por cuantas verdades te he manifestado, son Vidas mías que he puesto fuera con la fuente del sol, no simple luz, y me he quedado en medio de ellas para hacer que todos sientan la fuerza, la virtud creadora en estas verdades, y las amo tanto a cada una de ellas, cuanto me amo a Mí mismo, y quien no quisiera reconocer mi Vida, mi sol, mi virtud creadora en estas verdades sobre mi Fiat, o es ciego, o bien ha perdido el bien de la inteligencia.

Cómo te debería ser de gran consolación el que posees en ti tantas Vidas mías por cuantas verdades te he manifestado, por eso reconoce este gran bien, tesoro más grande no podía confiarte; no te preocupes, el sol sabrá hacer su camino, y como es luz ninguno podrá impedirle el paso”.

(7) Después ha agregado con un acento más tierno: “Hija mía, nuestra Majestad Adorable ama tanto a la criatura, que ponemos a su disposición nuestra Vida para hacer de ella un similar a Nosotros, ponemos nuestra Vida como un modelo delante a la criatura, a fin de que modelándose sobre Ella, copie nuestra Vida y forme los facsímiles con su Creador, por eso usamos tantas estratagemas, finezas de amor, damos gracias sorprendentes, para vernos copiados en la criatura. Y sólo estaremos contentos cuando nuestro amor unido con nuestra Divina Voluntad, venciendo a la criatura, podamos reconocer en ella nuestra imagen y semejanza, tal y como salió de nuestras manos creadoras”.

Fiat Divina Voluntad!