Estaba muy afligida y sentía en mi interior una fuerza de querer salirme de mi habitual estado. ¡Oh, Dios, qué pena! Sentía una mortal agonía, sólo Jesús puede saber el dolor de mi alma, yo no tengo palabras para expresarlo;
por eso continúo. Ahora, mientras nadaba en las amarguras, mi siempre amable Jesús, todo afligido ha venido y poniéndome un dedo en mi boca me ha dicho:
Yo temblaba al oír esto y rezaba, y quería preguntar a Jesús:
Pero no me atrevía, y Jesús ha agregado:
(Estaba muy afligida y sentía en mi interior una fuerza de querer salirme de mi habitual estado) si bien eres libre y puedes hacerlo,
En estos días pasados era Yo quien te forzaba a salir de tu acostumbrado estado, quería agrandar el flagelo de la epidemia y no quería tenerte en tu estado para estar más libre”.