"En estas hostias vivientes

encontraré la compensación de la soledad, del ayuno y de lo que sufro en los tabernáculos”



Que la meditación junto a Jesús nos lleve a comprender, de qué ayuno nos está hablando

De los escritos de la S.D. Luisa PiccarretaVol. 11, cap. 85 diciembre 17, 1914

La Divina Voluntad forma la verdadera y perfecta consagración de la Vida Divina en el alma

Continuando mi habitual estado y estando muy afligida por las privaciones de Jesús, después de mucho esperarlo ha venido, haciéndose ver en todo mi pobre ser,

y yo, me parecía como si fuera la vestidura de Jesús,

y rompiendo su silencio me dijo:

“Hija mía, también

tú puedes formar hostias y consagrarlas.


¿Ves la vestidura que me cubre en el Sacramento?

Son los accidentes del pan con los cuales es formada la hostia,

la Vida que existe en esta hostia es mi cuerpo, mi sangre y mi Divinidad,

la actitud que contiene esta Vida es mi Suprema Voluntad,

y esta Voluntad desarrolla

el amor, la reparación, la inmolación y todo lo demás que hago en el Sacramento, el cual no se separa ni un punto de mi Querer; no hay cosa que salga de Mí de la cual mi Querer no vaya delante.

Y he aquí cómo también

tú puedes formar la hostia:

La hostia es material y hechura del todo humana; también tú tienes un cuerpo material y una voluntad humana, este cuerpo tuyo y esta tu voluntad,

si los mantienes puros, rectos, alejados de cualquier sombra de pecado, son los accidentes, los velos para poderme consagrar y vivir escondido en ti.

Pero esto no basta, sería como en la hostia sin la consagración,

por eso se necesita mi Vida;

mi Vida está compuesta de santidad, de amor, de sabiduría, de potencia, etc.,

pero el motor de todo es mi Voluntad,

por eso después de que has preparado la hostia, debes hacer morir tu voluntad en esa hostia, la debes cocer bien, bien, para hacer que no renazca más,

y debes hacer entrar en todo tu ser a mi Voluntad, y Ésta, que contiene toda mi Vida, formará la verdadera y perfecta consagración.

Así que no tendrá más vida el pensamiento humano,

sino el pensamiento de mi Querer,

y esta consagración creará mi sabiduría en tu mente,

no más vida de lo humano, la debilidad, la inconstancia,

porque mi Voluntad formará la consagración de la Vida Divina, de la fortaleza, de la firmeza y de todo lo que Yo soy.



Entonces,

cada vez que hagas correr tu voluntad en la mía,

en tus deseos y en todo lo que eres y puedes hacer,

Yo renovaré la consagración, y como en hostia viviente, no muerta como son las hostias sin Mí, Yo continuaré mi Vida en ti.


Pero esto no es todo, en las hostias consagradas, en los copones, en los sagrarios, todo está muerto, mudo, no hay sensiblemente un latido, un ímpetu de amor que pueda responder a tanto amor mío.

Si no fuera porque espero a los corazones para darme a ellos, Yo sería bien infeliz, quedaría defraudado en mi Amor y sin finalidad mi Vida Sacramental;

y si esto lo tolero en los tabernáculos, no lo toleraré en las hostias vivientes.

A la vida le es necesaria la nutrición, y Yo en el Sacramento quiero ser alimentado, pero

quiero ser nutrido y alimentado con mi mismo alimento, esto es, el alma hará suya mi Voluntad, mi Amor, mis oraciones, las reparaciones, los sacrificios, y me los dará a Mí como cosas suyas, y Yo me nutriré.

El alma se unirá Conmigo, escuchará atenta para oír lo que estoy haciendo para hacerlo junto Conmigo, y conforme repita mis mismos actos me dará su alimento, y Yo por ello seré feliz,

y sólo en estas hostias vivientes encontraré la compensación de la soledad, del ayuno y de lo que sufro en los tabernáculos”.