Enseñanzas del Don del Consejo en la Plenitud del Don de la Divina Voluntad
Algunas ya las hemos atendido en estos 50 días de preparación a Pentecostés.
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🕊 Éste es el don del consejo
Se da un juicio, implorando la ayuda del Autor y Dador de las luces
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 28, cap. 17 (4) Julio 9, 1930 “Hija mía, no temas, mi modo de obrar es siempre puro y santo, cualquiera que sea, y aunque parezca extraño a las criaturas, porque toda la santidad no está en el acto externo del modo de obrar, sino depende de la fuente de la santidad interna de donde sale, y de los frutos que produce mi modo de obrar, si los frutos son santos, ¿por qué querer juzgar mi modo? Así me agradaba y por eso lo hacía.
Por los frutos se conoce el árbol, si es bueno, mediocre o malo, y me disgusta sumamente que en vez de juzgar los frutos, han juzgado la corteza del árbol y no la sustancia y la vida del mismo árbol.
Pobrecitos, ¿qué cosa pueden comprender con mirar la corteza de mis modos sin descender a los frutos que he producido? Quedarán más a lo oscuro y pueden incurrir en la desgracia de los fariseos, que mirando en Mí la corteza de mis obras y palabras, no la sustancia de los frutos de mi Vida, permanecieron ciegos y terminaron con darme la muerte.
Y además, ¿así se da un juicio, sin implorar la ayuda 🕊del Autor y Dador de las luces, y sin interpelar a aquella que con tanta facilidad ellos juzgan?
... ¡Ah hija mía! mi delito es siempre el amor y es también el delito de quien me ama; no encontrando otra materia de qué juzgar, juzgan mi demasiado amor, y aquél de mis hijos, que tal vez han puesto la vida por ellos mismos.
Y además, ahora pueden juzgar como quieran, pero ¿cuál no será su confusión cuando vengan ante Mí y conozcan con claridad que he sido propiamente Yo Aquél que he obrado en ese modo condenado por ellos, y que su juicio me ha impedido una gran gloria mía, y un gran bien en medio a las criaturas, cual es el conocer con más claridad qué significa hacer mi Divina Voluntad y hacerla reinar? No hay delito más grave que el de impedir el bien, por eso hija mía, te recomiendo que no quieras turbarte ni alejar nada de lo que pasa entre Yo y tú, asegúrame que mi obrar tenga su cumplimiento en ti, no me quieras dar ningún dolor por parte tuya.
Yo quería difundir el bien fuera de ti, pero la voluntad humana pone obstáculos a mis designios, por eso ruega que sea vencida la voluntad humana y que no quede sofocado el reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas.
Pero te digo que los conocimientos sobre mi Divina Voluntad no quedarán sepultados, ellos son parte de mi Vida Divina, y como Vida no están sujetos a morir, a lo más podrán quedar escondidos, pero morir jamás, porque es decreto de la Divinidad que el reino de mi Divina Voluntad sea conocido, y cuando Nosotros decretamos no hay potencia humana que nos pueda resistir, a lo más será cuestión de tiempo. Y a pesar de las oposiciones y juicios en contra de estas personas competentes, Yo me haré camino, y si éstos con sus juicios querrán sepultar tanto bien y tantas Vidas Divinas de mis verdades, Yo los pondré a un lado y me haré camino, disponiendo a otras personas más humildes y simples, y más fáciles para creer en mis modos admirables y múltiples que Yo uso con las almas, y con su simplicidad, en lugar de encontrar cavilaciones y dificultades, reconocerán como don de cielo lo que Yo he manifestado sobre mi Divina Voluntad, y éstos me servirán admirablemente para propagar en el mundo los conocimientos sobre mi Fiat.
¿No sucedió lo mismo en mi venida sobre la tierra? Los sabios, los doctos, las personas de dignidad no quisieron escucharme, es más, tenían vergüenza de acercárseme, su doctrina les hacía creer que Yo no podía ser el Mesías prometido, de modo que llegaron a odiarme y Yo los hice a un lado y escogí humildes, simples y pobres pescadores, los cuales me creyeron y me serví admirablemente de ellos para formar mi Iglesia y propagar el gran bien de la Redención.
Así haré de mi Divina Voluntad, por eso hija mía, no te abatas al oír tantas dificultades que ponen, y no nos separemos en nada de lo que pasa entre tú y Yo, y sigue haciendo lo que te he enseñado que hagas en mi Divina Voluntad.
Yo nada dejé de hacer de lo que debí hacer para la Redención, a pesar de que no todos me creyeron, todo el mal quedó para ellos, a Mí me convenía hacer mi curso que había establecido hacer por amor de las criaturas.
Así harás tú, sigue tu abandono en mi Divina Voluntad y tus actos en Ella, y Yo no te dejaré, estaré siempre junto contigo”.
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Conversaciones, comunicarte las Gracias, con quien hablar
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 26, cap. 9 mayo 16, 1929"...Sentía la irresistible necesidad de reemprender y rehacer contigo todas las conversaciones, de comunicarte las Gracias, las enseñanzas que habría dado a Adán inocente si no hubiera rechazado la preciosa herencia de mi Fiat... Creé al hombre para tener a alguien con quien hablar; pero debía Poseer Mi Divina Voluntad para poder Entenderme ...”
Atendamos la cita completa para saber cómo lograr vivir el Gran Don de Entendimiento, Inteligencia
Da click en:
Conocimiento, Ejército, Palacio, Sma.Trinidad (vol. 26, cap. 9)
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Jesús nos permite que queramos recibir consejo de los buenos, para tener luz y para hacer lo que quiere Jesús que hagamos, en las cosas que se deben hacer.
Vol. 2-27 Mayo 31, 1899Jesús se lamenta del confesor
Esta mañana, estando en mi habitual estado, mi adorable Jesús ha venido y al mismo tiempo vi al confesor. Jesús se mostraba un poco disgustado con él, porque parecía que el confesor quería que todos aprobasen que lo mío era obra de Dios, y casi quería convencer a otros sacerdotes con manifestarles algunas cosas de mi interior. Jesús se ha vuelto al confesor y le ha dicho:
“Esto es imposible, hasta Yo tuve contrarios, y esto en personas de las más notables y también sacerdotes y otras dignidades, tuvieron que decir sobre mis santas obras, hasta tacharme de endemoniado. Estas oposiciones, aun por personas religiosas, Yo las permito para hacer que a su tiempo pueda relucir más la verdad.
Que quieras hacerte aconsejar por dos o tres sacerdotes de los más buenos y santos y aun doctos, para tener luz y hasta para hacer lo que quiero Yo en las cosas que se deben hacer, como es el consejo de los buenos y la oración, esto Yo lo permito, pero el resto no, no, sería querer hacer un derroche de mis obras y ponerlas en burla, lo que mucho me disgusta”.
Después me dijo a mí: “Lo que quiero de ti es un obrar recto y simple, que del pro y del contra de las criaturas no te preocupes, déjalas pensar como quieran, sin tomarte el más mínimo fastidio, pues el querer que todos sean favorables es un querer desviarse de la imitación de mi Vida”.