"cuando es la luz de la verdad la que hace ver una falta, aun mínima, debería haber una enmienda,

pero como es la vista corta del amor propio, no hace otra cosa que tenerlas oprimidas, sin que avancen en el camino de la verdadera santidad”

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 4 cap. 56 febrero 10, 1901



La obediencia tiene una vista aguda,

el amor propio es muy corto de vista


Al venir mi adorable Jesús, se hacía ver con los ojos resplandecientes de vivísima y purísima luz; yo he quedado cautivada y sorprendida ante aquella luz deslumbrante, y Jesús viéndome tan cautivada, sin que le dijera nada me ha dicho: “Amada mía,

la obediencia tiene la vista agudísima y vence en belleza y en penetración a la misma luz del sol,

mientras que el amor propio es muy corto de vista, tanto que no puede dar un paso sin tropezar.

Y no creas tú que esta vista agudísima la tienen las almas que están siempre agitadas y haciendo escrúpulo de todo, más bien ésta es una red que les teje el amor propio, porque siendo muy corto de vista, primero las hace caer y luego les suscita mil turbaciones y escrúpulos, y lo que hoy detestan con tantos escrúpulos y temores, mañana caen en eso nuevamente, tanto, que su vivir se reduce a estarse siempre sumergidos en esta red artificiosa que les sabe tejer muy bien el amor propio,

a diferencia de la vista agudísima de la obediencia que es homicida del amor propio,

porque siendo agudísima y clarísima, inmediatamente prevé donde puede dar un paso en falso, y con ánimo generoso se abstiene de darlo y goza la santa libertad de los hijos de Dios. Y así como las tinieblas atraen más tinieblas y la luz atrae más luz, así esta luz llega a atraer la luz del Verbo, y uniéndose tejen la luz de todas las virtudes”.

Sorprendiéndome al oír esto he dicho: “Señor, ¿qué dices? A mí me parece que es santidad ese modo de vivir escrupuloso”.

Y Él con tono más serio ha agregado: “Más bien te digo que

ésta es la verdadera marca de la obediencia, y la otra es la verdadera marca del amor propio,

y ese modo de vivir me mueve más a indignación que a amor,

porque cuando es la luz de la verdad la que hace ver una falta, aun mínima, debería haber una enmienda,

pero como es la vista corta del amor propio, no hace otra cosa que tenerlas oprimidas, sin que avancen en el camino de la verdadera santidad”.