SUSTITUYE DE: HUMANO A DIVINO Y ETERNO



"¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, ...haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna" Vol. 14-13 (2-3)

“El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mt: 12, 50)

"Era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre"

La entrega de la Santísima Virgen nos invita a preguntarnos sobre nuestra propia entrega, cómo está nuestra voluntad con respecto a la Voluntad de Dios




De los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta vol. 14-13 (2-3) marzo 16, 1922


“Hija mía, se ve que sin tu Jesús no sabes pensar, ni decir otra cosa que disparates, tampoco mi querida Mamá hacía nada de extraordinario en su vida exterior, es más, aparentemente hizo menos que cualquier otro, Ella se abajaba a las acciones más ordinarias de la vida, hilaba, cosía, barría, encendía el fuego, ¿quién habría pensado que Ella era la Madre de Dios? Sus acciones externas nada hacían entreverlo, y cuando me llevó en su seno, conteniendo en Ella al Verbo Eterno, cada movimiento suyo, cada acción humana de Ella obtenía adoración de todo lo creado, de Ella salía la vida y la conservación de todas las criaturas, el sol dependía de Ella y de Ella esperaba la conservación de su luz y de su calor, la tierra el desarrollo de la vida de las plantas, todo giraba en torno a Ella, Cielos y tierra estaban pendientes de sus indicaciones,


sin embargo ¿quién veía algo? Nadie. Toda su grandeza, potencia y santidad, los mares inmensos de bienes que de Ella salían era de su interior; cada latido suyo, respiro, pensamiento, palabra, eran un desahogo en su Creador. Entre Ella y Dios había continuas corrientes que recibía y daba, nada salía de Ella que no hiriese a su Creador y en lo que no quedase herida por Él.


Estas corrientes la engrandecían, la elevaban, la hacían superar todo, pero nadie veía nada, sólo Yo, su Dios e Hijo estaba al corriente de todo; entre Yo y mi Mamá corría tal corriente, que su latido corría en el mío y el mío corría en el suyo, así que Ella vivía de mi latido eterno y Yo de su latido materno, por eso, nuestras vidas se confundían juntas, y era precisamente esto lo que ante Mí la hacía distinguirse como mi Madre. Las acciones externas no me satisfacen, ni me agradan, si no parten de un interior del que Yo formo la vida.


Entonces, ¿por qué te maravillas de que tu vida externa sea del todo ordinaria? Es mi costumbre cubrir con las cosas más ordinarias mis obras más grandes, a fin de que nadie me las señale, y Yo quedo más libre para obrar, y cuando he realizado todo, entonces doy la sorpresa y las manifiesto a todos, haciendo maravillarse a todos. Es cierto que la obra que hago en ti es grande,


¿te parece poco que haga correr todos tus actos en la corriente de mi Querer, y la corriente de mi Querer corra en los tuyos, y mientras estas corrientes corren, forman un solo acto con todos los actos de las criaturas, haciendo correr sobre todos un Querer Divino, haciéndose actor de cada acto de cada uno, sustituyendo por todos un acto divino, un amor, una reparación, una gloria divina y eterna? ¿Y te parece poco que la corriente de una voluntad humana esté en continua relación con una Voluntad Divina, y que una desemboque en la otra?


Hija mía, lo que te recomiendo es que seas atenta y me sigas fielmente”.