Jesús nos enseña CÓMO SERÁ nuestra vida al entregársela totalmente,


y esto es lo que hacemos AL CONSAGRARNOS,


y HACER VIDA de Consagrados en su Divina Voluntad!


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 17-49 Junio 20, 1925


El alma que hace vivir la Voluntad de Dios en ella, pone en movimiento las alegrías y las bienaventuranzas divinas, en las cuales quedan raptados los bienaventurados



Me sentía inmersa en el Santo Querer de Dios, y mi dulce Jesús, atrayéndome a Él me estrechaba muy fuerte entre sus brazos y después me ha dicho:


“Hija mía, ¡oh! cómo es bello mi reposo en el alma que tiene por vida mi Querer y que hace en todo y por todo, obrar y amar a mi Voluntad en ella.


Has de saber que en cuanto el alma respira, late, obra, y todo lo que en ella se desarrolla, estando como centro de vida mi Voluntad en ella, es mi Voluntad que respira en ella, que palpita, que da movimiento a la obra, a la circulación de la sangre, a todo.


Ahora, siendo esta Voluntad la misma que tienen las Tres Divinas Personas, sucede que sienten en Ellas el respiro del alma, su latido, su movimiento; y como nuestra Voluntad cada vez que se decide a hacer un acto, hace salir de Nosotros nuevas alegrías, nuevas beatitudes, nueva felicidad, que armonizando todo esto entre las Divinas Personas forman mares inmensos de nueva felicidad, que envolviendo a todos los bienaventurados quedan raptados en estas alegrías y son sacudidos por este rapto cuando nuestra Voluntad quiere formar otros actos de Voluntad para hacernos más felices y hacernos poner fuera otras beatitudes, y mientras quedan conmovidos quedan más fuertemente raptados en nuestras inmensurables bienaventuranzas.


Ahora, el alma que hace vivir nuestra Voluntad en ella, llega a tanto, que al hacerla obrar nos da ocasión de hacernos poner en movimiento nuestras bienaventuranzas, las armonías y las infinitas alegrías de nuestro amor; nos hace poner fuera nuevas bellezas nuestras.


Nuestra Voluntad obrante en la criatura nos es tan agradable, tan tierna, tan amable, nos hace nuevas sorpresas, pone en movimiento nuestras cosas para darnos la correspondencia de nuestra gloria, de nuestro amor, de nuestras felicidades, y todo esto por medio de la criatura que en ella ha dado el lugar para hacer vivir a nuestra Voluntad;


¿cómo no amar este parto de nuestro Querer?

Mucho más, pues a tal criatura nuestra Voluntad nos la hace amable, graciosa, bella, de modo tal que en ninguna otra encontramos sus prerrogativas, es un trabajo hecho por nuestra Voluntad, con tal maestría que hace encantar a todo el Cielo, y hace al alma amable a todos, y mucho más a la Trinidad Sacrosanta”.


Y mientras esto decía me estrechaba más fuerte, y haciéndome poner mi boca en su corazón ha agregado:


“Bebe también tú a grandes sorbos nuestras beatitudes, sáciate como quieras y cuanto quieras”.


Fiat Divina Voluntad