Jesús, yo confío en Ti


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"No nos mires a nosotros sino a tu infinita misericordia"

"He visto que del cielo descendían como dos candelabros de fuego y después, dividiéndose en muchos pedazos, se formaban muchos rayos y granizadas que descendían a la tierra y hacían una grandísima destrucción en plantas y hombres"...

"He visto que traía en la mano como una vara de hierro y en la punta una bola de fuego"...


 “¡Ah Señor! ¿Quién es bueno? Todos somos malos, te pido que no nos mires a nosotros sino a tu infinita misericordia, y así quedarás aplacado por todos”


 Libro de Cielo Vol. 2-56

Divina Misericordia


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 2-56  Agosto 10, 1899 

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Habla de la justicia 

y cómo Jesús queda herido por la simplicidad 



(1) Esta mañana ha venido mi dulce Jesús, me ha transportado fuera de mí misma y ha desaparecido, y habiéndome dejado sola, he visto que del cielo descendían como dos candelabros de fuego y después, dividiéndose en muchos pedazos, se formaban muchos rayos y granizadas que descendían a la tierra y hacían una grandísima destrucción en plantas y hombres. Era tanto el horror y la furia del temporal, que ni siquiera se podía rezar y las personas no podían llegar a sus casas. ¿Quién puede decir cómo quedé asustada? Entonces me he puesto a rezar para aplacar al Señor, 

y Él regresando, he visto que traía en la mano como una vara de hierro y en la punta una bola de fuego y me ha dicho: 

(2) “Mi justicia ha sido largamente retenida y con razón quiere tomar venganza contra las criaturas, pues han osado destruir en ellas toda justicia. ¡Ah, sí, nada de justo encuentro en el hombre!; se ha desfigurado todo, en las palabras, en las obras y en los pasos, todo es engaño, todo es fraude, todo es injusto, así que penetrando en el corazón, interno y externo, no es otra cosa que una bodega de vicios. ¡Pobre hombre, cómo te has reducido!”. 


(3) Mientras así decía, la vara que tenía en la mano la movía en acto de herir al hombre. Yo le he dicho: “Señor, ¿qué haces?”. 

(4) Y Él: “No temas, mira, esta bola de fuego hará fuego, y no castigará más que a los malos, los buenos no recibirán daño”. 

(5) Y yo he agregado: “¡Ah Señor! ¿Quién es bueno? Todos somos malos, te pido que no nos mires a nosotros sino a tu infinita misericordia, y así quedarás aplacado por todos”. Después de esto ha agregado: 


(6) “Hija de la justicia es la verdad. Así como Yo soy Verdad eterna que no engaño ni me pueden engañar, así el alma que posee la justicia hace relucir en todas sus acciones la verdad; por lo tanto, conociendo por experiencia la verdadera luz de la verdad, si alguien quiere engañarla, al advertir la falta de la luz que tiene en sí, pronto conoce el engaño, entonces sucede que con esta luz de la verdad no se engaña a sí misma, ni al prójimo, ni puede recibir engaño. 

(7) Fruto que produce esta justicia y esta verdad, es la simplicidad, otra cualidad de mi Ser, el ser simple, tanto que penetro en todas partes, no hay cosa que pueda oponerse a que Yo penetre dentro, penetro en el Cielo y en los abismos, en el bien y en el mal, pero mi Ser simplísimo, penetrando aun en el mal; no se ensucia, es más, ni siquiera recibe la más mínima sombra. Así el alma, con la justicia y con la verdad, recogiendo en sí este bello fruto de la simplicidad, penetra en el Cielo, se introduce en los corazones para conducirlos a Mí, penetra en todo lo que es bien y encontrándose con los pecadores para ver el mal que hacen, no queda manchada, porque siendo simple prontamente se apresura, sin recibir daño alguno. Es tan bella la simplicidad, que mi corazón queda herido a una sola mirada de un alma simple, y ella es causa de admiración a los ángeles y a los hombres”.