¿Pero crees tú que el acto universal de Ella se extiende sólo en el Cielo, y su Vida palpitante y comunicativa a cada criatura?

No, no, lo que hace en el Cielo hace en la tierra, no cambia ni acción, ni modo,

su acto universal se extiende a cada uno de los viadores, y quien vive en Ella siente su Vida Divina, su santidad, su latido increado"

32-30 (2)

🔹 “hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mt: 6, 10)

"Por eso la criatura puede decir y puede estar convencida, que como se vive en el Cielo, así ella vive en la tierra"





De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 32-30 (2) Noviembre 10, 1933

“Hija mía bendita, en mi patria celestial reina el acto único y universal, una es la Voluntad de todos, lo que quiere uno quiere el otro, ninguno cambia acción ni Voluntad, cada bienaventurado siente como vida propia a mi Querer, y con el tener todos una sola Voluntad, forma la sustancia de la felicidad de todo el Cielo.

Mucho más que mi Divina Voluntad no sabe hacer, ni puede hacer actos interrumpidos, sino continuos y universales, y como en el Cielo Ella reina con su pleno triunfo y con la totalidad de su dominio,

todos sienten como en naturaleza su Vida universal,

y están llenos hasta el borde de todos los bienes que Ella posee, a lo más puede ser según la capacidad de cada uno,

y del bien que han hecho en vida, pero ninguno podrá cambiar ni Voluntad, ni acción, ni Amor.


La Potencia de mi Divina Voluntad tiene a todos los bienaventurados absorbidos, identificados, fundidos en Sí misma, como si fueran uno solo.

¿Pero crees tú que el acto universal de Ella se extiende sólo en el Cielo, y su Vida palpitante y comunicativa a cada criatura?

No, no, lo que hace en el Cielo hace en la tierra, no cambia ni acción, ni modo,

su acto universal se extiende a cada uno de los viadores, y quien vive en Ella siente su Vida Divina, su santidad, su latido increado,


que mientras se constituye vida de la criatura,

con su movimiento incesante se vierte siempre en ella, sin cesar jamás,


y la feliz criatura que la hace reinar

se la siente por todas partes, por dentro y fuera su acto universal la tiene circundada por todos lados, de modo que no puede ir fuera de mi Voluntad, y su continuo dar

la tiene ocupada siempre en recibir,

así que aunque lo quisiera no tiene tiempo de hacer o de pensar en otra cosa.



Por eso la criatura puede decir y puede estar convencida, que

como se vive en el Cielo, así ella vive en la tierra,

sólo hay diferencia de lugar,

pero uno es el Amor, una es la Voluntad, una la acción.



¿Pero sabes tú quién no siente la Vida del Cielo en su alma, y no siente el acto universal, la Fuerza única de mi Voluntad? Quien no se hace dominar por Ella, no dándole libertad de reinar, ésta sí que cambia acción, amor, voluntad, a cada momento, pero no es mi Voluntad que cambia, Ella no puede cambiar, sino que

es la criatura la que cambia, porque viviendo de voluntad humana no tiene

virtud, ni capacidad de recibir el acto universal y único de mi Voluntad, y, pobrecita, se siente mudable, sin firmeza en el bien, siempre una caña vacía que no tiene fuerza de resistir a cada pequeño soplo de viento; las circunstancias, los encuentros, las criaturas, le sirven de viento para ponerla en giro, ahora a hacer una acción, ahora alguna otra; ahora a amar una cosa, ahora otra, y por eso se ve ahora triste, ahora alegre, ahora toda fervor, y ahora toda frialdad, ahora inclinada a las virtudes, ahora a las pasiones, en suma, en cuanto cesa la circunstancia así cesa el acto en ellas.

¡Oh! Voluntad humana, cómo sin mi Voluntad eres débil, cambiante, pobre, porque te falta la vida del bien que debería animar tu voluntad,

por eso la vida del Cielo está lejana de ti.

Hija mía, no hay desgracia mayor, ni mal que merezca ser más llorado, que el hacer el propio querer.”


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